Capítulo 5

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Hashirama se encontraba caminando por un pasillo sujetando la mano de su hermano menor, Itama. Ambos se veían sumamente alegres, disfrutando el momento hasta que el caminar de Itama se frenó. 
El moreno no comprendió el porqué de esa acción, mucho menos el porqué Itama se soltaba de su mano y caminaba marcha atrás.  Parecía como si su hermano no quisiera ir. Hashirama alzó la vista y se percató que a lo lejos, al fondo del pasillo tras de Itama, se encontraban siluetas que conocía. Claramente, dos de ellas eran sus padres, otra era la de Kawarama y las otras cinco eran de sus vecinos, el matrimonio Uchiha y los tres hijos mayores de estos. No comprendía que pasaba hasta que logró ver el fuego consumiendo todo su alrededor. 
Intentó tomar la mano de Itama, pero fue imposible. Enormes cantidades de escombros cayeron encima del menor y de los otros presentes, haciéndole recordar el fatídico suceso donde perdió gran parte de su familia. 

—¡No, por favor! —exclamó Hashirama soltando una voz juvenil.

Era la voz que tuvo en sus dieciocho años. Tan jovial en comparación a la que tenía ahora. 

De pronto, despertó. 
Se sentó de golpe en la cama dándole la espalda a la puerta mientras trataba de asimilar todo. Su respiración estaba completamente agitada, trataba de regularla mientras se asqueaba por el sudor en su cuerpo. 
Soñó que todos nuevamente estaban desapareciendo, en la noche, en el grande y silencioso cuarto. 
Sintió que su pecho se apretaba cada vez y supuso que esa era la razón por la cual no respiraba bien, pero era extraño. Normalmente, le venían esos dolores en el pecho cuando estaba a punto de pasar algo malo. 

De pronto, sintió que alguien agarraba uno de los mechones de su cabello. El toque fue suficiente para que se congelara en su lugar y no se atreviera a girarse para ver. La caricia en sus hebras comenzó suave y luego se volvió fuerte. 
Una vez que juntó valor, Hashirama se atrevió a observar por encima de su propio hombro, notando quien o quienes tocaban su cabello: Tobirama, Izuna y Madara. 
Normalmente, no se asustaría, pero el semblante y el mirar de los menores era suficiente para que ahogara un grito en su garganta, sintiendo un horrible pánico. 
Estuvo a punto de gritar pidiendo ayuda, pero de pronto, sintió un fugaz, pero contundente golpe en su cabeza, provocando que cayera inconsciente. 



Onii YuukaiWhere stories live. Discover now