Capítulo 8: Lyschko.

2K 277 22
                                    

-Fue hace casi tres años. Bueno, en realidad lo conocí antes -dijo rompiendo el silencio.

Había estado llorando por quince minutos. La llevé al knorr y traté de consolarla, se recostó en mi regazo, y yo la abrazaba y acariciaba su cabello. Se había tranquilizado después de unos minutos, pensé que se había quedado dormida en mis brazos cuando dejó de sollozar, porque no emitía sonido alguno, pero al parecer se sentía mejor y quería hablar de ello.

-¿Qué ocurrió? -Me interesé. Ella se incorporó un poco y me miró antes de mirar al suelo.

-Lo conocí en el centro comercial. Recuerdo con mucha claridad todo lo que está relacionado con él. Yo había salido de compras con Hanna.

-¿De compras con Hanna? -Me confundí-. Estoy muy seguro de que jamás harías algo así... -Me miró significativamente, me detuve, y entonces comprendí-. Oh. Lo lamento, continúa.

-Necesitábamos comprar muchas cosas, pero después de un rato decidimos tomar un descanso, así que fuimos a comer algo. Charlábamos alegremente en un restaurante cuando lo vimos. Nos agradó a primera vista, Hanna decía que nunca había visto a un chico tan apuesto. Yo tampoco lo había hecho. Ella quería abordarlo, siempre ha sido así, coqueta y directa. Yo nunca expresaba cuando me encontraba interesada en un chico, pero ese día lo hice. Hanna presumió que podía poner a ese chico a sus pies, si ella así lo quería, y yo sabía que eso era cierto. -Tomó una pausa para respirar profundamente-. Le dije que yo también podía hacer que cualquier chico se interesara en mí, ella se burló y me propuso que ambas lo intentáramos. Hanna no soporta la competencia de ningún tipo, pero al final la convencí de que siguiéramos con nuestros asuntos, y nos separamos para terminar más rápido. -Se detuvo y suspiró.

Me invadió una oleada de celos al escuchar su relato, pero nada podía hacer al respecto. Son patéticos los celos, ¿no? Lo peor de todo es que son inevitables cuando te importa una persona, pero sólo causan problemas. Si los demuestras, eres un maldito posesivo, y si no lo haces, las personas piensan que no las quieres. Muy justo. De cualquier manera, si eres el que siente celos, a nadie le interesa que por dentro quieras matar a alguien, lo único que le interesa a las personas es poner atención a cómo lo expresas para así poder criticarte. En fin, Kahli no parecía dispuesta a continuar.

-¿Estás bien? -Ella asintió-. No tienes que contarme si no quieres.

-Quiero. Bueno, en algún momento tendré que hablar de ello, supongo.

-Te escucho. -Puse mi mano en su hombro y me sonrió.

-Estaba en la tienda de mascotas, me gustan los animales, y no puedo ir al centro comercial sin pasar a mirarlos -confesó.

...

Había estado mirando los peces. Quizá papá me dejaría tener uno si le prometía que no terminaría como el anterior.

-Hola. -Me giré al escuchar una voz detrás de mí. Abrí los ojos de par en par y me sonrojé. El que me hablaba era aquel chico del restaurante, me sonreía amablemente.

-Hola -contesté con un nudo en la garganta. Normalmente los chicos no solían abordarme de esa manera, y por supuesto que yo no sabía como reaccionar-. ¿Puedo ayudarte en algo? -Ofrecí.

-No realmente. -Él llevó una mano a su sedoso cabello, y rió un poco, parecía nervioso-. Quizá te parezca extraño, pero te vi entrar aquí y tuve que acercarme. - Por la rana René, Hanna se enteraría de esto-. ¿Estás ocupada? -Me sonrojé como nunca lo había hecho. 

-No... En realidad sólo caminaba un poco, espero a alguien -respondí nerviosa.

-¿Puedo acompañarte en tu espera? -Preguntó con una sonrisa deslumbrante. Esto era demasiado para mí. No estaba en mis políticas hablar con extraños, pero simplemente no pude negarme. Asentí y él amplió su sonrisa-. ¿Esperas a tu novio?

Geckos y VikingosWhere stories live. Discover now