No soy nada

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—Si no lo veo, no lo creo.

Elvira nos escudriñaba con sus ojos azules, escondidos tras las gafas de culo de botella, desde lo alto de las escaleras. Eva se separó rápidamente de mí.

—Ya me habían dicho que tenías algo raro con una profesora, pero no lo creí... -siguió, mientras se nos acercaba-. Y ahora lo veo. Qué asco. ¿No les da vergüenza?

—¿Vergüenza de qué, exactamente? —respondí furiosa.

—¿Cuántos años te lleva, Abril? ¿Diez? ¿Quince?

—No sé quién eres, pero no hay nada entre Abril y yo —intervino Eva, tajante. Sus palabras me dolieron, en cierto modo.

—Soy la ex de Abril —aclaró Elvira—. Y no me trago que no tengan nada. Si no llego a interrumpir el momento, a saber qué hubiera pasado.

—Eso no es asunto tuyo, Elvira -dije.

—Efectivamente, niña amargada —corroboró Eva—. Si querías saber lo que iba a pasar, no haber interrumpido. —Para mi sorpresa, volvió a cogerme de la mano, y me arrastró hacia el interior del edificio, dejando a Elvira pasmada.

Fuimos sin soltarnos las manos hasta la puerta de atrás del escenario del auditorio. No nos cruzamos con nadie, pues estaba a punto de empezar el concierto.

—¿Por qué has hecho eso? —le pregunté en un susurro, divertida. Al otro lado de la puerta estaban todos los que iban a cantar.

—Me cayó como el culo tu ex. ¿Cómo pudiste salir con ella?

—Una larga historia. Ahora no nos quitará el ojo de encima...

Nos miramos durante un momento, sonrientes. Miré nuestras manos, aún entrelazadas, y me sonrojé. Ella lo notó, y me soltó.

Oímos a alguien cantar desde el interior. El concierto había empezado. Menos mal que yo era la última.
Eva me indicó con la cabeza que entrara a la parte de atrás del escenario.

Allí estaban todos mis compañeros, esperando su turno.

—¿Dónde estabas? —me susurró Elle, mirando significativamente a Eva. Le sonreí y le dije que le contaría luego.

Eva había ido con el resto de pianistas.

Me asomé disimuladamente por detrás del escenario, para ver al público. Pude ver a mis padres y a mi tía. Cerca de ellos estaban Julio y Elvira, y para mi sorpresa, al lado de Elvira estaba Liv.

Me horrorizaba pensar en Elvira contándole cosas a Julio delante de ella. Al lado de Liv no había nadie, y eso me confundió. ¿Dónde estaba ese tal Tyrion?

Las canciones iban pasando lentamente, y yo me mordía las uñas.
Cada vez que aplaudía el público me asomaba para ver si había venido Tyrion, pero el asiento al lado de Liv seguía vacío.

Cuando faltaban dos canciones para salir yo, Eva se me acercó.

—¡Hey, pequeña! ¿Estás nerviosa?

—Estoy como un flan...

Eva me revolvió el pelo.

—Lo harás bien.

—Lo haremos bien —le corregí, provocando una sonrisa tierna en su rostro—. Por cierto... ¿No vino ese tal Tyrion a verte?

—¿Tyrion? ¿Cómo va a venir mi gato a verme? —respondió divertida.

—¿Gato? ¿Cómo que gato?

—Tyrion es mi gato, Abril.

—Pero... ¡Yo estuve hablando con él!

—No subas la voz, que están cantando —me advirtió—. Creo que mi sobrina te ha estado tomando el pelo.

A Eva le divertía el asunto, y en el fondo, a mí también.

—Esta se la devuelvo —dije con picardía.

Diana se nos acercó para decirnos que nos tocaba salir ya.

—Mucha mierda —me dijo Eva, sonriente.

—Mucha mierda.

Aún estaban aplaudiendo al anterior cuando llegué al centro del escenario. Eva se sentó al piano, y desde allí me hizo un gesto tranquilizador.

Cuando empezó a sonar el piano, cada centímetro de mi cuerpo vibró. Mis manos temblaban, y sentí como mi respiración se agitaba. Volví a mirar a Eva. Solo durante un segundo, pero su imagen se quedó grabada en mi retina.

Empecé a cantar, nerviosa.

"La blanca nieve que cayó", una letra vacía de significado para mí, inundó mis palabras, pero lo que realmente me llenaba era la música que le daba sentido a la letra.

Eva sabía exactamente dónde pausar el piano, dónde acelerar, dónde necesitaba respirar yo, y dónde dar todo de mi voz. Lo acompañaba a la perfección. O quizás a ella la música le pedía lo mismo que a mí.

Al cantar la última nota sentí un vacío extraño; no quería terminar de cantar.

Vi como el público me aplaudía, aunque no oía nada. Mi vista se dirigió hacia el asiento vacío al lado de Liv, y recordé feliz, que Tyrion era un gato. Mis ojos se movieron hacia Liv. ¿Estaba llorando?

Después de la reverencia, me giré para irme. El concierto había terminado.

Pero antes de llegar a la puerta, justo cuando los aplausos terminaron, el piano volvió a sonar.

Una melodía más que familiar.

Mi canción.

Eva estaba tocando la introducción de mi canción.

La miré confusa, y ella me hizo un gesto; quería que cantara.

Negué con la cabeza, y se me pasó la entrada, pero ella repitió la intro.
Empecé a cantar guiada por algo que no supe describir.

Mientras lo hacía, miraba a Eva. Mi cabeza daba vueltas. ¿Por qué lo había hecho?

No soy nada.

La misma sensación de conexión que sentía cada vez que cantaba mientras ella tocaba el piano surgió.

Esta vez sentía tanta emoción por la letra como por la música, pues significaba mucho para mí.

Seguí cantando, pero cometí el error de mirar al público. La mayoría sonreía emocionada, pero Elvira me miraba enfadada. Supe que no se iba a quedar quieta. Ella y Julio empezaron a cuchichear, y vi cómo Liv los miraba.

No soy nada.

Miré a Eva, que tenía los ojos cerrados mientras tocaba el piano. Era tan hermosa...

No soy nada...

La canción llegó al final, y volví a sentirme vacía.

Eva se sabía hasta la última nota de mi canción.

El público empezó a aplaudir con fuerza, pero yo solo tenía ojos para Eva.

Me acerqué al piano, y cuando se levantó, la abracé.

—Gracias —le dije al oído, emocionada.

—Gracias a ti —dijo, emocionada también.

Ella, EvaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora