IX

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Ya no eras una niña.

Ya eras una adolescente que no aprobaba,

que no se molestaba ni en ir a clase.

Mamá ya no confiaba en ti,

y llevabas años sin saber de papá.

Aquel chico del chino;

te lo encontraste por la calle.

Se paró a hablar contigo.

Te preguntó cómo te iba,

que te veía algo jodida.

¿Algo jodida?

Pensaste.

Soy un alma muerta en un cuerpo sin vida.

Pensaste de nuevo triste.

Te invitó a ir con sus amigos.

Fuisteis a la plaza de al lado del instituto,

había un chico,

con una gorra blanca.

Se saludaron.

Ambos estaban desnutridos.

Con el paso de tiempo

quedabas con ellos diariamente.

Un día,

te invitaron a montarte

en un coche desconocido.

Con gente desconocida.

Habías fumado hachís,

apenas sabías que estabas haciendo.

A 180 kilómetros por hora,

en la M-40.

No llevabais puestos los cinturones.

Era tan extremo.

Al día siguiente,

ninguno de ellos fue al instituto.

A la salida,

si fueron.

Fuiste con ellos

y esperaste a que saliera,

tu antigua mejor amiga.

Querías matarla,

solo tenías ganas de aquello.

Comenzó a gritarte,

a decirte que,

qué era aquello

en lo que te estabas convirtiendo.

A llorar desconsolada.

Una de tu grupo,

se acercó a ella,

y le rompió la nariz.

Había sangre por todos lados.

No podías creer aquello,

pero se lo merecía.

Salió corriendo.

Ni siquiera fuiste a casa a comer,

ni a merendar,

ni a esperar a que llegase papá,

tu papá,

ni a la hora del baño,

ni a la hora de cenar,

ni siquiera a la de dormir.

No apareciste por casa,

y no era la primera vez.

Mamá preocupada,

llamó a la policía,

y a todo aquel,

que pudiera encontrar a su niña.

Su niña estaba perdida,

tanto física,

como mentalmente.

Estabas por ahí,

con tus amigos.

Con aquella gente a la que sabías,

que realmente importabas.

Dolor crónicoWhere stories live. Discover now