Capítulo 8

803 55 14
                                    

Pasaron dos días desde que Madara lo utilizó. Pensó que luego de eso sería liberado, pero tristemente los menores optaron por dejarlo allí, otorgándole comida y bebida cuando le preguntaban que necesitaba. Siempre ignoraban sus pedidos de libertad. 
Hashirama quería creer que todo lo que sucedía era una pesadilla, pero todo era real y nuevamente volvería a suceder. 

En la mañana, Madara bajó para quitarle toda la vestimenta y prepararlo para un nuevo encuentro. Hashirama supuso que sería nuevamente Madara quien perpetrara todo, pero se llevó una gran sorpresa cuando Madara se retiró e ingresaba Tobirama a la habitación, cerrando la puerta tras su espalda. 

—¿Tobirama? —preguntó Hashirama con desconcierto. 

Tobirama simplemente mantuvo silencio. 
El moreno no deseaba que se presentara lo mismo que pasó con Madara, en especial porque Tobirama era su hermano menor.

El menor ya estaba ansioso por que comenzara su turno con el mayor. Pensó que Madara le cedería el puesto a Izuna, pero para su grata sorpresa, se lo cedió a él. Seguramente era porque Izuna traía una sorpresa. Tobirama notó a la perfección el nerviosismo que poseía Hashirama, parecía como si no deseaba lo que estaba por ocurrir, pero el albino sabía que en el fondo su hermano lo anhelaba. 

—Tobirama... Nosotros no podemos. Tenemos un parentesco —dijo Hashirama con nerviosismo.
—Eso lo sé, aniki, pero no me detendrá —declaró el menor con un tono neutro, comenzando a esbozar ligeramente una sonrisa y luego relamió sus propios labios. Ya quería llevar a cabo todo lo que venía fantaseando en todos estos años.

El albino comenzó a acercarse lentamente hacia el moreno, donde allí observó el miembro flácido del mismo. Quería llevárselo a la boca para dejarlo erecto. 
Tobirama puso de cuclillas frente a su hermano y con calma acercó su mano a la virilidad del mayor, donde allí la atrapó con delicadeza de la base y luego comenzó a masturbar. Mientras comenzaba su trabajo se dedicó a observar a los ojos del mayor, sin dejar su labor. El observar como Hashirama se ponía ante un simple toque por poco provocó que el Senju menor se terminara corriendo.
Hashirama mantenía los ojos fuertemente cerrados, con la cabeza guiada hacia el lado diestro mientras mordía su propio labio inferior. Lo hacía para que Tobirama no viera sus reacciones, pero igual las notó.

Tobirama comenzó a aumentar el ritmo de su mano mientras se iba acomodando entre las piernas de su hermano, recostándose en el suelo, para así permitir que la virilidad estuviera a la altura de su rostro. Retiró su mano y comenzó a lamer todo el falo hasta que posó sus labios en el glande ajeno. Lentamente, comenzó a meter el miembro del mayor en su boca, chupando con calma y asegurándose de llenar todo de saliva. 
Escuchó con claridad el gemido ahogado que soltó Hashirama. Aquello fue una clara señal para Tobirama. Sabía que Hashirama en el fondo estaba disfrutando esto.
El albino siguió chupando lentamente hasta que se dispuso a hacerlo más rápido, succionando en cada lamida y asegurándose de no rozar sus dientes en el falo ajeno. Hashirama, en respuesta, comenzaba a dejar de reprimir sus gemidos y liberarlos. Eso fue suficiente para que Tobirama se esmerara y siguiera chupando, guiando su mano hacia los testículos del mayor, los cuales comenzó a acariciar delicadamente. 
Siguió así hasta que sintió que ya era suficiente. Con un sonido obsceno, el menor retiró el miembro de su boca. 

—To-Tobirama... —Hashirama trató de formular el nombre del menor. 
—Creo que ya estás listo para lo mejor —sentenció Tobirama mientras se relamía.

De forma parsimoniosa, el peliblanco se apartó de su hermano, comenzando a retirar sus prendas con cuidado y lentitud, asegurándose de que el moreno no perdiera nada de vista. Era consciente de que Hashirama no podía apartar la vista de su cuerpo que comenzaba a quedar en exhibición.
Una vez completamente desnudo, el menor se posicionó. 

—¡Tobirama, por favor! —rogó el mayor para que el menor parara. 

Tobirama no lo escuchó. Únicamente le importaba su propio placer y el cómo la excitación comenzaba a subir cada vez más. Por fin cumpliría sus más profundos anhelos.
Se subió encima del mayor, sentándose en su pelvis, y luego se alzó un poco para poder tomar con su diestra la virilidad ajena, guiándola a su recto. Una vez listo, el menor comenzó a descender por el miembro ajeno, soportando el dolor que comenzaba a invadirlo, pero se mentalizó para esto, así que trato de ignorarlo. La mitad del miembro ya estaba en su interior y el resto lo metió de golpe, provocando así que soltara un gran gemido. Hashirama tuvo que reprimir un gemido por lo apretado que estaba su hermano. 

—Duele... —susurró Tobirama.
—Entonces... ¡Para! —exclamó Hashirama. 
—No —Se negó Tobirama—, no luego de esperar tantos años por tenerte así, aniki. 

El menor de los Senju no esperó más y comenzó a moverse. Primero lento y acorde a como pasaban los segundos, comenzaba a hacerlo de una manera rápida. Que estuviera sintiendo un dolor infernal no significaba que se doblegaría al mismo y perdería esta oportunidad, que sabía que solo pasaría una vez. Era consciente de que no se volvería a repetir.

En todo momento, Hashirama mantuvo sus ojos fuertemente cerrados, únicamente soltando gemidos y suspiros ahogados, mientras que el menor lo cabalgaba. Acorde a cada movimiento que realizaba el albino, el miembro del mismo daba unos brincos mientras estaba perlado por el líquido pre seminal y duro por la notoria erección que poseía por el momento. Tobirama cerró sus ojos para concentrarse en el placer de como el miembro del moreno lo llenaba y rozaba constantemente su próstata. Era un placer indescriptible para el menor. Ni siquiera en sus sueños vislumbró que esto se sentiría tan bien. Así estuvieron hasta que el preciado orgasmo llegó para ambos, provocando que primero se corriera Tobirama, manchando su propia pelvis y el abdomen de Hashirama, y luego este último, logrando llenar todo el interior del albino con su esperma. 

Una tenue sonrisa se vislumbró en el semblante del menor al sentir como el mayor se corría en su interior. Era algo que esperaba. 
Tobirama terminó cayendo rendido encima de Hashirama, manteniendo una grata sonrisa de satisfacción en todo momento, hasta que alzó la vista para ver a los ojos de su hermano, percatándose de que el mayor lo veía con una mezcla de asombro, temor y excitación.


Onii YuukaiWhere stories live. Discover now