4. ¿Tú y yo?

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Otro día normal en el Blake South College. Ya había recuperado mi autoestima y había olvidado por completo aquella charla con Matteo. Las horas pasaban, matemáticas, física, química... y de repente me llega un mensaje.

Matteo🍓:
Necesito que hablemos.
Enviado hoy a las 11:50 a.m.

Tú:
¿Que sucede, chico fresa?
Visto hoy a las 11:51 a.m

Matteo🍓:
Es sobre lo de ayer...
Enviado hoy a las 11:51

Tú:
Bueno, nos vemos en la plaza que queda cerca del roller a la salida del Blake ¿Te parece?
Visto hoy a las 11:52

Guardé el teléfono, me había dejado el visto. Igualmente fui a la plaza a la salida del Blake, lo esperé un largo rato. Profunda fue mi decepción al notar que no llegaba. Tenia mucha curiosidad y tal vez en el fondo ilusión... Y no llegaba. Me estaba yendo cuando...

-Que impaciente.-Dijo, apareciendo.

-Ya creía que no llegabas, chico fresa.

-Acá estoy. Es que Ámbar me molesto como por media hora, preguntándome por qué le corte.

-Si, si, no me intere... ¿Que dijiste?

-¿No que no te interesa?

-Callate y dime

- Que Ámbar me estaba molestando.

-¡Eso no! Lo de que rompieron.

-Ah, si, ayer.

-¿C-como? ¿Por qué?

-Meah, no importa.

-Se me hace que no me quieres decir el por qué.

-Tan intuitiva y a la vez insistente.

-Así soy.

-Por desgracia.

-Bueno, ya dime lo que me querías decir.

-Lo de siempre... El amor me tiene así.

- Vaya... Parece importante esa chica.

-Me enseñó a sentir todo esto.

Suspiré, mi corazón se rompía en mil pedazos con cada palabra. Amaba a esa chica tanto que había roto con Ámbar, cosa que ni por mí hizo.

-Ya veo...

-Luna...- Me tomó del mentón-Vos me lo enseñaste... Yo creía casi imposible sentir algo así de fuerte, así de intenso, pero con vos me pasa...

...Mi corazón se recomponía, la alegría me volvía al cuerpo, la vida retomaba su color, los pájaros volvían a cantar, la sonrisa volvía a invadir mi rostro... Sus ojos se ablandaron... Dios, no sé si lo voy a besar o me voy a morir.

¿Vieron cuando pasan esas cosas repentinas en el momento exacto en el que no deberían pasar? Bueno, el llamado de mis padres cuando me estaba por besar era una de esas. Bufé y atendí, me tuve que aguantar el interrogatorio de quince minutos sobre por qué no había llegado, donde estaba, cuando volvía, con quien estaba, etcétera.

-Bueno... ¡Si, ya va! Calmate, pa... Si, nos vemos... Estoy abrigada, tranquilo... Bai.- Corté.- Debo irme.

-Bueno... Nos vemos.- Nos despedimos con un beso en la mejilla y me fuí.

¿Se puede romper el hilo rojo?|COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora