10. "Celos"

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— ¡Bess! —El grito me hace alzar la vista de la mesa donde me encuentro y, de pronto, mi vista se posa en mi amiga Emily, quien atraviesa la cafetería a paso rápido y decidido para llegar a donde me encuentro.

No me pasan desapercibidas las miradas reprobatorias que recibe de la gente a la que empuja para llegar a mí. Tampoco puedo dejar de notar las expresiones divertidas y burlonas que un montón de chicos le dirige. A Ems nunca le ha importado lo que piensen de ella, y eso es algo que siempre he admirado.

Mientras sigo su trayectoria, la sensación de malestar que no me ha dejado tranquila durante el fin de semana, incrementa. Había estado rogándole al cielo que este momento nunca llegara, pero sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarme a la realidad.

Sé que va a preguntar sobre mi cita con Mason. Sé que va a querer saberlo todo, pero la verdad es que yo no quiero hablar de eso. No cuando todo fue un maldito desastre.


— ¿Estás evitándome? —Emily habla cuando llega a la mesa. Una de sus espesas cejas se arquea en un gesto incrédulo y retador, y muerdo mi labio inferior antes de encogerme de hombros.

—No te evito —mascullo, pero es mentira.

—Oh, por supuesto que lo haces.

Mis cejas se alzan.

—Si ya lo sabes, ¿para qué preguntas, entonces? —Sueno irritada y divertida al mismo tiempo.

Sus ojos se entrecierran, pero se sienta en el lugar vacío frente a mí de todos modos. Cuando llegó ni siquiera se molestó en ir a buscar algo para comer, así que ahora está aquí, estirando su mano hasta mi bandeja para robar lo que sea que esté a su alcance.

—Habla ahora —exige, mientras se mete un pedazo de pan en la boca.

Mi vista baja hacia el plato con comida que descansa frente a mí y remuevo el puré de papa con el tenedor plástico.

— ¿Tengo que hacerlo?

— ¡Por supuesto que tienes que hacerlo! —Exclama, con fingida indignación—, ¡tengo derecho a saberlo todo!, ¡he fantaseado acerca de este momento toda mi vida, Bess Marshall!, ¡tienes prohibido quitármelo!

Una risa nerviosa se escapa de mis labios y sacudo la cabeza.

— ¿Fantaseas conmigo teniendo una cita?

— ¡Fantaseo con el hecho de que hables de chicos conmigo! —Chilla—, siempre soy yo la que habla sobre ellos. Comenzaba a preocuparme, ¿sabes?

La risa previa toma fuerza, pero esta vez suena un poco irritada.

— ¿Creías que era lesbiana?

— ¡No me cambies el tema! —Suena desesperada y, durante una fracción de segundo, me siento herida.

¿Realmente esperaba que un día llegara y le dijera: "Hey Ems, te tengo una noticia: soy lesbiana"?

No es como si me incomodara serlo. Es que no puedo creer que nunca lo haya preguntado. Si yo creyera que tiene otra clase de preferencias, lo preguntaría porque es mi mejor amiga. Se supone que existe esa clase de confianza.


— ¿Por qué evades mi pregunta? —Refuto—, ¿creías que era lesbiana?

— ¡Bess, por el amor de Dios, sólo quiero saber qué pasó en esa cita! —Ella exclama—, si eres o no lesbiana no es de mi maldita incumbencia. Ahora habla.

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