Capítulo 11. In fraganti

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Gael apagó el coche y se quedó inmóvil mirando al frente, agarrado al volante. Carolina, apurada, ya se había desabrochado el cinturón y abierto la puerta para salir. Se detuvo y miró a Gael.

—¡Vamos! ¿A qué esperas?

—¿Vos estás segura?

—Sí. Vamos.

—Marta me va a odiar —afirmó lamentándose—. ¿Por qué no lo dejás estar? Vamos a otro lugar. Te llevo a probar los mejores capuchinos de la ciudad. De estos con crema por arriba, y espolvoreados con cacao.

—¿Estás tratando de convencerme con nata montada? —preguntó con una sonrisa.

—¿Funciona? —respondió mostrando sus dientes perfectos.

—Mmmm.... —Carolina simuló que lo pensaba y Gael la miró con ojitos de cordero. Basta. No podía soportarlo—. No me mires así. No, no funciona —Gael se dio por vencido—, pero acepto tu invitación para otro día.

Sin decir nada más y sin devolverle la mirada Carolina salió del coche dejando a Gael con una sonrisa estúpida en el rostro. Rodeó el coche y se acercó a la ventanilla del conductor para darle un par de golpecitos y captar su atención gesticulando para que la siguiera. El porteño por fin bajó del coche. Carolina ya le llevaba un par de metros de ventaja. Se iba a meter en un problema con Marta, pero algo pasaba que no podía decirle que no a su amiga.

Se adentraron en el portal y llamaron al ascensor. Carolina se mostraba nerviosa; seguía llevando el moño alto despeinado y un mechón de pelo se había liberado del enredo y caía por su mejilla. El ascensor llegó y ambos entraron y se colocaron uno frente al otro. Carolina miraba los números de los botones evitando el contacto visual directo con Gael, pero él la observaba fijamente. Podía sentir su escrutinio. En un espacio tan reducido, en silencio, el ambiente comenzaba a pesar.

—¿Qué mi... —No terminó la frase cuando al girar la cara para enfrentarlo sintió la caricia de Gael junto a su rostro, apartándole el pelo y colocándolo detrás de su oreja, dejándola muda por un segundo—...ras?

—A vos —respondió el argentino muy seguro de sí mismo.

No le dio tiempo a reaccionar a su respuesta cuando Gael ya estaba sobre ella, atrapándola delicadamente entre su cuerpo y la pared del ascensor. Su mano se había quedado detenida en una caricia a su nuca. Se acercó despacio hasta rozar su nariz y se detuvo esperando una reacción de negación por parte de Carolina, pero no la hubo. Ella tan sólo miraba su boca cercana y sentía su respiración. La dupla de palabras "tensión sexual" había encontrado significado pleno para Carol en ese preciso instante. Lo miró a los ojos. El porteño apenas la había rozado, pero sus ojos verdes la estaban desnudando por dentro, la estaban besando, estaban acariciando cada uno de sus miedos, y tentando sus ganas. Jamás alguien la había mirado de un modo tan profundo.

El ascensor abrió sus puertas. Gael se apartó despacio sin dejar de mirarla. Carolina tardó unos segundos en reaccionar, el aire en sus pulmones trataba de salir pero una presión en el pecho se lo impedía. Apartó la mirada y salió del ascensor buscando un poco de aire limpio de tensión.

Suspiró y se acercó a la puerta de entrada del piso de Marta. Gael la siguió, más cercano de lo que ella querría. La agarró del brazo para detenerla y buscar su mirada durante unos segundos.

—¿Estás segura? —susurró sin soltarla.

—Sí —respondió dubitativa.

Esperaba otra cosa. Una explicación a lo que acababa de pasar dentro del ascensor, una disculpa... ¿A quién quería engañar? No quería una disculpa. Ella había participado en toda esa tensión y no entendía por qué ni cómo había pasado (o casi) aquello. No se había apartado, no lo había detenido, incluso habría deseado que las puertas no se hubieran abierto nunca y se hubieran quedado encerrados ahí para siempre. ¿Qué le estaba pasando?

—¿Me dejas? —preguntó al porteño que la seguía reteniendo y observando fijamente.

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⏰ Ostatnio Aktualizowane: Mar 12, 2016 ⏰

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