Capítulo 31. «Todo tiene un final»

1.6K 136 69
                                    

Jesus.

Ahora mismo me sentiría como un espía si no fuera porque la misión se trata sobre ver a Sara.
Eso no deberíamos tener que hacerlo a escondidas.

Lena, mi hermano y yo asomamos la cabeza casi al mismo tiempo en la esquina del pasillo.

—Vale. Este es el plan.– les indico volviendo a ocultarme –Tenéis que prostituiros.

—¡¿Qué?!– chillan ambos.

Pongo mis manos sobre sus bocas antes de que nos escuchen, pero retiro la de encima de la rubia cuando me muerde.

La miro obvio:—¿En serio? ¿Crees que ahora estamos en posición para que me muerdas?

Ella hace una mueca.

Sacudo la cabeza y vuelvo a mi explicación.

—No literalmente.– expongo obvio –Solo tenéis que llamar la atención de la de recepción– la señalo con la cabeza –Para que pueda colarme en la habitación. Cuando esté dentro ya me las veré para que podáis pasar.

—Estoy bastante segura de que a quien más querrá ver es a ti.– sonríe Lena –Sobre todo si supiera lo que has montado para poder estar con ella.

Intento devolverle el gesto, pero más que una sonrisa me sale una mueca.

Mi hermano y ella se miran unos instantes y después salen de detrás de la esquina.

No sé qué demonios hacen pero a los segundos escucho unos gritos femeninos. Esa es mi señal.

Salgo pitando de ahí y me niego a mirar algo que no sea la puerta doscientos cinco.
Hasta que estoy frente a ella no me permito parar por mucho que me fallen las piernas.
Me siento aliviado al entrar, pero se me corta el aliento cuando la veo.

Parece tan... Apagada. Tan muerta en vida.

Los recuerdos se me pasan por la cabeza como flashes: el coche, la lluvia, el impacto.
¡Maldita sea! Me abalancé sobre ella, intenté protegerla, ¿por qué estaba así? ¿Por qué no estaba conmigo?

Me siento en uno de los sillones, el más próximo a ella; y agarro su mano. Esa que hasta hacía algunas horas era cálida, ahora está fría como un témpano de hielo.

—Pensaba que te había protegido.– hablé con la vista clavada en sus ojos cerrados –Pensaba que yo me había llevado la peor parte, y estaba agusto con eso ¿sabes? Al creer que tú estabas a salvo.– resoplo pasándome una mano por el pelo, no sé ni cómo seguir –Los médicos no quieren decirnos nada... Pero tú vas a salir de esta fresca como una rosa. Y además, te haré montar en mi moto, porque al parecer ahora son más seguras que los coches.– aprieto los labios y segundos después cierro los ojos con fuerza –Tienes que quedarte aquí, ¿me oyes? Porque pienso estar contigo como sea, de un modo u otro. Siempre me vas a tener a un minuto de ti.– los abro y me aferro a su mano –Sé que eres un ángel, pero no te vas a ir tan pronto mientras yo esté aquí.

Siento un movimiento y mis ojos se agrandan al ver que es su mano la que se mueve.

—También sé que nunca me haces caso... Pero por una vez hazlo, por favor.– finalizo tomando una respiración profunda.

La puerta se abre rápidamente haciéndome sobresaltar, pero me relajo notablemente al ver una cabellera rubia y un tupé idéntico al mío.

—Oh.

Es lo único que consigue decir Lena mordiéndose el labio.
Duda si acercarse o no, pero me aparto dejándole paso y ella decide sentarse junto a mí.

—Parece tan serena.– susurra mirándola con pena –Todo lo contrario a cuando está despierta. Quiero que vuelva a ser la hiperactiva que me rompió los tacones por bailar demasiado.

Sonrío recordándolo.


Las cuatro de la mañana y la morena seguía bailando encima de la mesa.

—¡Sara!– grité entre risas –¡Te vas a caer! ¡Baja de ahí!

—¡La noche es joven Jesucristo!– estalló en carcajadas. Luego frunció el ceño y lo meditó –¡Quiero decir Jesus!

Reí con ganas y me levanté del sofá para poder colocar mis manos en la cintura de la bailarina.
Pero después eché una mirada rápida al lugar y no me gustó el ambiente de cincuenta tíos babeando al rededor de mi novia.

Al estar encima de una mesa y yo de pie en el suelo, dudaba que me escuchase. Así que decidí subirme junto a ella.

Fue ahí cuando mis manos podían sujetarse mejor en su cintura.
Ella estaba dándome la espalda, pero podía ver su sonrisa.

—Si no supiese que eres tú, te habría dejado estéril.

Reí ante su amenaza real y le di la vuelta quedando cara a cara.

—Estás preciosa cuando sudas y llevas bailando desde las once.– alcé las cejas.

Sara echó la cabeza hacia atrás riendo como si no hubiera mañana. Pero su gesto cambió drásticamente a uno preocupado.

—Oh, oh.

La miré extrañado, pero de repente ya no la veía.

Miré hacia abajo y di gracias a que hubiese caído en el sofá.

—Mierda, Elena me va a matar.– se lamentó mirándose el pie –¡Vámonos Jesus! Yo compro los billetes, tú haz las maletas... ¿Te gusta Tenerife?

Pegué un salto bajándome de la mesa y miré el zapato que sostenía en la mano.
Abrí los ojos rápidamente al ver que esos tacones eran de Lena, y que Sara sostenía la punta de uno de ellos.

—Sí... Tenerife está bien.


Dani también ríe al pensarlo.

—O cuando saltó por la ventana porque la habían castigado.– recuerda.

Fue el mismo día del tacón roto, de hecho se escapó para ir a esa fiesta.

Miré a la morena en el filo de la ventana y sacudí la cabeza frustrado.

—Ni se te ocurra saltar, Sara.– ordené –¡No eres Spiderman! Te vas a matar.

—Que no. Que hay arbustos.– rodó los ojos poniéndose de cuclillas –¡Alejop!

De un rápido movimiento ya estaba entre los arbustos.

Me acerqué rápidamente preocupado, seguido de Dani.

Pegamos un respingo cuando se levantó de un salto, pero después estallamos en carcajadas.

Estaba llena de hojas por todas partes, y llevaba los zapatos de Lena en la mano, sonriendo orgullosa.

—¡Aquí estoy!– celebró feliz –¡Y mirad! ¡Los tacones están intactos!

Después de todo los tacones no iban a sobrevivir.

La miro de nuevo, pensando en todo lo que vivimos y lo que nos quedaba por vivir.

—Que pena que esos días se acabaran.– asiente la rubia.

—Todo tiene un final.– suspira mi gemelo abrazándola.

No quería oír esa frase, y no quería oír el pitido ensordecedor que retumbó en la habitación.




Bueno sé que me vais a matar jejeje.
Cuantos más votos y comentarios más rápido tendréis el siguiente capítulo -así se hace un chantaje-.

A un minuto de ti.[Gemeliers]Where stories live. Discover now