Después de todos los problemas que ha habido en Beacon Hills, todo se ha solucionado.
Nada de los Doctores del Pavor.
Nada de seres sobrenaturales.
Nada de muertes.
Y la manada unida, por fin.
Pero... ¿cuanto durará esto?
La pesadilla de Stiles se...
—Que.—me contesta, todavía con los ojos cerrados y con voz cansada.
—¿Ya estas despierto?
—Ahora si.
—¡Menos mal! Me aburría.
El bufa y se da la vuelta en su cama, mirándome.
Yo le sonrío ampliamente.
Miro por la ventana y veo que esta nublado, pero no llueve, pero hace frío.
Ya son las doce y media de la mañana, y todavía Scott quiere seguir durmiendo. Pero yo, ya me he despertado, y si yo no disfruto de dormir, el tampoco lo hará.
Añoraba estar en casa (aunque sea en la de Scott), tener cerca a mi padre y a Melissa.
Y también añoraba a Beacon Hills.
—¿Que hora es?—me pregunta mi amigo, estirándose.
—Doce y media.
Me dirijo a su cama ya vestido y me siento en el pico de esta.
Scott me mira, suplicándome que le deje dormir unos minutos mas. ¡Todos los días son iguales!
Yo ruedo los ojos y me levanto. El sonríe con autosuficiencia.
Cojo una almohada del sillón y la estampo contra el, fuerte, varias veces.
—¡EH! VALE, VALE, YA LO HE PILLADO. YA ME LEVANTO.—me grita y ahora soy yo el que canta victoria.
Cojo mi móvil, y antes de cerrar la puerta de la habitación le digo:
—Te espero abajo, amigo mio.
Bajo por las escaleras mientras que silbo y llego a la cocina, donde encuentro a mi padre y a Melissa riendo, mientras que Melissa se bebe un té.
—Buenos días. ¿Interrumpo algo?—pregunto, acercándome a ellos. Mi padre me mira levantando las cejas. Yo sonrío inocente.
—¿Y Scott?—pregunta Melissa, haciendo caso omiso a mi pregunta.
—La bella durmiente se acaba de despertar. Ahora baja.
—Por cierto, hijo, hace una hora ha llamado Malia a la puerta. Quería veros, pero estabais durmiendo...
Yo hago una mueca y ellos dos me miran raro.
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—¡Scott estaba durmiendo! YO ESTABA JUGANDO CON EL MÓVIL A LOS ANGRY BIRDS.—les digo, y bufo. Melissa se ríe y mi padre niega con la cabeza.—Vendré para comer.
Cojo mi abrigo que esta en el perchero y salgo por la puerta, diciendo un "Adiós", en dirección a la casa de Malia.
Noto algo vibrar en mi pantalón mientras camino. Lo cojo y veo que tengo mensajes, pero antes de que pueda verlos, alguien me llama. En la pantalla aparece una foto de mi mujer coyote favorita, haciendo tonterías.
