Los que habitan más allá del Sistema Solar

21 0 2
                                    

Su investigación sobre las gemas lo había llevado a un punto muerto.

Stark habitaba un apartamento cutre mientras se escondía de los agentes de defensa del país y sus soldados. Obligado a usar correspondencia ordinaria bajo un pseudónimo y hasta incluso hacerse pasar por una mujer cuando necesitaba salir.

En aquellos últimos meses el ingeniero estaba investigando un artefacto cilíndrico, que al desmantelarlo con cuidado, dejó un curioso y singular pulsador negro. Al poco de estar observándolo con detenimiento, después de mucho trabajo minucioso, como si por el simple contacto con el aire, el pulsador se encogió. Atónito, el moreno vio cómo el botón se autoaccionó, tomando la forma de un disco negro, como si de uno de hokey se tratara.

Tony sabía que debía actuar rápido, por lo que lo único que se le ocurrió fue dejarlo en la cornisa, a un lado de la ventana y cubrirse, esperando que la onda expansiva fuese menor a aquella altura y no afectase demasiado al edificio.

Se agachó junto a una puerta y tapó sus oídos. El disco detonó y los cristales se hicieron añicos, pero apenas pocos daños más. El moreno se reincorporó y fue a observar la ventana. Bajo ella, se extendía el falso tejado, en bastante mal estado, de uno de los patios del recinto. Y en el borde de la cornisa, descansaba el aparato algo quemado y menguado en tamaño.

No le prestó más atención pues en ese instante oyó el grito de una mujer, al ir a mirar de dónde provenía, se trató de la habitación contigua. Obviamente sus cristales también salieron volando pero ella parecía estar bien.

Después de unas pocas formalidades y de hacerse el desentendido, Tony quiso volver a sus asuntos, pero se topó con una niña que no parecía haberse enterado de nada. Acababa de subir las escaleras y entró por la puerta que había dejado atrás tan solo unos minutos antes.

Aquello le pareció algo extraño y decidió inspeccionar el resto del edificio.

Ya en la azotea, contempló la ciudad, pensando en que, en pocas semanas, iba a cumplirse un año de su autodestierro. Su contribución a la humanidad había sido un intento absurdo de generosidad, llevándola finalmente a más conflictos en lugar de protegerla.

Tiempo después, no supo cómo pasó ni porqué, pero comenzó a hablar más a menudo con la vecina hasta el momento en que la dejó plantada en un café, al día siguiente de haberla besado.

Sí, la soledad le pasaba factura pero debía concentrarse en lo importante, descubrir la conexión de las gemas con los mejorados como Wanda y los escasos datos que logró leer del antiguo SHIELD e HYDRA.

Pasaron las semanas, aquella noche era fin de año, coincidiendo con su desaparición, Stark se colocó un vestido rojo y una peluca negra de peinado corto. Los guantes disimulaban sus manos masculinas y el abrigo sus brazos. Así salió a ver el ambiente festivo, cruzándose brevemente con la vecina que sólo le sonrió y siguió su destino.

Anthony Stark paró cercano a un parque a contemplar cómo bailaban algunas parejas, pensando fugazmente en Pepper. Una sonrisa triste hizo que dejase de contemplarlos y se apoyara en una barandilla que daba a un río, brillante sólo por algunos fuegos artificiales rezagados...

El ruido no lo dejó notar que una persona conocida se le aproximaba y con un gesto elegante y cariñoso, tomó su mano para atraerlo y juntarlo suavemente con él.

La expresión de sorpresa inicial de Stark fue sustituida por una de agradecimiento sin mediar palabra alguna, a la cual, el doctor Banner correspondió con una afirmación y una pequeña sonrisa indicándole así que todo estaba bien.

Los dos hombres comenzaron a bailar y allí estuvieron el tiempo que se les antojó. Terminando en el apartamento hasta que el sol se asomó por las maltrechas ventanas.

Stark despertó solo en su habituación, se levantó después con una energía que hacía mucho lo había abandonado, y paseando por la casa, llegó a otra dónde Bruce descansaba aún.

Un paso en falso hizo que el suelo crujiera y el doctor se despertara, dándole los buenos días algo somnoliento.

El ingeniero hizo lo mismo y le ofreció un café.

Al volver con éste, Banner le preguntó que había hecho con el armario de aquel cuarto.

—Después de desmantelarlo lo tiré, necesitaba espacio.

—Estás loco, allí guardé algunos de los art... —Stark lo interrumpió—.

—Todo lo que contenía lo he guardado con recelo, allí lo encontrarás. —Señaló una especie de mesa—. Quita el mantel y lo verás.

Al hacerlo, se descubrió bajo la tela una especie de baúl. Y efectivamente, allí estaban los discos y algunos artefactos con extrañas formas.

—He seguido repasando cada detalle y haciendo mapas y...

—Lo sé, entendí todo lo que me enviaste.

—Bien, pero lo único de lo que no he podido hablar ha sido de esto. —Le pasó un comunicador, conectado a un aparato que podría confundirse fácilmente con una tostadora.

Banner lo miró incrédulo.

—No preguntes y póntelo.

Finalmente accedió y Stark pulsó el «play», fue entonces cuando el doctor comenzó a oír voces, pero no sólo eso. Como de la nada, una imagen proyectada surgió en la habitación, lo más parecido sería describirlo como un holograma. Algunas de las voces sonaban a lenguas muerta o podría atreverse a decir que no eran de la Tierra, solo podía especular, pues el individuo que aparecía en la imagen era claramente humano. Sin embargo, luego una con demasiada claridad, el lenguaje que se hizo de pronto con el control de la grabación era un casi perfecto inglés, e hizo referencia al Titán Loco, Thanos.

—¡Esto es...!

—Sigue oyendo.

Lo que a Stark le interesaba que escuchara estaba unos minutos después.

Banner se quitó el aparato y encaró al ingeniero tras acabar.

—Van a venir.

El moreno asintió.

—O ya están aquí.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 29, 2017 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Navegando por mis sueñosWhere stories live. Discover now