Segunda llamada

5.4K 825 273
                                    

—¿Entonces eres de Moscú? —Preguntó con lentitud y un tono infantil que rayaba a lo meloso.

—Así es —Afirmó Bill con un semblante serio a pesar de poseer esa sonrisa juguetona que solía trazar cada que charlaba con el menor.

—Debe hacer mucho frío ahí —Agregó el Pines mirando sus pies donde unos desgastados tennis se movían de adelante hacia atrás.

—Demasiado diría yo... O bueno dicen todos ya que yo me siento neutro.

—Aquí cuando cae nieve hace frío también.

—Pino —Interrumpió soltando un falso suspiro de cansancio. —Me tengo que ir, luego hablamos ¿De acuerdo?

—Claro... Bye

—Bye —Y tras despedirse, fue el rubio quien colgó primero, azotó el celular a la superficie dura de la mesa, como si no bastara con el que rompió hace días ya y apuntó su arma a el hombre que permanecía delante suyo tiritando ya fuese de frío o de miedo. —¡¿CÓMO QUE HAS PERDIDO LA PUA MERCANCÍA?! —Cuestionó sin escrúpulos ni una pizca de ternura en sus palabras. Su mano pasó desde su frente hasta acabar su recorrido en la nuca, rascando con frustración sus cabellos, haciendo aquello con el fin de relajarse un poco, la garganta le ardía de los gritos y el clima.

—Señor, le juro que yo no... —Y antes siquiera de acabar o pensarse dos veces si debía llorar para conmoverle, ya tenía una bala incrustada entre las cejas, un verdadero desastre en las paredes y una vida menos en el negocio.

—¡¿Es que acaso son tan idiotas?! —Gritó con un tono de sarcasmo y una cínica sonrisa mientras guardaba su arma. Bufó echando un último vistazo a los presentes en la habitación antes de acercarse a la entrada donde una maleta le esperaba. Sacó un boleto de entre los bolsillos internos de su elegante gabardina, utilizando su mano libre para atrapar la maleta en sí y finalmente salir de ahí.

(...)

—Hey Wirt, hay que tomarnos una foto —Sugirió el castaño parándose de puntitas a lado del mencionado y extendiendo su celular.

—Sí —Sonrió enternecido, volteando a ver hacia el lente de la cámara escuchando ese característico "Click". —¿La subirás?

—Pensaba que no te agradaría la idea pero si tú quieres...

—¡Por supuesto! —Contestó animoso con una radiante sonrisa de oreja a oreja que le hacía mostrar unos perfectos dientes blancos.

—Está bien —Asintió tomando su celular, verificando un par de cosas y escribiendo. —Listo.

—Oh Dipper —Murmuró el mayor agarrándole por la cintura para abrazarle mientras restregaba su mejilla de arriba abajo sobre la cabeza del otro.

—Wirt... Mis costillas —Se quejó soltando un suspiro en cuanto se halló liberado.

—Vayamos a comer algo ¿Quieres? —Sugirió con calma, acariciando esta vez el hombro, deslizando hasta el antebrazo.

—Me parece bien.

Desde la primera salida que habían tenido, las cosas se habían vuelto bastante íntimas entre los dos adolescentes, se veían más a menudo y platicaban muchísimo dándose el placer de conocerse el uno a el otro, aquella tarde no era diferente a todas las tardes que ya llevaban juntándose, yendo a comer, compartiendo palabras, a veces sutiles toques y miradas. En ese momento Wirt no tenía ni la más remota idea de en qué problema se estaba metiendo y las consecuencias que obtendría con el paso de los días.

(...)

Eran ya las seis de la tarde cuando el mayor de los castaños, Cone, caminaba hacia su hogar después de haber acompañado a Mason hasta la entrada de su casa. Su celular vibró a modo de que se pudo distinguir que era una llamada entrante. Lo sacó de sus bolsillos y con calma contestó;

—Diga —El haber estado con Dipper le causaba fuertes emociones encontradas, una de ellas era la felicidad cuya emoción se hallaba totalmente reflejada en el tono de su voz.

—¿Hablo con Wirt Cone?

—Así... Es —Titubeando y bajando considerablemente el ánimo de su voz respondió, la voz del otro lado de la línea era bastante turbia y tenebrosa.

—Al fin te encuentro gran hijo de put... —La llamada se cortaba de repente dando un brusco sonido de corte como solía pasar en situaciones de películas de terror. —Escúchame bien y en este momento, porque sólo te lo diré una vez y puede que no te guste. —La amenaza no se andaba con rodeos y a Wirt se le erizaba la piel tan sólo de ir poco a poco descartando la opción de que fuese la persona equivocada.

—No sé quién sea o qué quiera pero por favor... —Intentó hablar por las buenas, con un tono sutil y con calma, sin embargo la interrupción del otro hombre le hizo callar.

La Bratva te tiene en la mira, niño... —Canturreó con tono espeluznante antes de colgar, dejándole con un fuerte escalofrío recorriendo su columna, viajando por todo su sistema nervioso y forzándolo a tragar duro, con miedo de ahogarse. ¿Qué había sido eso y por qué le había causado tanto pánico? Porque claro estaba que una broma pesada no era, y la más grande de todas las cuestiones ¿Por qué sabía su nombre completo y su número telefónico?







Bratva: Mafia rusa

Sólo Un MensajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora