Capítulo 2

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Una semana.

Apenas había pasado una semana desde que Lucas se había ido.

Lo extrañaba y mucho.

¡Rayos!

¿Tanto me había acostumbrado a él? Tenía serios problemas.

Mi madre había notado mi tristeza, así que casi todos los días preparaba cosas deliciosas para subirme el ánimo, lo cual agradecía mucho. Salí un par de veces con Kevin y Luis, y nos habíamos divertido, pero no era igual sin el pelinegro.

Tal vez sonará exagerado, pero me había acostumbrado a verlo todos los días y se sentía extraño no poder ir a su casa con la esperanza de encontrarlo tirado en su cama, como siempre.

Ni una sola vez el padre llamó a la casa de tía Trina y ella no se atrevía a llamarlo, alegando que no quería hablar por accidente con su actual esposa, pero después de dos semanas Lucas llamó y dijo que todo estaba bien, que no era tan malo. Desgraciadamente no pude hablar con él y solo me mando saludos y un abrazo.

Y así pasó todo el verano, tedioso y algo aburrido, y por primera vez desee que acabara rápido.

🍁

Estaba soñando que estaba en un parque de diversiones y me iba a montar en una gran montaña rusa, me subí y justo cuando empezaba a descender, sentí que algo me zarandeaba insistentemente.

—¡Elián! ¡Elián, cariño, despierta! —Abrí mis ojos lentamente y vi a mi madre que me sonreía emocionada y me seguía zarandeando.

—¿Qué pasa...? —Me levanté perezoso y restregué mis ojos.

—¡Es Lucas! Vi un auto negro estacionarse hace poco frente a la casa de Trina, estoy segura que era de su padre, así que vine a avisarte.

Rápidamente me incorporé y mi corazón empezó a latir con fuerza emocionado.

—¿Es en serio? —pregunté esperanzado, mientras mi madre asentía.

—Báñate y baja a desayunar, hueles feo —dijo ella riendo y saliendo de la habitación.

Que madre más amable

Aunque era cierto, así que feliz entré rápidamente a ducharme. Mientras me terminaba de colocar los pantalones, escuché el timbre y me emocioné pensando que podría ser Lucas.

Rápidamente me terminé de vestir, cuando mi puerta se abrió de par en par y alguien se abalanzó sobre mí.

—¡Eli! —Solo pude distinguir una cabellera negra y unos ojos verdes antes de caer en el piso, con el peso de su cuerpo aplastándome.

Gemí de dolor, a lo que Lucas se levantó rápidamente asustado.

—¿Estás bien? ¿Te golpeaste muy duro? —preguntó inspeccionándome. Yo solo pude sonreír y estrujarlo entre mis brazos.

—¡Regresaste! —exclamé feliz

—¡Sí! Te extrañé muchísimo —dijo estrujándome aún más si era posible.

—Yo también.

—Chicos, vengan a desayunar —Se asomó mi madre.

Ambos nos separamos y bajamos. Mientras comíamos lo bombardeé a preguntas sobre cómo era su familia, si no se había aburrido y cómo la había pasado.

—¡Eh, cálmate! Déjame tragar —respondió Lucas con una carcajada.

—Lo siento, traga, traga.

—Bueno, debo decir que no fue tan malo, tenían una genial consola de videojuegos. Fuimos a pasear a muchos lugares y conocí a mi hermanita, la cual es una dulzura. En cuanto a su esposa, no es una mala persona. Así que, en conclusión, estuvo bien.

Rutina de BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora