Seduciendo a una nerd © [2da Temporada]

Capítulo 27.- La verdad.

Leah me había dejado a la mañana siguiente frente al departamento. Nos habíamos despedido y le había dado las gracias muchas veces.

Tenía mensajes de Justin y Santiago, además llamadas perdidas.

No sabía lo que iba a pasar pero me daba miedo que Justin supiera la verdad y que esto acabará, pero ayer en mi pleno descanso decidí que esto tenía que parar de algún modo. Si no era él iba hacer yo.

Subí por el ascensor esperando, al abrirse las puertas entre los pasillos y me detuve en la entrada rápidamente, suspire para entrar y al hacerlo me lleve la sorpresa que no había nada. Con cuidado deje mi chaqueta aún lado. Camine unos cuantos pasos y me di cuenta de que la puerta del dormitorio de Santiago estaba abierta y él estaba durmiendo pero lleve la sorpresa al caminar más y ver cómo Justin aparecía de la habitación con bóxer mostrando su tórax más marcado; se había duchado.

—¿Dónde estabas? —Me pregunta bruscamente mientras me miraba serio.

Algo estaba pasando.

Me quede por unos segundos en silencio.

—Tenemos que hablar ahora —me exige de pronto acercándose.

Trague fuerte.

—Justin tengo que decirte algunas cosas —le digo mirándolo.

Me mira furioso.

—Pues.. yo también mi amorcito —lo dice con un tono irónico.

De pronto Justin me acorrala contra con una pared con su pecho desnudo mientras algunas gotas de agua de su cabello caían por sus hombros. Sus brazos a cada lado mío.

—Te haré la pregunta de nuevo y espero que conteste con sinceridad ¿Dónde estabas? —su seriedad me estaba asustando, la situación en sí me estaba asustando.

—Me he quedado donde Leah mi compañera de trabajo —le digo rápido mientras lo miro.

Justin se queda segundos en silencio.

—¿Como me lo aseguras? —me pregunta de pronto.

Me quedo mirándole segundos.

—¿Qué es esto? ¿por qué lo preguntas? —lo desafió mirándolo.

—¡Porque ayer en campeonato lo único que quería cuando terminara ese maldito partido era verte a ti pero tu estabas muy ocupada besándote con ese imbécil de tu amigo! —me quedo en silencio mirándolo—. ¡Ahora es cuando te callas! ¡¿cierto?!

Aprieto mis labios y bajó mi cabeza

—No fue al único a quien bese —aprieto mis manos mientras mis lágrimas salían—. Ese beso que tu viste fue un beso que yo lo di, los otros dos se besaron pero fueron igual de correspondidos.