Capítulo VI

43.4K 3.1K 311
                                    

Eider.

En este momento me siento un poco culpable por haberle gritado. Quizás me pasé con él, sólo quería ayudar a mi perro.

-Oye, chico- dije antes de que se marchara con Alex.

Éste se giró inmediatamente.

-Quizás me he pasado un poco- hice una pequeña pausa- Bueno, bastante pero estaba nerviosa, Odie estaba nervioso y... Eso, que lo siento- que mal se me da pedir disculpas.

Casi ni termino de decir la frase cuando éste ya me está abrazando.

Chico suéltame ya- pienso.

Esto es demasiado incómodo, todos nos miran.

Maldito Alejandro ayúdame.

¿Encima te ríes? Gilipollas.

Quizás tiene un problema con los abrazos.

¿Por qué no me suelta?

-Oye, supongo que eso es un sí, te perdono, pero en serio suéltame ya, me estás asfixiando- Él se separó, sonriendo ampliamente- Eres raro, raro, raro- afirmé- Muy raro- concluí.

Todos se atragantan y Tony ríe.

-Esta chica ya me cae bien- afirmó Tony.

-Y yo que me alegro- le enseñé el dedo del medio.

-¡Eider!- gritaron mis padres con indignación.

-¡Ya! ¡Ya!- levanté mis manos en forma de paz- Alejandro, ¿cuándo piensas avisar al veterinario?-

-¡Oh, cierto!- chasqueó sus dedos-¡Se me había olvidado!-

En cuanto Alex se fue, el tengo un problema con los abrazos se puso a hablar con mis padres mientras yo me sentía muy incómoda con la mirada que me daba Tony.

Odie estaba en posición de defensa también mirando a Tony.

-¿Quién es el perro más inteligente, eh?- susurré mientras acariciaba la cabeza de Odie.

-Tienes muy mimado al perro, ¿lo sabías?- se acercó Tony hasta donde estábamos nosotros.

Muy cerca diría yo.

-¿Y a tí eso que te importa? ¿Te quita el sueño por las noches?- dije con un tono irónico.

Joder no me reconozco ni yo.

-Igual de carácter que de chica, no has cambiado nada- susurró, pero le escuché.

-¿Qué?-

-Nada- contestó algo nervioso.

-Te he escuchado- le advertí- ¿De qué me conoces?- susurré mientras observababa a mis padres con disimulo.

Y con disimulo me refiero a como la niña del exorcista.

-De nada- contraatacó él también en un susurro.

-Pues a mí sí me suena tu cara, y la de tu amigo, y la de tus otros amigos.

-¡Eh, ya tenemos a quién haga de perro!- intentó imitar mi voz.

Y entonces recordé.

...

Recuerdo de Eider cuando tenía cinco años.

-¿Me das mi pelota?- dije algo tímida.

La princesa de sus ojos © Where stories live. Discover now