Seduciendo a una nerd © [2da Temporada]

Capítulo 29.- Eramos Infinitos.

Habían pasado más de una semana de haber terminado con Justin y mi vida estaba patas arriba. Dormía en el sillón y tomaba kilos de café para pasar todos los ramos de mi universidad, tengo algo para mí, un descanso.

Sentí que algo me picaneaba la mejilla. Sabía que era Santiago ya que Max me lamía la mejilla.

—Uhhh...déjame en paz —Le digo acomodándome.

—Vamos, despierta —me dice sentándose a mis pies—. por favor _____.

—Es sábado, déjame tranquila morir aquí.. —le digo mientras me acurrucaba.

Santiago suspira.

—Te acompaño al centro comercial para te animes —me dice de pronto.

—No me gustan esas cosas —le digo tranquila.

—A todas las chicas le gusta ir al centro comerciar ya sea para comprar maquillaje, comida, libros, etc —me dice.

—No soy una chica —digo cansada de la situación.

—Tampoco un chico —Me dice de pronto—. ¿entonces qué eres ____?

Me quedo en silencio.

—Dime que ser eres.

—Una bolita doblada que quiere dormir —le digo acomodándome más—. Es sábado y déjame tranquila.

Santiago se para y me quita las mantas. Gruño molesta.

—Salgamos de acá, báñate que haré el desayuno que hoy tú quieras —me dice dejando las mantas aún lado.

Lo miro y me paro lentamente.

—Quiero panqueques con manjar y mermelada además de una buena taza de café con leche y unos huevos revueltos en una tostada —le digo mirándolo.

—Me gusta ese apetito —me dice y ruedo los ojos.

—No como en días —le digo tranquilamente.

Santiago me tomó de los hombros.

—Por eso ahora comerás mejor —me dice apoyándome—. Ve a bañarte para que salgamos.

—¿Dónde? —le preguntó.

—Será una sorpresa —me guiña el ojo.

Después de haberme bañado, vestido y comido un buen desayuno, fuimos a la esperada sorpresa que terminó siendo el centro comercial.

—Debes estar bromeando —le digo mientras miraba la entrada.

—De hecho no, necesitas algo para dormir —lo miro extraña—. Hablo de una cama.

Me cruzo de brazos.

—No tengo dinero para una cama ahora —le digo mirándolo serio.

Santiago me sonríe.