02- Toque de Queda

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   Abre la puerta de forma muy silenciosa. Ya es tarde y lamenta no haber podido llegar a tiempo para cenar. Hace ya dos semanas que viene prometiéndole a Bolin que intentará salir antes del trabajo, pero ser representante de la Nación a la que perteneces a veces te trae mucho labor. Deja su abrigo colgando del perchero junto a la puerta principal y camina hasta la cocina, arremangándose la camisa anaranjada que lleva debajo de su chaqueta. Viste ropa común, tal como unos pantalones negros ajustados y zapatos azules. Siempre luciendo su hermoso y corto cabello peinado y echado hacia atrás. Su vida ha cambiado mucho en los últimos dos años, y aún más cuando en la mitad de estos su ahora prometido le propuso mudarse a aquella enorme ciudad amurallada. Tuvo que alejarse de su familia, sí, y de sus compañeros de la Nación del Aire, pero el vivir una vida tranquila junto al amor de su vida era su sueño.

   —Buenas noches, cariño... —Lo saluda Opal, viendo sentado en el sillón de la sala a su novio—. No tenías que esperarme. Mañana madrugas.

   —No iba a poder dormir tranquilo sin saber antes que tú estabas a salvo. —Le responde el maestro tierra, acercándose para besarle la mejilla—. Buenas noches.

   Después de que oyese la puerta de la habitación cerrarse, Opal abre la nevera y ve arroz con ensalada reposar en lo más alto, justo junto a una botella cargada con jugo de cereza. Su favorito. A su lado ve restos de trozos de carne, que probablemente fue lo que cenó Bolin. Él no es vegetariano como ella, no le gusta esa vida, aunque respeta su elección, ya que es una de las reglas principales de los Maestros Aire. Ya con su comida servida, toma asiento frente a la mesada y comienza a comer.

   Esa noche está muy aburrida. Normalmente no oye las noticias de la radio y la televisión, y ni hablar de los periódicos, pero ese día han sido demasiados conflictos en las calles del sector bajo, y ella y su élite de Maestros Aire estaban exhaustos cuando marcharon a casa. Con pocos ánimos enciende la radio y bebe un poco de jugo. De repente, tocan a la puerta.

   —¡Ya va! —Exclama Opal, levantándose de su lugar.

   Normalmente no llaman a esa hora, y eso le extraña, pero con un gran Maestro Tierra como Bolin al final del pasillo duda que algún delincuente se anime a entrar. Antes de abrir, por precaución, inspecciona al sujeto por el pequeño orificio del correo. Al ver quien es, sonríe. Abre la puerta rápidamente y se aparta, permitiendo su paso al recién llegado.

   —Buenas noches, Opal. —Saluda el visitante, entrando para que se cierre la puerta.

   —Hola, Mako. ¿Qué te trae por estos barrios a esta hora? —Duda la Maestra Aire, siguiéndolo.

   —Necesitaba despejarme un poco de lo ocurrido esta tarde. Ahora que soy el Jefe de los Dai Li, me estreso demasiado con todos los problemas que atraviesa la ciudad.

   —Entiendo. ¿Quieres un café? —Le pregunta, viéndolo vestir su túnica verde oscura.

   —Oh, no te preocupes. Sólo pasaba a saludarte y a Bolín. ¿O acaso él ya se durmió?

   —Estaba a punto de ello cuando llegué. Si quieres lo llamo. —Le propone ella, sonriendo.

   —No. No lo molestes. —Responde, tomando asiento—. Y, ¿cómo va tu labor con tus pupilos? He oído que has estado reacomodando algunos asuntos pendientes en el sector bajo...

   —Así es. No es nada fácil representar a una nación, y siendo esta la Nación del Aire es mucha más presión. Ya sabes, con Tenzin observando todos mis pasos...

   —No te preocupes, estoy seguro de que lograrás tu cometido. —Le dice Mako.

   —Si tú lo dices... —Responde Opal con pocos ánimos.

La Leyenda de Korra y la Sociedad de RatnackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora