Capítulo XXXVI.

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(Eider)

-¡Oh, mi pequeña!- exclamó Elisa con sus ojos aguados en cuanto me vio entrar por la puerta.

-Hola, Elisa- respondí con una sonrisa mientras la abrazaba.

-Menos mal que estás bien mi niña- respondió con un sollozo y ambas miramos como Daemon pasó por nuestro lado todavía convertido en lobo- Tendrías que ver como se puso- susurró con una pequeña risa.

Después de que Elisa me soltó fui atrapada nuevamente por John.

-Te juro que casi pierdo la cabeza después de Daemon, porque él de verdad que la perdió en el momento que terminó la llamada- dijo a la vez que me apretaba más contra él.

-Lo siento- susurré- Yo pensé que todo iba a estar bien.

-No te preocupes por eso, pequeña- pellizcó mi nariz.

Odie bajó las escaleras como alma que lleva el diablo y se abalanzó contra mí, acto seguido ambos caímos al suelo.

-¡Odie! ¡Para! ¡Para!- exclamé divertida, pues me hacía cosquillas con su nariz- Me alegro de verte, amigo- acaricié su cabeza.

Después de unos segundos Odie por fin me dejó respirar y pude levantarme.

-Voy a ir a ver a Daemon- susurré avergonzada.

-Claro, pequeña- me sonrió Elisa- Nosotros vamos a ir a dar un paseo con Hades, ¿si? Necesitamos un respiro después de tanta tensión- asentí con una sonrisa y despidiéndome de los tres comencé a subir las escaleras.

Cuando entré en su habitación, Daemon no estaba pero rápidamente supe que se encontraba en la ducha pues el agua sonaba.

Sin nada mejor que hacer me tumbé en la cama algo cansada.

-Princesa- dijo Daemon saliendo del baño y supe al instante que estaba sonriendo.

-Mm- bostecé- O lo que queda de ella- intenté reír.

-¿Mis padres se han ido?- preguntó encaminadose al armario.

-Sí- me giré para verle- Necesitaban un respiro- cuando terminé la frase Daemon rió- ¿Qué es tan gracioso?- pregunté confusa.

-Nada- exclamó divertido poniéndose un pantalón, pues ya traía los boxers puestos desde que salió del baño. Costumbre.

-¿Te duele mucho?- pregunté cuando miré su espalda.

-No- dijo acostándose a mi lado- ¿Te pasó algo allí?- preguntó preocupado a la vez que me abrazaba.

-¿A parte de perder la maravillosa puerta negra y mi pantalón rosa?- dije riendo.

-Siempre que quieras puedes pintar la puerta de nuestra habitación de color negro- comentó el riendo.

-¿Nuestra?- pregunté sorprendida.

-¿Quieres dormir en el sofá?- me miró divertido- Adelante entonces.

-¿Sabes que somos muy empalagosos?- pregunté riendo.

-Dímelo a mí que tengo que oler todo el día canela y chocolate- fingió una mueca.

-¡Hey!- fingí estar enfadada- ¿Prefieres el olor a perros mojados?

-Por supuesto, soy todo un macho- ambos reimos.

-Daemon- dije cuando el estaba casi dormido- Te amo.

La princesa de sus ojos © Where stories live. Discover now