Capítulo 4

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Capítulo 4

Hermione’s POV

Después de convencer a Ronde que hiciera sus… cosas con Lavender en otra parte que no fuera mi habitación, fui a la Torre de Gryffindor. Los pasillos se me hicieron más largos que nunca, estaba muy cansada, y las piernas me dolían. Llegué a la torre y al abrirse la puerta noté que Neville movía una de las alfombras de la sala común que estaba en las escaleras a nuestros dormitorios. Me acerqué a él, preguntándome que habría pasado.

-¿Neville? –Pregunté detrás de él. Volteó de inmediato y la alfombra se le resbaló un poco. -¿Qué sucedió aquí?

-Parece que alguien entró a la habitación de las chicas, pero no sabemos quién fue –Respondió encogiendo sus hombros. Asentí y caminé escaleras arriba. A mi habitación. Tenía un mal  presentimiento.

Al entrar a mi pieza casi caigo de espaldas al suelo, era un completo desastre. Mi cama estaba destrozada, completamente, la madera estaba astillada y el colchón colgaba a punto de caer al suelo. A un lado de esto, mis libros yacían como cenizas, remojados y trozados, todos mis libros de todas las asignaturas, algunos que había pedido en la biblioteca, otros más que había comprado para apoyarme en las asignaturas, todo, completamente todo inservible, y es lo que más me duele.

Estoy segura que esto es obra de esa maldita serpiente, sabía que iba a vengarse, era de esperarse, pero esta vez fue demasiado, no se lo dejaré pasar. Pero tampoco usaré métodos medievales para vengarme, dejaré que McGonagall se encargue de esto, y para que pague como debe, tengo que tener pruebas. Las cuales, considerando el orgullo y arrogancia, serán fácil de conseguir, porque ya tengo un plan.

(***)

Guardé mi varita bajo mi capa, ya lista para ser usada, solo hace falta un toque y encontrar al estúpido rubio. Caminé entre los pasillos cercanos a las mazmorras con una gran esperanza de encontrarlo. Lo miré caminando como si fuera el rey del mundo por un pasillo solitario, detallando la construcción antigua del castillo. Tenía el ceño ligeramente fruncido y sus ojos grises miraban con interés cada centímetro de la pared de piedra.

-Malfoy –Lo llamé, con voz firme. El levantó la mirada y me miró con una sonrisa burlona, en ese momento le di un leve toque a mi varita. Para que grabara cualquier momento, podría solo sacar el recuerdo de mi cabeza después de esto, pero cabría la posibilidad de que Malfoy pusiera de excusa que los recuerdos pueden ser modificados, es mejor tener respaldos.

-Granger –Dijo arrastrando las palabras -¿Ya encontraste tu regalito? –Preguntó y después de echó a reír.

-Sabía que tú lo habías hecho –Sentencié entrecerrando mis ojos.

-No iba a quedarme de brazos cruzados –Encogió sus hombros y se acercó más a mí –Tienes que saber con quién te metes, Granger. Y ¿Qué mejor forma que desquitarme con tus queridos libros?

-¿Cómo puedes tener tanto veneno y vivir así? –pregunté, me había hecho esa pregunta más de una vez en mi vida.

-¿Cómo vives tú con la sangre tan sucia? Deberías estar asqueada, yo en tu lugar ya me hubiera tirado de la torre de astronomía –Dijo en tono repugnado.

-No tengo nada que hacer aquí –Crucé mis brazos sobre mi pecho y me alejé de él.

-Y yo no tengo porque soporte –Gritó detrás de mí, justo antes de doblar en un pasillo.

Corrí a la oficina de McGonagall, llegué agitada y con el corazón latiendo como nunca. Di dos leves toques en la puerta de madera y segundos después de abrió, dejando ver a mi profesora de transformaciones en una pijama azul cielo, reprimí una risa.

Jugando con la serpiente [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora