Viaje

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A pesar de la sorpresiva propuesta de Harry, tu te encontrabas más que tranquila. Esos 9 días habían trascurrido rápidamente ya que habías tenido muchos líos en la oficina por unos casos nuevos, que al final decidiste posponer para luego de las vacaciones.

Te excusaste en tu trabajo por salir dos semanas antes de lo normal, pero no hubo mucho problema ya que Tu rara vez faltabas y siempre estabas actualizada así que, faltando sólo 3 días para tu partida, ya estabas en casa descansando y saliendo de compras con Eleanor para los regalos de navidad.

En tanto, Harry se encontraba más liado que nunca, le costaba concentrarse por no dejar de pensar en lo que su madre y su hermana habían preparado para él y esa falta de concentración había complicado las cosas en su trabajo, ya que él debía dejar todo en orden para poder marcharse. El problema era que él siempre dejaba todo para último minuto. Finalmente dejó encargada a su secretaria y decidió que los regalos de navidad los compraría en Londres, con tu ayuda y la de Gemma, ya que no le había dado tiempo; le quedaba sólo un día para marcharse y él aún estaba en el trabajo. Pero, aunque tu ibas a hacer su estadía en casa de su familia más tranquila, no comprendía por qué esto no terminaba de tranquilizarlo del todo.

Era 30 de noviembre y pronto viajaría a casa de su Familia. Acababa de llegar a su casa, eran las seis de la tarde y estaba claramente agotado. Entró, se deshizo de sus zapatos y su corbata, lanzándolos a un lado de la puerta junto con su maletín. Pronto le llegó el disfrutable olor a comida que provenía de la cocina, amaba cuando tu cocinabas, se dirigió a la cocina, aún en calcetines y se recargó sobre el marco de la puerta con los brazos cruzados.

-¿Qué haces? -Preguntó desde el marco de la puerta, riendo al ver que, del susto, casi te golpeas con la puerta del refrigerador.

-¿Se puede saber por qué entras a casa como si fueras un ladrón? ¿Quieres que me dé un infarto, no?

-¡Claro que no!, si te pasara algo ¿quién me alimentará? -Contestó Harry fingiendo inocencia.

-Tú no cambias ¿no? ¿Y es que ahora vienes desvestido de la oficina? -Preguntaste mientras te acercabas a tu amigo y mirabas como le faltaban los zapatos, la corbata y traía la camisa desajustada.

-Pues… ahora que lo mencionas, ¿te conté que llegó una chica nueva al trabajo y es muy eficiente? -lo miraste con los ojos muy abiertos-. Es broma -dijo mientras te saludaba con un beso en la frente y te tomaba de los hombros para dirigirte hacia el horno de la cocina-. ¿Y se puede saber qué cocinas?

-He hecho una lasagna con carne y verduras -dijiste sacando el platillo del horno.

-Huele genial ¿sabes? ¡Deberías dejar lo de ser abogada y empezar como Chef!

-Sí, lo que tú digas -murmuraste rodando los ojos. Sabías que aunque Harry ya tenía 23 años comía como un niño en crecimiento.

Se sentaron a la mesa y mientras servías la cena, Harry se ocupaba de llenar una copa de vino, mientras que a ti te servia un vaso con jugo de manzana, el sabia que a ti casi no te gustaba beber.

Pusieron los platos en el salón, sobre la mesita de centro, ambos se sentaron en el suelo y él encendió el televisor para ver la repetición de un partido de futbol que transmitían por FoxSports. Al terminar su cena, Harry recogió los platos y los puso en el lavavajillas mientras Tu cepillabas tus dientes. Harry terminó y se dirigió a su habitación a hacer su maleta ya que no tenía nada empacado aún. Comenzó a vaciar sus cosas sobre la maleta negra, pero se distraía fácilmente encontrando tonterías que creía perdidas.

-Harry, son las tres de la madrugada… deja de hacerte el tonto… y termina de hacer tu maleta ya… -Decías entre bostezos. Habías entrado a la habitación en un pantalón largo de color blanco y encima un viejo abrigo blanco de Harry que te quedaba visiblemente grande.

-Sí, ya casi termino… es que mira, he encontrado una vieja fotografía de mi hermana Gemma, cuando éramos niños.

Entraste en la habitación y te sentaste en la esquina de la cama, Harry te pasó la fotografía, mostraba a 2 niños, muy divertidos, jugando al futbol.

-Qué dulces y felices… -Dijiste sonriendo y entrecerrando los ojos. Tomaste una de las almohadas de Harry y te abrazaste a ella esperando que el terminara de hacer su maleta, pensabas en regañarlo cada vez que se distrajera pero el sueño te venció y terminaste quedándote dormida.

Cuando Harry abrió los ojos no se lo podía creer, se había quedado dormido apoyado en el borde de su cama, aún sentado en el suelo, le dolía todo, absolutamente todo. Se giró dolorosamente y miró el reloj que se encontraba en su mesa de noche y vio que eran las nueve de la mañana… ¡¿Las nueve de la mañana? Pero si tenían que estar a las 10 en el aeropuerto, ¿qué iban a hacer? Estaban perdidos, pensó que tu estabas dormida aún. Dio un fuerte brinco olvidando por un momento su dolor y corrió hacia tu habitación, prácticamente tirando la puerta. Al entrar, lo miraste con aprensión.

-¿Qué haces? -Exclamaste.

-Oh… ¡_______! Nos hemos dormido, date prisa, ¡corre, perderemos el avión, mierda! ¡Date prisa! -Gritaba Harry como loco saliendo de la habitación… luego de unos segundos, regreso…

-Ok -Atinó a decir al ver que tu ya estabas completamente vestida y con la maleta hecha-, ¡me he dormido yo!

Salió corriendo de nuevo, esta vez a su habitación. Terminó de empacar o, más bien, de tirar, sin ni siquiera doblar, todo lo que encontró en su armario a la maleta que estaba desplegada sobre la cama. Con mucho esfuerzo la cerró y luego se metió a la ducha. Treinta minutos después, bajó al salón arrastrando su maleta con todas sus fuerzas. Al llegar allí te encontró sonriendo divertida mientras le extendías una taza de café.

-¿Se puede saber qué te hace tanta gracia? -Preguntó Harry.

-Ok, escucha. Sé que te vas a enojar un poco, pero tenía que hacerlo… Siempre te tardas demasiado y nunca llegas a tiempo… -Decías, alejándose de él por las escaleras-, y pues… mira bien el reloj de la sala… -Fue lo último que dijiste luego de desaparecer por las escaleras.

-Vuelve aquí que estamos tarde -Exclamó impacientándose. Harry miró hacia el reloj de la sala… No había nada raro, eran las 8:30, eso ya lo sabía… Un momento… ¡¿las 8:30?, miró su reloj de mano y vio que éste daba las 10:00, pero seras bruja!!.

-¡_______ _______ _______!!!!, qué susto me has dado, te voy matar! -Gritó Harry, enojado pero a la vez aliviado por que todo era una broma tuya y aún podían alcanzar el vuelo.

Terminaron de arreglarse y, luego de que Harry discutiera contigo sobre la manera de despertarlo en las mañanas, consiguieron salir a tiempo para llegar al aeropuerto nacional de Malta a las diez de la mañana. Tuvieron que esperar dos horas para poder abordar el avión, en tanto, Harry aprovechó las tiendas del lugar para comprar algunos obsequios de navidad con tu ayuda. A las 11:45 tomaron el vuelo que los llevaría a la ciudad de Londres, donde los esperaban Robin y Niall uno de los amigos de Harry de los que llamaba Hermanos, que ya había llegado para la celebración familiar.

A las 6:15 de la tarde, hora local, llegaron a Londres. Tardaron un poco en ubicar sus maletas y pasar sus documentos. Al salir de la puerta de internacionales, pudiste distinguir fácilmente dos cabezas alzaban sus manos haciendo señas como locos para que ustedes se dirigieran allí.

-¡Hola, querida! ¡Pero mira qué guapa estás! -Te Saludó Robin, dándote un abrazo y tomando la maleta que llevabas.

-¡Oh, gracias señor Robin! Es muy amable y a usted no le pasan los años, cada vez está más guapo -Dijiste devolviendo el cumplido y soltándote de su abrazo.

-No digas eso, _______, mira que si Anne te escucha puede ponerse celosa… -Advirtió Niall abrazandote.

-Soy su familia, ¿saben?, sería bueno que me dieran la bienvenida a mí también, da la sensación que la de la familia es _______, ¡no yo! -Exclamó el Harry fingiendo indignación.

-No seas celoso, harrito, es sólo que a ti te vemos más que a _______ -comentó Niall , dando unas palmaditas en los hombros de Harry mientras lo dirigía hacia el estacionamiento.

Subieron al auto de Robin, era un coche, color negro y con cristales polarizados. Tardaron dos horas en llegar a la casa de Harry, ya que en Londres llegaba el invierno y eso dificultaba el tránsito en las carreteras, además que la casa -para tu gusto- se encontraba muy retirada de la ajetreada vida Londinense que ella conocía muy bien, se encontraba en Holmes Chapel. Tu, que ibas en el asiento trasero del coche, mirabas por la ventanilla los hermosos paisajes creados por el frío y las bajas temperaturas, los árboles se encontraban sin hojas y secos pero adornados por una fina capa de nieve que los envolvían delicadamente. Pasaron por el viejo lago, del cual Harry te había contando fantásticas historias de su infancia junto a sus "Hermanos" y donde Robin intentaba pescar sin ningún triunfo, que en ese momento se encontraba congelado y se podían ver niños patinando sobre él y jugando hockey animadamente. Realmente era un paisaje encantador.

-Lindo ¿no? -Preguntó Harry, mirandote dulcemente mientras te rodeaba en un abrazo.

-¡Hermoso!, Deberías venir más a menudo, Harry -comentaste, aceptando el abrazo y rodeándolo con una mano por la cintura.

-Lo sé, pero ¿sabes también por qué no me gusta venir aquí?... No me gusta recordar… -Dijo en un susurro para que sólo tu escucharas.

-¿Todavía piensas en ella? -Preguntaste con cautela, sabiendo que te adentrabas en un tema doloroso para él.

-No. Ya no pienso en ella pero es un recuerdo muy dañino -contestó el como si le costara hablar. Asentiste con la cabeza para terminar con la conversación.

Las dos horas transcurrieron rápidamente, Niall ponía al día a Harry sobre cómo se encontraba, Victoire,la pequeña hija de Zayn y Perrie que ya para ese momento tenía 2 años, y Lux que ya tenia 5 años élla era una niña cariñosa, aunque, en realidad Harry era prácticamente el "tío" preferido. Tu siempre habías visto la relación de Harry con sus "sobrinas", él tenía un gran don con los niños y creías que, cuando fuera el momento, sería un padre divertido, cariñoso y, sobre todo, alcahuete.

A las 9:00 pm llegaron a la casa de Harry, ésta quedaba en medio de dos colinas, por lo que era casi imposible ir por este lugar a menos de que conocieras el camino. Sin embargo, a pesar de la lejanía, era una casa hermosa, rodeada por una cerca negra metálica.

A Harry le encantaba su hogar, era una casa hermosa en todos los sentidos, no sólo por los paisajes sino también por los recuerdos de su infancia. Atravesando el prado verde, con leves toques de nieve, estaba el caminillo de rocas que llevaba a la puerta de aquella casa. Era encantadora, de dos niveles con un gran único balcón que rodeaba todo el segundo nivel sin interrupciones y que unía todas las habitaciones que tenían puertecilla hacia ese lado de la casa, de un color marrón oscuro, forma rectangular y constaba de 4 habitaciones y dos baños comunes en el segundo nivel; en el nivel inferior, había un hermoso salón de muebles antiguos que rodeaban una preciosa chimenea en donde reposaban fotos de toda la familia y hasta de la familia postiza. Pero lo que tal vez le gustaba más a Harry, de la casa, era ese espacio en donde su madre era la única dueña: la cocina, muy amplia con un comedor rectangular de madera con espacio para diez personas. Tras la casa, y saliendo por la puertecilla tras la cocina, se encontraba la alberca que, claramente para esta época del año, estaba vacía. Pero ese prado, seco y congelado por el aturdidor frío, del jardín trasero era inmenso y rodeado de árboles, ahora marchitos por el invierno, que hacían recordar a Harry las excursiones con sus hermanos y los mini partidos de futbol después de las comidas familiares. En este lugar creció y por eso cada cosa de allí le encantaba y traía a su mente maravillosos recuerdos sin embargo, al posar su mirada en un pequeño columpio, hecho de madera y que se sujetaba por un lazo a un fuerte árbol que estaba en la entrada de la casa, al lado del camino de rocas, la sonrisa de su rostro se desvaneció y entonces recordó por qué hacía 3 años que evitaba venir a este lugar.

-Por fin llegan, los hemos estado esperando para la cena… ¡pero mira qué guapo y grande está mi pequeño Harry! -Decía una emocionada señora Twist mientras abrazaba a su hijo, que era evidentemente más alto que ella.

-Lamentamos haberlos hecho esperar, Anne, es que la carretera estaba un poco en mal estado y eso dificultó todo -contestaste.

-¡Oh querida _______! -Saludó la mujer mientras te daba un efusivo abrazo de bienvenida-. Pero mira qué flacucha estás, ¿se puede saber de qué te alimentas? -Preguntó Anne mientras te tocaba los brazos.

-Pues… de comida normal, un poco de verduras y frutas -mentiste, intentando sonar saludable.

-Querida, tengo 2 hijos y 4 postizos y tú vives con el más malcriado de los 6,sé que deben vivir de comida chatarra, además estás bastante falta de vitaminas… ¡no te preocupes!, aquí lo solucionaremos…. Pero pasen, que los chicos los esperan… -Decía, haciendo un ademán con las manos instándolos a pasar al salón.

Al entrar, los cuatro dejaron sus abrigos en la entrada, en manos de Anne, la imagen era… ¿cómo decirlo?... Exageradamente tierna, en el salón y alrededor de la chimenea, se encontraban sentados, en uno de los sofás de tres plazas: Elena, esposa de Liam, que hablaba entretenidamente con Zayn y su esposa Perrie; en otro de los asientos, el de dos plazas, Eleanor,y Louis quienes ya habian llegado hace 2 dias, se encontraban jugando con Lux la hija de Tom y Lou que habian llegado hace un dia. Y en el otro sofa se encontrabna Lou, Tom, Gemma y Josh su novio platicando. 

-¡Aquí está reunida toda la Familia! -Gritó Harry desde la puerta.

-¡Tío Harry! -Gritaron Lux y Victoire al unísono, poniéndose en pie y corriendo a dar un abrazo a su tío preferido.

-Pero qué grandes están mis princesas… Aléjense de los chicos o ya los alejo yo -dijo en voz baja para que sólo las pequeñas lo escucharan y rieran por la ocurrencia de su tío.

Todos los demás se levantaron a saludar a los recién llegados, aunque te conocían aún no entendían muy bien qué relación llevabas con el único soltero de la familia, provocando que te sintieras un poco incómoda por las miradas.


En ese momento, por las escaleras de la casa , bajaba Monica (novia y futura esposa de Niall) embarazada de ocho meses.

-Niall, no me habias dicho Nada! -dijo Harry, dando un fuerte abrazo a Niall-. Pero mírate, eres todo un hombre, vas a ser papá…

-Y tú no cambias, ¿no? A ti no hay quien te amarre… aunque, aquí entre nos, tu madre tiene planes para ti -dijo Monica, novia de Niall, mientras le daba dos besos.

-¿Qué sabes tú de eso? -Preguntó inquisitivo mas no obtuvo respuesta ya que Monica se dirigió directamente a la cocina con ansia de devorar lo que encontrara a su paso.

Quince minutos después de su llegada a la casa todos los adultos se dirigieron al comedor ya que las pequeñas habían cenado antes de su llegada. La cena transcurrió con tranquilidad, a pesar de ser demasiados en la mesa. Pronto dieron las once de la noche y algunos se marcharon ya que había trabajo al otro día. Un rato después, Liam y Elena se marcharon, y junto con ellos Tom Lou y Lux, que se quedarían en casa de ellos. Al final de la noche, sólo quedaban en casa: Zayn y Perrie con su hija, Josh y Gemma, que habían venido de Londres a pasar todas las festividades allí, Anne y Robin y Harry y Tu.

-Bien, supongo que estarán muy cansados, ha sido un día muy largo. Deberíamos subir a dormir ya -decía Anne en el comedor, dirigiéndose a los recién llegados y recogiendo las tazas de té vacías de la mesa.

-Es cierto, mamá, el viaje fue un asco, quiero darme una ducha y luego tumbarme así que… ¿cómo dormiremos? -Preguntó Harry soltando un bostezo.

-Bueno, harry… Zayn y Perrie duermen en una habitación, de la misma forma lo hacen Gemma y Josh, , tú en tu habitación y _______ dormirá con Victoire en la habitación que está seguida de la tuya -Respondió Anne, repasando la organización que habían asignado-. Espero no te incomode dormir con Victoire, _______…

-No, para nada. Por mi está bien, Anne, muchas gracias.

-No es nada, sabes que nos agrada tenerte aquí- Dijo Anne

Tu subiste a instalarte. Cuando entraste a la habitación, la pequeña con la que compartías ya estaba dormida. Te cambiaste lenta y silenciosamente tu ropa y te pusiste tu pijama de pantalón blanco y, sobre ésta, una bata de dormir que te proporcionaba calor, recogiste tu enmarañado cabello en una coleta alta y abriste la puertecilla que daba hacia el balcón compartido. Al salir, apoyaste tus codos sobre la baranda, mirando un iluminado cielo que, a pesar del frío, estaba lleno de estrellas.

Harry escuchó cómo la puertecilla de la habitación de alado se abría, terminó de ponerse su abrigo y corrió un poco la cortina que tapaba la otra puertecilla del balcón y pudo ver cómo tu te recostabas sobre la baranda mirando hacia el nocturno paisaje. Dejó encendida la luz de su lámpara de mesa y abrió lentamente la puerta del balcón, cerrándola de nuevo tras él.

-Hola, hermosa -dijo él poniéndose a tu lado.

-Hola, guapo -contestaste esbozando una sonrisa-. ¿Te sientes mal por estar aquí? -Preguntaste sin quitar la mirada del horizonte-. He visto cómo te ha cambiado el rostro al mirar el columpio.

-Eres una gran observadora -dijo éste, mirándote un instante y esbozando una sonrisa triste-. No me siento mal por estar aquí, _______… ésta también es mi casa pero tú sabes más que nadie mis razones… Por eso me alegra que estés aquí, porque sé que me entiendes -explicó él abrazandote y dándote un corto beso en el cabello.

Tu guardaste silencio un segundo, quitando la mirada del horizonte y dirigiéndola hacia el viejo columpio de madera, recordando lo que hacia varios años tu amigo se había atrevido a contarte.


FlashBack
Era un verano en Malta, Harry y Tu habían decidido ir a dar un paseo por la playa para tomar algo refrescante. Se sentaron a la orilla del mar mientras esperaban el anochecer, tu tomabas un té helado y el una cerveza.

-Harry, nunca… ¡Eh!… Harry, hace ya 1 año que nos conocemos y nunca me has contado por qué decidiste dejar Londres -cuestionaste,no sabíendo bien cómo abordar el tema.

El guardó silencio por unos minutos, pensado bien en cómo contestar a esa pregunta.

-¿Si te lo cuento me lo dirás tu también?

-¿Decirte qué? -preguntaste ingenuamente.

-Si te cuento por qué vine aquí, ¿me dirás qué es eso de lo que escabas en Londres cuando nos conocimos?

Tragaste saliva, como si dudaras en contestar pero sabías que podías confiar en él y que en algún momento de sus vidas se lo contarías, así que asentiste lentamente con la cabeza sin quitar la mirada de los ojos de tu amigo.

-Me fui de Londres por que estaba muy dolido, me enamoré de alguien, tuvimos una relación de 3 años pero al final resultó que ella no me quería.

-Créeme, puedo entenderte -comentaste esbozando una sonrisa irónica-. ¿Y cómo supiste que no te quería?

-Pues…

»Era 31 de diciembre, Harry se encontraba más que nervioso, esa noche no sólo era fin de año sino que por fin se atrevería a pedirle al amor de su vida que estuviera junto a él, para el resto de su vida. Habían cumplido 3 años de relación y, por fin, él se atrevería a dar ese paso. Estaba feliz, ansioso, ilusionado; tenía un mundo de emociones dentro de sí que sería imposible explicar.

Bajó las escaleras de su habitación cuando escuchó que tocaron a la puerta, al llegar abajo, se encontró con una rubia alta, de ojos azules y de una belleza inigualable. Llevaba un vestido de seda en color neón coral y con escote halter, tipo sirena y ceñido al cuerpo en una forma que resaltaba su hermosa figura; de largo le llegaba poco más arriba de la rodilla, luciendo sus piernas y, acompañando el vestido, unos zapatos de tacón color plata y una pequeña cartera del mismo color. Su cabello estaba recogido en una rosca adornado con puntitos de cristal rosa. El la miraba estupefacto, aunque para él ella siempre estaba hermosa esa noche se encontraba espectacular, corrió hacia ella y le dio un corto beso en los labios mientras la tomaba por la cintura.

-Estás hermosa -dijo el Harry al oído de la rubia.

-Gracias. Mi novio también está muy guapo esta noche -contestó separándose un poco de él.

-Te tengo una sorpresa esta noche y espero te agrade -La rubia entreabrió la boca para hablar pero antes que pudiera decir algo pero el tapó sus labios con el dedo índice-. No preguntes nada.

La velada transcurrió muy bien, a las doce toda la familia le dio la bienvenida al nuevo año entre besos y aplausos, había un gran alboroto ya que estaba toda la familia reunida, los sofás del salón fueron retirados dejando una gran mesa con bebidas y bocadillos para la velada. Cenaron todos juntos muy divertidos y felices. Dos horas después de la cena, cuando se encontraban todos bebiendo copas de Whisky…

-Chicos, silencio por favor -pidió Harry pero al parecer nadie lo escuchó-. ¡Cállense! -Dijo ahora, levantado un poco la voz, a lo que todo el mundo guardó silencio.

Harry se hizo en medio de la reunión mientras todos lo miraban con gran expectativa, tomó de la mano a su hermosa rubia y la trajo hacia el centro de la unión y mirándola a los ojos dijo:

-Bueno, Tay -carraspeó un poco-, tú sabes que te amo con mi alma, que desde que te conocí mi vida ha dado un giro radical, sabes que sin ti no soy nadie. Después de 3 maravillosos años a tu lado, puedo decir que eres el amor de mi vida, puedo decir que no hay otra mujer para mí que no seas tú -esto último lo dijo mientras se arrodillaba en una pierna sobre el suelo, frente a la rubia que se encontraba atónita con lo que estaba sucediendo. Las mujeres de la reunión lloraban y reían a la vez,Anne se encontraba abrazada a su marido esperando que su hijo recitara las palabras mágicas que llenarían a todos los presentes de felicidad.

-Taylor Swift, ¿quieres casarte conmigo? -Dijo sacando de su bolsillo una cajita roja y extendiéndosela a ella, esperando una respuesta.

Para sorpresa de todos los presentes, la chica dio media vuelta y corrió hasta la entrada, tomó su abrigo blanco y salió corriendo bajo la mirada sorprendida de todos los presentes. Harry se levantó del suelo con un fuerte dolor en el pecho, como si le hubiesen clavado mil dagas sin piedad, corrió tras ella atravesando el patio principal y tirando del brazo de la rubia arrastrándola hacia un gran árbol de donde colgaba un malgastado columpio de madera.

-¿Qué sucede, Taylor por qué has salido corriendo? -Preguntó un angustiado Harry.

-Harry, lo siento, esto no puede ser.

-¿De qué hablas, cómo que no puede ser?

-No, lo siento, Harry. No quiero casarme contigo, esa es mi respuesta: No - dijo la rubia mientras una lágrima surcaba su mejilla.

-Pero… pero… -Decía Harry, a quien ya le costaba respirar y mantenerse en pie-. ¿Por qué? ¡¿Es que acaso quieres dejarme? ¿O… sólo no estás preparada para dar ese paso? -Preguntó, rogando en su interior que fuera esto último.

-Harry -empezó ella, respirando profundamente y buscando las palabras para expresar lo que sentía con calma-, cariño, no se trata de que esté preparada, han sido 3 años maravillosos es sólo que… Hace mucho que no somos los mismos… yo he intentado que esto funcione pero esta noche me di cuenta y lamento lo que te diré pero… ya no te quiero, lo nuestro ya no funciona -explicó ella, lo más tranquila que pudo, pero al ver que el no decía absolutamente nada decidió dar la vuelta, subir a su coche y marcharse.

El muchacho quedó completamente paralizado, no sabía cuánto tiempo llevaba allí de pie, solo, intentando asimilar todo lo que había sucedido, no sabía qué hacer sólo quería que se abriera un agujero en la tierra y lo tragase por completo, no quería estar más allí…

Entró a su casa, su familia guardó silencio pero era claro lo que había sucedido. Su madre estaba atónita pero él no estaba como para dar respuesta, subió a su habitación y durmió.

Dos días después pidió un traslado a Malta y alquiló un piso en la capital, el vuelo salía el 4 de enero…

-Por eso es que decidí venir a Malta y nos encontramos el día en que nos conocimos.

-Es muy triste -dijiste, mientras llorabas escuchando la historia de tu amigo aún mirando la luz de la luna que se abría paso en el horizonte.

Él dio un fuerte suspiro y te tomó por la cintura , sabía que también tenías algo doloroso que contar, lo sabía desde que te había visto esos ojos llorosos aquél cuatro de enero al entrar al aeropuerto… pero ya se enteraría cuando estuvieras lista para contarlo.

Limpiaste tus lágrimas y, al sentir el abrazo de tu amigo, te aferró a él rodeando su torso con tus brazos, él te daba seguridad pero su historia era tan similar a la tuya que no podías dejar de sentirte dolida también.

Fin del FlashBack

Comenzando de Nuevo (Harry Styles) [EDITANDO]Where stories live. Discover now