Capítulo 3

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Zac se ha convertido en un buen amigo, los últimos 20 días han sido geniales, ha aguantado mis cambios repentinos de humor y mis lloriqueos, y solo me abraza no pregunta por qué lloro, es estupendo.

Me contó que tiene 17 años y que pronto cumplirá los 18, me dijo también que es homosexual, como yo creía, y cuando habla de Sebastián me hace reír mucho. Casi nunca menciona a su familia, a veces habla de su madre pero son momentos fugaces, en cambio yo le habló todo el tiempo de la mía y de cómo son lo mejor que hay en mi vida.

No hablamos mucho del pasado, lo cual es genial, porque aún no me interesa hablar sobre lo que me paso, cuando esté preparada le contare todo, así entenderá mis llantos.

-La próxima semana deberíamos salir. -Dice Zac efusivo.

-Bueno. -Abro mi maleta mientras nos acomodamos en el bus. -Te presentare a Valentina.

-Ok, pero deberías presentarme un chico.

-La verdad, casi no tengo amigos, confió muy poco en la gente.

- ¿En serio? -Se toca el pecho. -Me alegra.

- ¿Te alegra que tenga pocos amigos?, eso es cruel.

-Me enorgullece ser tu amigo. -Se toca la barbilla-. De hecho, creó que eres la primera amiga real que tengo.

-Me halagas, espero ser siempre tu amiga.

-Primero me gustan las mujeres y luego dejo de ser tu amigo.

Suelto una carcajada.

-Ok, amigo, tenemos que hacer el trabajo de inglés. Soy fatal solo te aviso.

- ¿Has hablado con Sebastian?

-Ash. No cambies el tema -Volteo los ojos, bueno ya saben-. Hablaras de lo genial que seria que fuera de tu equipo y de lo que harías con él.

Zac suelta una risita -Danna no entiendo cómo puedes no interesarte en él.

Jamás dije eso.

-Él sólo quiere jugar conmigo. -Respondo.

- ¿Y qué tal que no sea así?

-No quiero arriesgarme.

-Danna, por favor. -Me mira con ojos de perro regañado.

-Ya. -Le doy un chocolate-. Toma.

-Oh Danna, no me compras con esto. -Dice metiéndose el chocolate en la boca.

-Ok. Cambiando de tema, ¿ya pediste permiso en tu casa?

Su mirada se torna oscura, con algo de tristeza. ¿Cómo alguien puede cambiar tan rápidamente?

-No, en realidad no tengo que pedir permiso.

- ¿Cómo? Yo no puedo ausentarme cinco minutos o ya han llamado a la policía, a la DEA, a los bomberos y hasta al mismísimo presidente de la República -estoy exagerando-, mejor dicho levantan la casa y me buscan debajo de las piedras.

Él suelta una carcajada.

-Danna mi vida no se parece en nada a la tuya. -Dice él, cambiando su carcajada, por palabras dichas con ira, aprieta el puño.

-Puedes confiar en mí.

-Lo sé Danna. -Su mirada vuelve a ser la misma.

Él no menciona palabra en todo el camino, tan solo ve por la ventana. Lo que sea que a él le sucede debe ser bastante duró como para que él, siendo tan eufórico se quede sin palabras.

Hoy tiene un morado debajo de su ojo y no soy estúpida, él cree que me como el cuento de que se cae y se golpea cada vez que vuelve a casa.

-Nos tenemos que bajar aquí. -Le digo, él me regala una cálida sonrisa.

En El ParaisoWhere stories live. Discover now