Capítulo 34: Declaración.

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-¿Por qué querrías eso? -pregunté en voz baja.

-¿Recuerdas el día en que nos conocimos? -soltó, haciendo caso omiso de mi pregunta. Decidí seguirle el juego.

-Claro que sí, ¿acaso tú no? -Asintió muy serio.

-Yo estaba sentado justo aquí. Estaba furioso, sinceramente ya no recuerdo porque lo estaba, pero vine aquí porque estaba a punto de estallar. No recuerdo qué me causo esa reacción, pero recuerdo muy bien ese sentimiento, esa desesperación. Dos minutos más y me habría echado a llorar.

-Jamás me hablaste de eso. -Intenté recordar algo parecido, pero no lo logré. En realidad, no recordaba que alguna vez hubiéramos hablado de ese día. Él señaló un punto un poco más lejano en la playa, cerca de uno de los balcones.

-Te vi acercarte por ahí. Por un momento pensé que me estaba volviendo loco y estaba teniendo alucinaciones. Me parecía completamente ilógico que una chica tan hermosa caminara por la playa, sola, en plena madrugada. Me olvidé por completo de mis problemas, y me perdí observándote. A veces, aún sueño con esa escena -confesó-. Caminabas por la playa, descalza, casi con el agua hasta las rodillas, tenías puesto un vestido rojo, eso lo recuerdo bien, estabas empapada, y llorabas en silencio. -Miré a Jesse sorprendida, estaba inmerso en sus pensamientos y tenía el ceño fruncido-. Tú no notaste mi presencia hasta que te abordé. Me costó bastante reunir el valor necesario para ello, porque a pesar de que era un cuadro bastante hermoso, estabas tan pálida que si me hubieras dicho que eras un fantasma, te hubiera creído sin dudarlo. -Me miró y sonrió de lado con nostalgia-. Aunque suene patético, cuando me acerqué y pude ver tus ojos, supe que toda esa tristeza sólo podía ser humana.

-Jesse. -Nosotros teníamos recuerdos muy diferentes de aquel encuentro. Ese había sido el peor día de mi vida, pero también lo recordaba con cariño, porque ese día, Jesse había llegado a mi vida.

...

-No deberías adentrarte más. -Miré al chico que me hablaba desde la orilla.

-¿Y por qué no? -Fruncí el ceño. ¿Quién demonios era este tipo?

-Porque justo ahora el agua debe estar congelada, porque las olas no lucen amigables, y porque no podrías nadar bien con ese vestido. -Tenía las manos en los bolsillos de sus vaqueros y me miraba con expresión inocente.

-Ya sé que el agua esta helada, es justo por eso que vine, el agua fría me ayuda a relajarme. El frío en general. -No sé porque tenía que darle explicaciones a este sujeto. Se adentró en el agua y me ofreció su mano.

-Y por eso te estás poniendo morada, venga, conozco una manera para que puedas relajarte y no mueras de hipotermia. Me llamo Jesse. -Estaba tan aturdida, que no me di cuenta en que momento tomé su mano. Para cuando me di cuenta, ya estábamos en su auto en camino a no sé dónde.

-¿A dónde me llevas? -Le pregunté mirando el cielo.

-Ya lo verás. Al parecer no tuviste un buen día, pero sí que puedes terminarlo bien. -No contesté. Al poco tiempo se detuvo, bajó del auto y me pidió que lo siguiera. Llegamos a un lugar que se veía bastante grande para ser una casa, él se acercó a la parte delantera y abrió una gran puerta, invitándome a entrar. Me encontraba temblando de frío, así que entré sin pensarlo, pero para mi mala suerte, el interior del lugar se encontraba mucho más frío aún. Me miró y se preocupó-. Primero, lo primero. -Me guió por un pasillo hasta una puerta de madera, sacó una llave de sus pantalones y la abrió mostrando un cuarto de baño-. Puedes darte un baño caliente si quieres, y si no, en ese armario hay ropa limpia. Supongo que algo servirá, al menos para cubrirte. -Lo miré con desconfianza. Él se echó a reír al comprender, y me tendió la llave-. Quédate con ella si eso te hace sentir más segura. Únete a mí cuando estés lista. Yo esperaré por allá. -Señaló una puerta del otro lado del pasillo. Y después, se perdió tras ella.

Geckos y VikingosWhere stories live. Discover now