Capíulo XLVI.

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Maratón 2/3.

(Eider)

Yo todavía estaba en estado de shock. Bueno a decir verdad todos estábamos en estado de shock, ¿Daemon no cuenta verdad? Porque ahora mismo parecía un perro rabioso.

-¡Llévenselo!- gritó señalando a Tony- ¡Ahora!- varios hombres llegaron hasta Tony y comenzaron a forcejear con él.

-¡¿Qué haces?!- grité desesperada cuando comenzaron a golpearle. Aunque él era más fuerte los otros eran cuatro así que tenían ventaja. Intenté acercarme hasta él pero Daemon me lo impidió- ¡Es tu mejor amigo! ¡Es tu beta! ¡Haz que lo suelten!

-¡Vamonos a casa, Eider!- gritaba como desquiciado mientras me arrastraba. La verdad es que su presión en la muñeca dolía como los mil demonios. Aguanté hasta que ya no pude evitar soltar un quejido de dolor.

-¡A ella no la tocas!- gritó Tony enfurecido- ¡Puede que a mí me quieras golpear hasta la muerte pero a ella no le haces nada!- golpeó a los cuatro hombres y vino hacia mí.

-¡Aléjate de ella!- escupió con veneno Daemon.

-Eider ven conmigo- me suplicó Tony- Está fuera de sí, va a hacerte daño.

-¡Ella no se va contigo a ninguna parte!- gritó intentado golpearle, pero falló pues Tony lo esquivó fácilmente.

-¡Claro que me voy con él!- entré yo en escena- ¡¿Qué clase de animal eres que dejas que golpeen a tu mejor amigo?!- aparté a Daemon de un empujón y me abracé a Tony- Sácame de aquí, por favor- susurré llorando- No quiero ver a Daemon ahora- Tony asintió y me llevó con él a su casa.

El silencio en el camino fue incómodo y aun más si yo no dejaba de llorar en el hombro de Tony. Diez minutos más tarde llegamos a su casa, abrió la puerta sin dificultad y se metió por un camino que daba a.... ¿Su habitación?

-Descansa mocosa, Daemon vendrá hecho una furia tarde o temprano y te llevará con él- dijo depositandome en la cama. Hizo el intento de salir pero le detuve.

-¿Soy tu mate?- susurré.

-Sí- dijo sin mirarme.

-¿Qué hay con las mellizas?

-No lo sé, Eider- tiró de su pelo- Cuando dio la hora exacta en la que tú nacistes hace diecisiete años el olor de las mellizas desapareció y ahí estaba el tuyo, mucho más delicioso.

Sin más salió de la habitación y yo aproveché para seguir llorando hasta que me quedé dormida.

_____________

(Tony)

Me temía que esto pasara. Joder llevaba una puta semana comportándome como un chico bueno cuando ella estaba delante, y no porque yo quisiera sino que me salía solo. No podía hacerle ni una sola broma, no podía si quiera darle un golpcito en la nuca o en la muñeca, y aunque ella no sabía que ese era el motivo por el cual le dejaba tirarme de los cachetes como ella dice, bien que se aprovechaba.

Y ese olor. Ese maldito olor tan dulce que ella desprendía, incluso más que el de las mellizas. Los tres últimos días el olor que Eider desprendía se intensificó mientras que el de las mellizas cada vez era más débil.

¿Cómo ha podido pasar esto? Mientras pensaba en una maldita respuesta me dirigí al patio delantero de mí casa, porque sabía que Daemon vendría tarde o temprano y aquí estoy yo como un puto perro guardián evitando que algo malo le pase a Eider.

-¡¿Dónde coño tienes a Eider?!- Solo le faltaba la espuma en la boca para parecer un perro rabioso.

-Daemon, tranquilízate- intenté calmar el asunto pero de nada sirvió.

-¡Estás aquí como un puto perro guardián, eh, hijo de puta!- gritó instando parar pero me interpuse- ¡Ese es mi maldito trabajo así que apartate!

-¡No quiero apartarla de tí, pedazo de gilipollas!- le empujé hacia atrás para que se apartara de la puerta- ¡Al contrario que tú yo no voy a obligar a Eider a estar conmigo!- le empujé otra vez- ¡Sí me la he llevado antes ha sido porque tu estabas tan fuera de tí que temía que algo le pasara! ¡Yo me voy a largar ahora y cuando regrese a mi casa no quiero que ninguno de los esté aquí, ¿entiendes?!- le golpeé en la nariz- ¡Y esto por dañar a Eider!- Sin más salí a correr hacia el bosque convertido en lobo.

No es como si fuera a dejar que Eider no me tuviera en cuenta pero algunos días tendría que esperar, al menos hasta que el asunto se calmara un poco.

La princesa de sus ojos © Where stories live. Discover now