Capítulo 10 «Hombre, Carla»

3.7K 228 18
                                    

Llevaba una semana sin tener noticias de mi hermana.

No, no había desaparecido, se ve que la capulla se había ido de intercambio.

¿Adivinad quién no nos había dicho nada? ¡Eso es, todos!

Tampoco me quejo, no siento especial aprecio por ella, pero al fin y al cabo sigue siendo mi hermana, tengo que quererla, creo.

— Buenos días, pequeña rubia tonta.– me saluda Sara adormilada, sentándose en un taburete a mi lado en la cocina.

— Que tranquilidad de casa, solas.– suspiro sonriendo con felicidad.

— Ya ves, a veces hasta echo de menos a Carla.– dice, segundos después estalla a carcajadas –Nah, ni loca lo haría.

Sara y Carla habían tenido ciertos... roces.

Y digamos que no se aman intensamente.

— Eres mala.– la acuso señalándola con el dedo.

— Calla.– me responde con la boca llena.

Llena de mi croissant.

— Ojalá y te atragantes.– murmuro.

— Te morirías sin mi.– dice con tranquilidad, cogiendo otro.

— No creas.– me encojo de hombros y me levanto para después sentarme en el sofá.

Noto un pequeño golpe en la cabeza y me giro viendo un bollo en el suelo.

— ¿Me has tirado un bollo?– le pregunto entrecerrando los ojos.

Sara se encoge de hombros terminando de tomarse el croissant y viene a sentarse en el sillón al lado del sofá.

— ¿No tienes frío?– pregunto al ver que solo lleva una camiseta grande de Dylan, ella niega.

No hace un frío terrible, pero yo llevo un pijama normal y no tengo calor.

— Soy medio inglesa, aunque no lo parezca, Lena.– ríe –Esto para mí es un calor de muerte.

— Primera noticia.– digo sorprendida por su información.

Suena el timbre y nos miramos, decidiendo quien se levanta.

Finalmente, ante la persistente insistencia del sonido, Sara se levanta frustrada y abre, así tal cual.

[...]

— Wow, esto si que son buenos días.– sonríe Jesus mirándome, suspiro pesada y me aparto dejándoles paso.

Dani me saluda con un beso en la mejilla y se sienta junto a Lena, la cual se sonroja levemente haciendo que ría.

Los chicos me miran interrogantes y yo sacudo la cabeza, diciendo que no es nada.

Me siento de nuevo en el sillón y dado que es grande, Jesus se sienta a mi lado.

Como no.

— Buenos días mundo.– la voz de mi hermano resuena en la habitación y segundos después aparece en pantalón de pijama y despeinado.

— Como se nota que sois hermanos.– ríe Lena regué riéndose a la poca cantidad de ropa que llevamos.

Río y mi hermano, cuando lo entiende, también.

Jesus no aparta su mirada de mi, y eso me incomoda.

No sigo enfadada, pero me molesta que no vea lo inmaduro e injusto que fue.

— ¿Habéis desayunado?

— Si, Dy.– respondo alto para que me escuche desde la cocina.

— ¡Anda que esperáis!– exclama sentándose con una bolsa de magdalenas.

— Que familia de gordos.– suelto una carcajada.

— Y tanto.– concuerda conmigo Lena.

— Nos sentimos marginados, sabéis.– Dani eleva las manos y yo le tiro un cojín a la cara –¿Y esto a qué viene?

— No te quejes y desmargínate.– respondo –Habla.

— Tú y yo vamos a hablar.– susurra el gemelo de mi lado, suspiro y le ignoro –Sara.

— Vale.– accedo finalmente.

El timbre vuelve a sonar.

— ¡Yo no!– exclamó rápidamente.

Los demás se miran entre sí, y al final acaba yendo Jesus.

— Hombre, Carla.– escucho su voz.

Me levanto casi cayéndome y voy hacia la puerta, colocándome al lado del castaño.

Efectivamente, Carla se encuentra en la puerta con una maleta.

— Joder, ya está aquí.– suspiro y vuelvo al salón.

Ella entra detrás de Jesus y los presentes no se molestan en levantarse, la saludan con desgana y vuelven a lo suyo.

— Me encanta caerte tan mal.– sonríe.

— No, no es que me caigas mal.– digo –Es solo que no soy fan de que respires.

Todos sueltan fuertes carcajadas, menos Carla, obviamente.

Yo solo me siento en mi sitio anterior y Jesus se planta frente a mí con las cejas alzadas.

Suspiro y me levanto a regañadientes.

Veo que todos nos miran curiosos pero no decimos nada, simplemente vamos a mi habitación.

— Habla.– digo una vez estamos solos.

— Lo siento.– suelta de primeras –Me comporté como un niño, y fue injusto para ti. Pero ahora entiéndeme tú a mí.– suspira y yo le miro atentamente –He oído hablar mucho de él y no muy bien precisamente, no quiero que te haga lo mismo que a esas chicas porque no te lo mereces y sé que si te hace daño no podría controlarme. Y sinceramente prefiero que te enfades conmigo ahora a que tenga que verte llorar mañana.

Sus palabras me pillan de improviso y no puedo evitar sonreír.

Es que si me dice esas cosas, no puedo enfadarme.

— Odio no poder enfadarme contigo, Oviedo.– bromeo abrazándole –Pero si vuelves a hacerlo y me espantas un tío bueno, te castro.

Jesus suelta una carcajada y asiente separándose de mi para mirarme a los ojos.

— Lo tendré en cuenta.– me da un beso en la frente.

— Bajemos.– suspiro dándole con el hombro al pasar.

— No quiero bajar.– se queja como un niño pequeño –Carla me viola con la mirada.– río ante su preocupación y él me mira ofendido –No te rías.

— Yo te protejo de Carla.– aseguro sonriendo.

— ¿Seguro?– pregunta imitando mi gesto.

— Seguro.

A un minuto de ti.[Gemeliers]Where stories live. Discover now