Capítulo 15

1.3K 111 3
                                    

Su encuentro con Dugan le había parecido irreal, pero de una forma muy rara y poco romántica, estaba feliz y eso no podía negarlo ni un poco, el rey Argus no tardó en notar su buen humor durante el almuerzo, decidió no preguntarle el motivo de su buen estado de ánimo, de seguro lo sabrá después, sin conversar mucho con él, Arlet abandonó el comedor principal para dirigirse al jardín sin la compañía de su doncella, pasaba mucho tiempo sola en el palacio.

Bevan despertó de su sueño, por alguna incomprensible razón, Sabia y Argus peleaban por él dentro de un espacio que él desconocía y estaba tirado a un lado sin capaz de moverse, esta pesadilla le recordó su última conversación con Argus y en si valía la pena seguir huyendo y sufriendo sin poder hallar lo que tanto desea, su felicidad y propósito. La búsqueda de su libertad lo llevaba a estar preso en una locura día tras día, jugando con su mente y su cuerpo, la soledad podía ser mucho más agresiva que la compañía de alguien violento.

—Argus quiere volverme loco y Sabia también. Esto es un juego y no caeré, ¡No me rendiré! ¿Oyeron? —dijo gritando la última frase con rabia, se podía oír el eco de su voz retumbando por todo el bosque, seguía gritando para contenerse y luego echarse a llorar como un niño.

Su mirada era salvaje, entre lágrimas se levantó y corrió a arrancar las hierbas del suelo para llevárselas a la boca, era semejante a un animal masticando las hojas con fuerza y arrancado más hierbas pudo ver a otro hombre entre los arbustos haciendo lo mismo, mucho más grande que él, con la cabellera larga al igual que la barba y sus uñas eran largas como las de las aves, se llevaba a la boca todo lo que podía y rugía al igual que un león. Bevan lo observaba sin parpadear sorprendido, en esto se convertiría dentro de muy poco tiempo.

Bevan se tragó las plantas que había masticado y sintió un sabor amargo, volvió a masticar otras hierbas y sintió el mismo sabor amargo, las escupió y arrojó las hojas que tenía en sus manos a un lado y siguió mirándole a aquel hombre, convertido en un completo animal, si lo ve de seguro lo mata. El joven se echó a correr.

—¡No huyas! —le gritó el hombre al verlo correr con miedo, sus ojos brillaron de emoción al verlo, llevaba largos años sin ver a nadie, viviendo de las hierbas en el bosque y mojando su cuerpo con el roció del cielo. Bevan se detuvo y volteó a mirar.

—No huyas, por favor— le repitió—no te haré daño—, suplicó.
Dubitativo, Bevan caminó hacia él y este le sonrió con lágrimas en los ojos, este muchacho podría ayudarlo a salir del bosque.

—Tú vienes a llevarme de regreso, ¿no es así? — le preguntó a Bevan emocionado, su rostro estaba cubierto de pelos, su larga cabellera le impedía ver bien al chico. Este sentía lastima por él, desafortunadamente el no venía a rescatarlo, también buscaba ser rescatado y se sentía desesperanzado cada vez más, no llevaba muchos días así, pero si lo suficiente como para sentirse aterrorizado y demente.

—No, lo siento, también estoy queriendo salir de aquí, hace como unos dos días, ya no sé, he perdido la noción del tiempo—le dice Bevan mirándole sin poder evitar llorar. El hombre ya casi anciano, miró al suelo decepcionado sin poder pronunciar las palabras, se detuvo a mirar al cielo llamando a Argus, pero, ¿por qué?

¿Argus también era el responsable de que la vida de este pobre hombre se haya convertido en sufrimiento? Bevan no conseguía entender la maldad del rey, este era cruel, tirano y un completo monstruo.

—¿Por qué llamas al rey? Te aseguro que no puede oírte desde aquí—quiso tranquilizarle, sabia que aquel hombre no estaba totalmente loco y que podría contarle como llegó a parar aquí, este bosque probablemente sea el lugar donde Argus encierra a todos, a todos los que deciden huir de él.

—Solo él podría rescatarnos y solo hoy lo termino de entender— se tocó la cara, sus rasgadas vestiduras, observó sus manos y miró a Bevan diferente, esa mirada animal llena de rabia había desaparecido mágicamente y solo unos segundos después, ambos empezaron oír gritos de un ejercito numeroso. Por fin.

La Leyenda Del Trono BlancoWhere stories live. Discover now