Fallo en el sistema

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Dieron de nuevo la alarma, esta vez, una niña había desaparecido.
Ese fue el momento en el que me harté de los enfrentamientos esporádicos, y quise convocar ayuda de los alrededores, por lo que rugí y aullé a pesar de ser sólo un leon.

Al poco me quedé sin voz por el esfuerzo y fui a prepaprarme para la batalla. Después de recibir a mis invitados, probé el bushido y la espada realmente no se me daba.

Fui a animar a mis compañeros en la zona de descanso, y avisar a alguien que sí aprovecharía aquellas clases, Ayane Mitsuhiro y su reiki junto con Kenshin de profesor. Luego me dirigí a la zona de escalada y gracias a un chico no terminé en el vacío... Podría haber perdido para siempre mis datos.

Descendimos y fui rápidamente a que me dieran un buen disfraz. Tenía aspecto de una humana y ropa militar del siglo XVIII, extraño pero efectivo.

Entré en su mundo, los primeros minutos me desenvolví bien, pero tras morder un manjar de pastel de trucha, el simulador se reinció. Había perdido al ser descubierto o envenenado en el otro mundo, el humano. Los compañeros del simulador salieron decepcionados y me quedé solo en la sala.

Había intentado con todas mis energías que todos estuvieran preparados para defenderse pero sino era así... me iba a encargar de ellos yo sólo o ellos vendrian a por nosotros.

Salté la barrera del portal y me descargué en su sistema a pesar del forcejeo por parte de los guardias. Enseguida aparecí junto a dos rebeldes que apoyaban nuestra causa pero la situación en su mundo era completamente desoladora.

Hombres de uniforme y armados, paseaban en grupo "limpiando" las calles de rebeldes o todo aquel que pensaran que eran herejes.

Miedo, caos y muerte... un "reinicio" como lo llamaban ellos.

Decidimos volver a mi mundo y destruir el acceso entre ambos, aunque cabía la posibilidad de que ambos mundos desaparecieran. Una de las rebeldes que me acompañaba dijo que había un modo de que no sucediera y nos pusimos en marcha para hacerlo efectivo.

Pronto nos topamos con la primera patrulla y casi me decubren por mi pintorezca ropa, pero mi actuación de un persona infantil, que sólo jugaba a ser pirata, los convenció y continuamos la marcha al núcleo.

No exageraba cuando decía que cada manzana de aquella ciudad tenía su batallón esperando cazar indeseables y descubrí que su situación de desunión, y desconfianza, era lastimosa. Llegó un punto en el que me estaban dando pena.

Sacudí mi cabeza para alejar aquellos pensamientos pues sólo queda cruzar un puente ancho sobre un río después de la ultima inspección de los soldados. Al otro lado habían más, custodiando el enorme edificio central de control. Muchas personas corrían hacia él para ser evacuadas a otras ciudades\mundos. Pues la realidad era que se había declarado el estado de emergencia y ese ya no era seguro, lo invadiría cualquier ser ya que su sistema de defensa se había dañado irreparablemente.

Cuando estabamos llegando, los soldados abrieron fuego y una bala le dio a mi acompañante que cayó fulminada... Sin tiempo a despedirnos.

En ese instante, en otro lugar de aquel infinito océano de universos , de mundos paralelos, una muñeca se activó y sonrió con una lágrima resbalando por su rostro. La muñeca poco a poco fue perdiendo rígidez y tomó aspecto humano. Mi compañera había reinciado en su ultima actualización importante, cuando se dio cuenta de quién era y quien quería ser, tan sólo con 12 años.

Mi otro compañero y yo seguimos adelante esquivando todo. Luchamos hasta lograr entrar. Llegué al panel de energía, y conecté mi codigo en forma de canción, para que el sistema no me rechazara pero, apenas escasos segundos después, todo se apagó.

En el mundo animal, un dispositivo recibió un mensaje en su bandeja de entrada... La canción.

La dueña del dispositivo le dio a reproducir y recordó uno de los días más felices de su vida... cuando la noche dio paso al día y supo regresar a casa a salvo tras perderse en el bosque, una noche que se separó de su madre por culpa de las interferencias del portal. Noche en la que escuchó rugidos y aullidos hace años atrás. La canción sonó pero no pasó nada más. La muchacha paseó contenta y se detuvo a contemplar la estatua del león que los había salvado a todos ese día... El día en que el miedo había desaparecido.

Navegando por mis sueñosWhere stories live. Discover now