26. "Pérdida"

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Duele. Todo mi cuerpo grita debido al dolor, mis dedos crujen y se crispan involuntariamente en formas antinaturales y dolorosas, mis pulmones sufren espasmos aterradores, mi cabeza zumba y palpita de modo incontrolable y grito. Grito con todas mis fuerzas porque el dolor es insoportable.

Un sonido gutural y torturado se me escapa y una convulsión violenta hace que muerda mi lengua y mi boca se llene de sangre.

Hay líquido en mi tráquea pero no puedo toser. No puedo hacer otra cosa más que retorcerme y ahogarme en el líquido de sabor metálico que invade mis papilas gustativas.


Hay voces por todos lados, mi visión ha comenzado a nublarse, los espasmos de mi cuerpo son cada vez más lentos y no respiro. No respiro en lo absoluto.

Alguien grita mi nombre y, por un pequeño instante, puedo jurar que la voz que lo ha hecho ha sonado como la de Dahlia. Casi, incluso, puedo jurar que la he visto por el rabillo de mi ojo...

Soy colocada sobre mi costado y, de pronto, el dolor se va. Mis dedos dejan de moverse y mi cabeza deja de agonizar. Entonces, los golpes suaves en la espalda, llegan.

El líquido se drena fuera de mi boca casi de inmediato, pero el que se ha filtrado por mi tráquea no cede. Una tos intensa brota de mi garganta en ese momento, pero mis débiles pulmones no son capaces de sacar la sangre que se ha filtrado en lugar equivocado.


Una arcada le sigue a la otra, y a esa le siguen un par más, antes de que el contenido de mi estómago sea vaciado en la alfombra que se encuentra a mi lado.

El temblor de mi cuerpo es incontrolable cuando el resto de los espasmos provocados por el vómito, me invaden; pero no es hasta que puedo recuperar el aliento, que me desplomo en el suelo.

Alguien grita mi nombre, pero ni siquiera puedo abrir los ojos. El palpitar de mi cerebro, aunado a mi falta de respiración, apenas me permite ser consciente de mí misma.


Otro tipo de dolor estalla en mi cráneo y gimo cuando mi cabeza se alza del suelo involuntariamente. El ángulo forzado de mi cuello me hace ahogar un quejido y, de pronto, me encuentro moviéndome sin quererlo.

Siento cómo algunos de mis cabellos son arrancados en el proceso y, con dedos torpes, trato de alcanzar a la persona que me lleva a rastras por todo el suelo alfombrado del apartamento.

De pronto, el mundo se detiene y el dolor en mi cráneo disminuye considerablemente. Me han liberado y estoy en una posición sentada.

En ese momento, mis ojos -que se encontraban cerrados- luchan contra las lágrimas y miro hacia todos lados para intentar ubicarme.

La familiaridad de la habitación se siente errónea en este momento, pero no es hasta que veo a Dahlia tirada en el suelo de la habitación, atada y llena de morados y golpes, que el pánico se apodera de mi cuerpo.

"¡¿Cómo diablos es que está aquí cuando vi su coche saliendo del aparcamiento?!"

— ¡Bess! —Medio solloza—, ¡Dios mío, Bess!, ¿estás bien?, por favor dime que estás bien.

Un grito cargado de horror se construye en mi garganta, pero lo reprimo mientras que trato de averiguar qué diablos está ocurriendo. No logro entenderlo del todo. Hace apenas unos instantes estaba perfectamente bien. ¿Qué demonios está pasando?...

DEMON © ¡A la venta en librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora