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Sólo en un espacio intacto...

Abrió los ojos con dificultad y encontró paredes blancas a su alrededor.

Bajó la mirada. Sus brazos estaban con suero y tenía cortaduras en sus manos.

- Agh ... -Gimoteó. No podía comprender como demonios había salido vivo de esta.
El rubio había tenido experiencias fuertes, incluso se atrevería a decir que estuvo peor.
Aún se preguntaba por qué aquel accidente no lo mató, o por qué en vez de parar en el hospital no se quedó en medio de la carretera , ahí tirado.

-Al fin despierta! Joven... ¿Cipher? -Dijo una enfermera examinando su identificación.

-Si. Soy yo. -Afirmó.

-Bien, tuvo mucha suerte, el impacto que tuvo pudo resultar mortífero, pero veo que a usted no le causo daños graves. Un caso muy poco común.

Bill lo entendía. Al parecer los poderes que poseía hace unos años aún le funcionaban. Pero aún así quería deshacerse de sus dones. Sólo le causaban problemas. Además, quería ser mortal, sólo por él.

-Hay... dos chicos que quieren verle.

-¿Quienes? -Preguntó. No tenía a nadie, a no ser que... No, aquello era imposible.

-Hola... ¿Te encuentras bien? - Preguntó una chica de cabellos dorados. No debía tener más de diecisiete años.

-¿Quien eres tu?

-¿No nos recuerdas? Te salvamos la vida. -Dijo ahora el acompañante de la chica.

-¿Ustedes me ayudaron?- Ambos asistieron.

La cabeza del rubio dolía como mil demonios, ahora tenía que procesar lo ocurrido. Esos dos niños le habían "salvado" la vida. Ayer había chocado contra un árbol. Un accidente bastante idiota para Bill.

-Nos pidió esto. -Hablo la chica. Entregándole aquel cesto de mimbre que no estaba más que lleno de recuerdos.

El lo reconoció de inmediato. Era lo que más quería en el mundo. El regalo del amor de su vida. No pudo evitar soltar una sonrisa llena de nostalgia.

-Gracias niña. -Dijo tomando la cesta en sus frías manos. Odiaba decir gracias a veces, pero ello había sido cambiado por la única persona que lo amó.

El teléfono del chico de cabellos mestizos sonó. Hizo señas de que debía irse. Se despidió con la mano, dejando sola a la chica rubia.

-¿Que tiene el cesto?- Preguntó curiosa.

-¿Eh? Solo... cartas... Fotografías, uno que otro objeto. -Respondió el abriéndolo.

-¿Puedo ver?

-No veo por qué no.

Bill le entregó su cesta a la chica. Y esta la examinó.

-Soy Diana, por cierto.

-Bill.

Diana comenzó a leer una carta. La primera que tomó.

-¿La lees en voz alta?

-Claro.

Diana se sentó en una silla junto a Bill, a leer.

" Querido Dipper: Lo sé. Soy patético, no se como escribir cartas. Bueno, Quizás después aprenda...
Espero que jamás leas esto, se que no lo harás porque jamás te las voy a entregar, sería bastante vergonzoso .
Hoy no pude evitar verte mientras caminabas con tu hermana... ¿Mabel? Creo que así se llama...En fin; Hoy volviste al pueblo, y antes no te prestaba atención...
Pero Dios. Te ves increíble. Para tener tan solo dieciséis eres una bomba atómica. Realmente no entiendo como no tienes a nadie detrás de ti , persiguiéndote. ¡Ah si! Como no tienes a nadie, debería yo ser quien te persiga. (...)

Love Letters •BillDip• #BillDipAwardsWhere stories live. Discover now