Música del Corazón

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 La siguiente hora era hora libre, ¡Bien! Por fin algo bueno... Me senté en un banco al fondo del salón y cerca de la puerta (debido a que la puerta estaba al final del salón) que estaba abierta. Me puse mis auriculares y puse un tema no muy conosido. Tan pronto como la música empezó a sonar, me transporté a otro lugar. Me sentí repentinamente mucho mejor y abracé mi MP3 como si fuera mi propio corazón, el que me subió tán rápido. 

 La música me encantaba, la amaba y aunque a veces no tenía ganas de escuchar ni un sólo tema, al hacerlo me llegaba al corazón. Era mágico.

 Me quedé tarareando unos minutos, hasta que no pude más y comencé a cantar. Unas chicas (algo envidiosas y presumidas desde mi punto de vista) me quisieron callar. Comensaron a imitarme de forma grosera y gritarme para que me callara. 

¿Y qué hice? Bueno... ¿qué iba a hacer? Como toda estúpida pero indefensa chica nueva, les hice caso. A veces me odio tanto por ser así. Me gustaría levantarme y gritarles algo... Que el país es libre o que se metan en su propia vida... Que no tengo que obedecerlas....

 Me quedé escuchando otros temas un poco más deprimentes y trazando lineas en mi cuadernillo. Entonces, un sonido que no provenía de mis auriculares me inquietó.

 Eran unas tonadas... de piano? Me saqué mis auriculares y miré hacia la puerta. ¿Quién era el que tocaba tan bien? Miré para mis otros compañeros y me dí cuenta de que ellos no lo habían escuchado. Estaban muy ocupados riendo y burlándose de otros para notar la bellesa de esa música.

 Miré a la preseptora que nos estaba cuidando y me escabullí silenciosamente afuera del salón. Una vez afuera comensé a seguir las notas de música, teniendo en cuenta que nadie me atrapara. La música se hacía cada vez más y más fuerte, tanto que no entendía por qué nadie las escuchaba. Seguí recorriendo hasta llegar a una larga cortina justo en frente de mí. 

 La corrí y me encontré unas escaleras. Comencé a bajarlas hasta que escuché a Jason.

 -¡¡No bajes!! -dijo, mientras se abrasaba de mí y me levantaba bien alto, dejándome lejos de las escaleras.

 -¿Qué? -pregunté tapándome los oidos por el sonido aturdidor. Después de unos minutos el sonido cesó. 

 -Ahora sí, ¿qué haces aquí? -le pregunté a Jason.

 -Nunca bajes allí y menos con ese sonido del demonio -dijo el cerrando la cortina enfrente de mí. 

 -¿Acaso sabes quién toca esa hermosa música? -pregunté echándole un ojo a aquella cortina.

 -¿Hermosa? No no no -dijo negando con el dedo frenéticamente -No es hermosa... ¿Acaso no sabes lo que hay ahí?

 Miré para abajo y me enconjí de hombros.

 -Soy nueva, ¿recuerdas? -pregunté con la voz apagada y corriendome el flequillo con una mano.

 -Cuenta la leyenda, que una vez, ese sonido musical invadió el colegio. Unos chicos quisieron entrar a ver quién era y se dice, que una vez que entraron allí, jamás volvieron... Días después se escuchó en las noticias que en el basurero de la ciudad aparecieron los cadáveres de aquellos chicos... después de eso nadie, nunca nunca, JAMÁS... volvió a bajar allá abajo-

 Miré a Jason asi como "No soy tan tonta como para creerme eso", pero el parecía no estar jugando esta vez. Nos sentamos en el piso mientras me explicaba más detalladamente la historia hasta que la preseptora notó mi ausencia. Pero antes de irme le pregunté a Jason sobre mi querida consola. ¿Qué le había pasado?

 -Jason, por favor dime que recuperaste mi consola-rogé.

 Jason me miró tristemente y negó con la cabeza. Mi corazón se detubo por un momento. Eso significaba que Lyla la tendría y que le diría a todos sobre que soy un gamer ¿Por qué a mi, Dios?

 Volví a mi salón y me quedé pensando en la historia un rato más, hasta que se terminó la hora. Todos salieron como locos hasta la preseptora. Tome mis cosas y salí. 

 Caminé a paso lento y me topé con Freddy, quien parecía bastante ansioso por que hoy nos tocaba volver juntos. Entonces noté que estaba acompañado por un chico también, alto y apuesto.

 -¿No vas a presentarme? -le pregunté a Freddy arqueando una ceja.

 -Riku, él es Mark,Mark ella es Riku -dijo Freddy haciendo que Mark y yo estrecháramos la mano.

 Mark era más alto que yo, y parecía bastante serio. Era palido pero tenía los cachetes colorados, así como si le ubieran pegado una cachetada recientemente, o como si estuviera colorado de la vergüenza. Tenía algunas que otras pecas y su cabello era marrón tirando a negro. Tenía algunas ondas, no era ni muy ruloso ni muy lacio.

 -Un gusto -dije amablemente.

 -Es todo mío-respondió él. Su voz era grueza y grave y bastante áspera. Hablamos por unos minutos cuando Freddy me dijo que ya era hora de irnos.

 Al terminar el horario de clases de ése día Freddy me acompañó hasta mi casa. Fue una larga y silenciosa caminata. Cada tanto se me ocurria un tema para empezar a hablar, pero un cierto miedo dentro de mi me lo impedía. 

 Después de una incómoda y silenciosa caminata, llegamos a mi casa. Le di un beso en la mejilla a Freddy y este se fue. Me quedé observándolo alejarse... algo dentro de mi estuvo apunto de impulsarme a gritar "Espera!" o "Detente!" pero mi vergüenza no me lo dejó hacer.

Entré y vi a Sophia y Bastián corriendo de un lado a otro, cargando a Esmeralda, mi nueva e insoportable hermana, tratando de que Brend y Terrence hagan su tarea y planchando y limpiando. 

 Realmente estaba cansada y al día siguiente tenía examen, así que no pude ofrecer ayuda, aunque me daban pena. Subí las escaleras y prendí la computadora. Fue algo horrible lo que encontré allí que me llenó de dudas y... miedo

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