Capítulo 3

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Izuna no dudó en seguir a Tobirama una vez que notó a Hashirama caminar con tristeza por los pasillos esa noche. La curiosidad de saber que le pasaba a Hashirama lo carcomía porque solo él podía causarle dolor al mayor. 
Recordó las numerosas veces donde hizo travesuras que provocaran caídas en el mayor y pudiera vislumbrar ese color carmesí que tanto lo excitaba. No sentía nada si otra persona sangraba, pero si lo hacía Hashirama, sentía que estaba en el puto paraíso. 
Lo único que le importaba en esta situación no era el hecho de como se sentía Hashirama, sino que quería ver al mayor y así cumplir sus fantasías más sádicas. 

Cuando ingresó a la habitación pudo percatarse la canción que él cantaba. La recordaba a la perfección porque fue una canción que el mayor les cantó luego del accidente donde murieron cuatro adultos y cinco niños. 

Hashirama ni siquiera se percató de que ambos lo estaban mirando. 
Izuna era consciente de las fantasías de Tobirama hacia el Senju mayor. Ese meramente tenía el deseo de mantener un encuentro sexual con su hermano, mientras que él, quería llevarlo al extremo. Pasión, dolor y sangre, ese era su deseo. Anhelaba arruinar a Hashirama.

El menor de los Uchiha siempre soñaba despierto, imaginando una y otra vez a Hashirama, retorciéndose de dolor bajo suyo. 
Se imaginaba una y otra vez preguntándole al mayor cuanto aguantaría de placer. Si querían hacer algo doloroso. Si quería oír algo que duele. Ignoraría la respuesta del mayor y luego procedería con la tortura. 
Si lo que piensa fuese verdad, sus fantasías nunca más las tendría que pensar. 

Muchas veces soñó que sus manos retorcían el cuello del moreno hasta el punto de dejar notorias marcas en el mismo. El simple hecho de recordar lo que soñaba era suficiente para que no pudiera aguantar mucho más. 
Quería estar en la cama de Hashirama y luego, ¡oh! Provocar que las sabanas blancas pasaran a un color más granate. 




Onii YuukaiWhere stories live. Discover now