Extra #2

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La primera vez que Dylan y yo tuvimos sexo fue un placentero desastre.

No fue malo, en lo absoluto, pero sí algo torpe. Yo estaba nervioso y Dylan trató de relajarme, "toda una experiencia".

El castaño abrió la puerta de una patada mientras hacía todo lo posible por no alejarse de mí.

—Dylan, espera... tu madre. —Traté de alejarme pero, mierda... Él era bueno besando.

—No está, dijo que tenía una cita. —Miré acusador al chico frente a mí que sonreía coqueto.

— ¿Lo tenías planeado, eh? —Se encogió de hombros, cerró la puerta y sus labios volvieron a los míos.

Fuimos moviéndonos, tropezando con los muebles hasta que llegamos a su habitación.

—Espero que tu gato no esté adentro de nuevo —comenté mientras era arrastrado a la cama con Dylan sobre mí.

—Lo vi en la sala y cerré antes de que pudiera entrar, esta vez no tendremos espectadores.

Solté un suspiro medio dramático y sonreí.

Dylan se quitó la chaqueta y la arrojó a un lado mientras yo hacía lo mismo con la mía, todavía estaba haciendo algo del frío de diciembre así que los abrigos nos acompañaban todos los días.

El castaño metió sus manos en mi espalda baja y me acercó a él, al sentir su cuerpo chocar contra el mío no pude evitar soltar un gemido de gusto.

Nuestras bocas seguían unidas, al igual que nuestras lenguas que se entrelazaban una con la otra.

Mis manos bajaron a su trasero y lo apreté aún más, tratando de fundirnos a ambos contra el colchón.

Entonces Dylan se detuvo.

Lo miré desconcertado, con la vista algo nublada. El castaño se colocó de rodillas en la cama y se pasó una mano por el cabello mientras respiraba agitado.

— ¿Qué sucede? ¿Por qué paraste? —pregunté con dificultad, incorporándome un poco.

— ¿Estás seguro de ir más allá?

— ¿Qué? —Se acercó hasta que su rostro estuvo a centímetros del mío.

Dejó un ligero beso en mi nariz y respondió:

—Porque estoy muy caliente y quiero llegar hasta el final, pero no quiero que te sientas obligado ni nada de eso, solo lo haremos si tú también quieres.

Se alejó de nuevo.

— ¿Voy a ser el pa-pasivo? —pregunté empezando a sentirme un poco nervioso.

Porque sí, quería hacerlo, mucho. Dylan y yo habíamos pasado estos meses entre besos desesperados, sexo oral y ya no me era suficiente, pero también tenía miedo porque jamás había tenido sexo con otro hombre, era inevitable que me atacaran los nervios.

—Si no quieres está bien, puedo serlo yo esta vez. —Lo miré aliviado de que no se negara a ser versátil.

Pero hasta ahora solo había tenido sexo con chicas, tenía dudas acerca de cómo debía ser con un hombre. ¿Podría satisfacerlo igual? Joder, era Dylan, quería que ambos disfrutáramos en nuestra primera vez.

—Está bien si no quieres hacerlo, nos detendremos aquí. —El chico me observó con cariño y procedió a levantarse de la cama.

— ¡Espera! —Dylan volteó y espero a que hablara—. Quiero hacerlo, pero no tengo idea de cómo es esto, no quiero frustrarte ni nada de eso.

Rutina de BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora