Burning House ~Lurisse~

39 1 1
                                    

Para los que no conozcan Percy Jackson... imagínenlo con alguien más.

El campamento estaba en llamas, todos habían salido; excepto yo. Había algo que me mantenía ahí.

Y entonces lo escuché. Un grito proveniente desde la cabaña de Hermes. Corrí y quité una viga que comenzaba a arder, la cual estorbaba en mi camino.

-¿Quién está aquí?- levanté mi voz sobre el sonido de la madera ardiendo en llamas, intentando buscar a alguien dentro.

-¡Clarisse! ¡Sácame de aquí!- era él: Luke Castellan. El traidor. Mi amor platónico. Lo busqué por toda la cabaña, sin éxito alguno. -¡Estoy en la maldita caja!- gritó nuevamente.

-¡Ya voy, madre!- bromeé, intentando calmar mis nervios y, tal vez los de él. Corrí hacia la otra esquina, evitando cualquier objeto que estuviese en el suelo. Intenté abrirla, estaba cerrada.

-¡Maldita sea! ¡Está cerrada!- exclamé frustrada. Bien, la última opción; quité la hebilla de mi bota y comencé a forcejear la cerradura. Y pronto él dejó de forcejear por dentro; me acerqué más y... nada, no había respiración alguna.

Mi desesperación creció y conseguí abrir la caja de madera; tomé el débil cuerpo de Luke en mis brazos y lo saqué. Sus lindos ojos se abrieron y me abrazó.

-Gracias, La Rue- sonreí débilmente.

-De nada, Castellan- me levanté  y, al instante, sentí un gran peso en mi espalda y luego ésta quemaba. Ardía como el inframundo (no pregunten cómo sé, sólo no hagan enojar a Nico o terminarán allí). Y de pronto, el dolor se fue.

-¡Clarisse!- unos dedos chasquearon frente a mí. Desperté y miré a Annabeth frente a mí.

-¿Qué pasa? Estás desde hace media hora llorando, mirando a la nada- toqué mis mejillas y, en efecto, estaban mojadas. Las limpié y me levanté. -Oye, ¿irás a la fiesta? Ya sabes, de Percy- asentí.

Toda la noche estuve divagando en ese sueño que me atormentaba. Intenté recrearlo miles de veces para salvarnos, pero no pude. Y sabía que era el único lugar en que podría abrazar a Luke, en esa cabaña en llamas.

[...]

Me senté en la acera, mi cabeza daba vueltas y no me sentía bien. Claro, como Sally y Paul no se encontraban, Percy organizó una fiesta un tanto... loca, con ayuda de Nico (ese niño sabe hacer fiestas, ¡y tiene como doce!).

Sentí una mirada sobre mi espalda, y supuse que era Chris.

-Largo de aquí, Chris, no me siento bien- la mirada siguió ahí y comencé a ponerme nerviosa. Escuché unos pasos y luego unos cálidos brazos me rodearon; esa sensación se desvaneció y decidí entrar.

Lo miré ahí, en una esquina, con una cerveza en la mano, intentando sonreír a los chicos que lo saludaban; estaba exactamente igual, sólo que su cabello era más largo. Quisiera hablarle y llevarlo de nuevo al campamento, pero la gente no cambia.

Estaba a punto de ir, pero el árbol viviente se adelantó. Quisiera volver el tiempo atrás y ser yo a quien busque, con quien quiera charlar. Sentí una maldita lágrima caer y decidí que era mucho. Corrí fuera y caminé sola, sin rumbo fijo.

Llegué a una tienda y busqué un poco de dinero; entre dracmas encontré dos billetes de diez dólares cada uno, estoy de suerte.

Compré unos gusanos de dulce, un refresco de cola, unas galletas de chocolate, un sándwich y varios caramelos; tenía hambre, no juzguen.

Caminé hacia un parque, el cual estaba solo. Me senté en una banca y comencé a comer.

Las llamas comenzaban a hacerse más intensas, pero podía aferrarme a él de alguna u otra manera. No quiero despertar, no si después de esto no lo vuelvo a ver.

Las lágrimas volvieron a salir. Las limpié y seguí comiendo.

Miré a lo lejos su silueta, la cual se acercaba lentamente.

-La Rue... -saludó con una sonrisa. Sonreí ampliamente y me levanté. -¿No me abrazarás?- caí. Me aferré a él y respiré su aroma, era el mismo de siempre.

-Me alegra verte de nuevo, Castellan- me senté y él hizo lo mismo. Le ofrecí comida y ambos estuvimos así durante toda la noche.

Cuando los primeros rayos del sol comenzaron a salir, caí en cuenta de algo.

-¿Y Thalia?- él rió.

-No tengo idea, la dejé sola diciendo que iba al baño- reí levemente.

-El mejor baño del mundo- dije y ambos reímos. Me miró a los ojos y sonrió de lado. ¡Maldita sea, Castellan! ¡No hagas eso!

************"******

¿2da parte?

Song-Fics Pambisitos 7u7Where stories live. Discover now