Después de todos los problemas que ha habido en Beacon Hills, todo se ha solucionado.
Nada de los Doctores del Pavor.
Nada de seres sobrenaturales.
Nada de muertes.
Y la manada unida, por fin.
Pero... ¿cuanto durará esto?
La pesadilla de Stiles se...
—¿Lydia?—digo viendo a la pelirroja mirándome con sus grandes ojos verdes, y sonriendo débilmente.
—Hola.—me saluda nerviosa, y traga saliva. Su pelo esta suelto, y lleva puesto una camisa roja, con una falda beige, y unos botines marrones. Un bolso cuelga de su hombro, y una maleta de flores esta a su lado. Muchas preguntas pasan por mi mente: ¿que hace ella aquí? ¿Y Jackson? ¿Y esa maleta, se va a quedar todas las vacaciones? ¿No tenia que solucionar algunos asuntos? ¿Los demás sabían esto?
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Tengo un nudo en el estómago, mis manos sudan y mis piernas tiemblan.
La manada no dice nada. Giro mi cabeza hacia ellos, y todos nos miran con asombro, excepto Scott. El nos sonríe. Definitivamente, el tiene algo que ver. Vuelvo a mirar a Lydia, que me mira expectante a que diga o haga algo, pero no se como actuar.
—¿Que haces tu por aquí?—le pregunto, intentando no sonar borde.
—Quería... daros una sorpresa.—dice y se ríe un poco.—¡Sorpresa!
—Y tan sorpresa.—oigo decir a Isaac, y los dos lo miramos. Kira se levanta de su silla emocionada y se dirige a abrazar efusivamente a Lydia.
La manada empieza a levantarse para saludar a la pelirroja, y ella los recibe con una sonrisa en su rostro, pero todavía puedo notar su mirada clavada en mi. Me alejo de ellos y me camino hacia Scott, que se ha levantado y me mira sonriendo.
—Bueno que, ¿que te ha parecido?
—Para ser un alpha no eres muy listo.—le digo entre dientes y el enarca las cejas.—Ven.
Nos vamos a la cocina intentando no llamar la atención y le digo:
—¿Se puede saber que has hecho?
Estoy cabreado. El sabia perfectamente que mi relación con Lydia no es buena, y aun así lo ha hecho. ¿Ahora que se supone que debo hacer? ¿Hablarle? ¿Ignorarla? No puedo mirarla sin ponerme nervioso después de todo. Y luego esta la carta. Lo mas seguro es que la haya leído.
Nadie me ha comentado nada sobre las cartas. No quiero que lo hagan.
—¡Traerte a Lydia!—me dice sonriendo, pero al ver mi ceño fruncido su expresión cambia.—Ella me pidió ayuda. Dijo que quería verte y darte una sorpresa.
—Scott, no tendrías que haberlo hecho. ¿Que hago yo ahora? —le espeto y resoplo mientras que miro al suelo.
—No tienes que hacer nada, Stiles. Es su turno. Ella tiene que pedirte perdón y luchar por ti, para volver a la amistad que teníais antes.—definitivamente he sentido una punzada en el pecho cuando ha dicho eso. Si, amistad, si, amigos.
Asiento mientras que sigo mirando al suelo. No quiero mirarle. A nadie.
Noto que el se acerca a mi y coloca su mano en mi hombro, y me lo aprieta.
