10. Imposible

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Ellay

Observo a la chica de ojos azules, frunzo mi ceño y la acomodo mejor en mis brazos con cuidado mientras camino hacia las escaleras.

Después de lo que pasó, subí al cuarto con Ebany. Ella desde que ha llegado se ha quedado en mi habitación, es lo mejor, si está sola por la casa no hará nada más que maltratar a Liz.

En la mañana me puse en alerta al ver que en el cuarto no se encontraba Liz, estuve a punto de ir a buscarla cuando la encontré, en el mismo lugar donde la acorralé, dormida en una posición bastante incómoda.

Al llegar a la habitación la bajo lentamente en la cama y antes de irme la observo, sus ojos están cerrados sin dejar ver ese azul oscuro, sus labios rosados están entreabiertos y su cabello castaño está por toda su cara, con mi mano aparto algunos mechones de su rostro.

— ¿Qué tienes que no puedo dejar de pensar en ti?—cuestiono en susurros.

Ella se remueve acomodándose más en la cama, sonrío.

— ¡Ellay!—exclaman con tono molesto.

Giro rápidamente mi cabeza, veo a Ebany con su ceño fruncido y sus labios apretados, está molesta.

— ¿Qué dem...?—la interrumpo.

—Afuera—digo saliendo de la habitación.

Al salir miro por última vez a Liz y cierro suavemente. Miro a Ebany con mi expresión sería e ignoro sus llamados. Prosigo mi camino hacia abajo y siento sus pasos detrás de mí, al llegar a las escaleras ella toma mi brazo bruscamente.

— ¡Por eso me rechazas! Eso lo explica todo, te has enamorado de ella—grita.

—No estoy enamorado de ella—digo con calma.

— ¡No me mientas, lo acabo de escuchar! Sabes que si te piden torturarla lo harás, si te piden asesinarla lo harás. Maldita sea, eres un estúpido—susurra lo último.

Tenso mi mandíbula y aprieto fuertemente mis manos, me suelto bruscamente de su agarre.

—No te metas en mi maldita vida—digo entre dientes—. Será mejor que dejes este tema.

—El sujeto Siete, uno de los experimentos más exitosos—dice con burla—. El que nunca falla una misión, el sujeto modelo, ahora rompiendo las reglas por estar enamorado de una niña.

—Cuando vuelva quiero que te vayas de mi habitación—me limito a decir.

Camino ignorándola pero ella me sigue.

— ¿Qué de profesional tiene enamorarse de tu maldito objetivo?—prosigue—. Ella jamás te verá de esa forma, solo obtendrás odio.

Me detengo, siento mi rostro rojizo de la ira.

—Estoy acostumbrado a eso. Ahora déjame en paz, te lo advierto—mi tono es frío, ella se congela.

—Créeme que le haré la vida imposible. Me vengaré, porque nadie se mete con lo que es mío—dice clavando sus ojos en los míos.

—Jamás he sido tuyo y jamás lo seré. ¡Entiende que no te amo! Ni siquiera sé que es eso—digo serio, ella se queda quieta observándome con dolor.

Ajax baja las escaleras confuso observándonos a ambos.

—Quedas a cargo Ocho, no permitas que Cuatro se acerque a Liz o a su habitación—ordeno observándolo brevemente de reojo. Él frunce su ceño confuso pero asiente.

ARMA HUMANA (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora