Recuerdos

1K 99 40
                                    

Cursiva: Pasado
Normal: Presente
(Los pensamientos de Abril justo al revés)

—¡Selfie Rodri, selfie! —gritó Hugo eufórico.

Nos juntamos todos para hacernos una foto con el Big Ben detrás.

—¡Es precioso! —dije, emocionada, escuchando cómo daba las campanadas de las doce en punto.

—¡Sabía que te encantaría! —dijo Elle, con una gran sonrisa en su rostro.

—¡Hey! ¿Les parece si cantamos algo? —propuso Julio—. Hay mucha gente aquí, quizá les guste.

—¡Es una idea genial! —dijo Rodri, pero su rostro de entusiasmo cambió de repente—. Bueno, quizá no. Qué vergüenza.

Todos reímos. Rodri, tan indeciso como siempre.

• • •

Hacía casi dos años desde que había ido a Londres con mi hermano, Elle, Julio, Rodri, Lú, su novio Roberto y Jin; un amigo coreano, probablemente la persona más graciosa y desastrosa del mundo. Se echaba de menos su alegría y su buen rollo (se había ido a estudiar fuera, no estaba muerto ni nada de eso).

Cuánto había llovido desde entonces. En ese momento nunca me habría imaginado que mi amigo Rodri sería capaz de hacerme daño, no después de todo lo que habíamos pasado juntos.

• • •

—¡No seas malo! —dije entre risas.

—Sabes que es verdad —replicó Rodri, también riendo—. Cuando canta se abren las puertas del mismísimo infierno.

A Elle se le escapó una risotada.

—La pobre —dijo, alargando la "o" dramáticamente.

—Somos malvados —dije yo, secándome las lágrimas. No podía dejar de reír. Los momentos de descanso entre clase y clase con Rodri y Elle eran un tesoro.

—Claro, somos "El Eje del Mal" —dijo Rodri, poniendo una mano en su ancha barriga, simulando una risa malvada.

—Lo patético de todo esto es que somos todo lo contrario —comentó Elle, aún riendo—. ¡Somos unos pardillos!

Los tres reímos con más fuerza aún.

• • •

A pesar de que éramos un poco burlones, se podría decir que en ese momento no se podría encontrar personas con menos malicia que nosotros.

Cuando lo conocí, Rodri era un niño muy tímido y le costaba relacionarse con el resto del coro, y durante muchos años fue así. Pero cuando comenzamos a estudiar en el conservatorio, comenzó a soltarse poco a poco.

Había sido un cambio progresivo, pero rápido. Ya poco quedaba de aquel chico tímido, inseguro, indeciso y manipulable. Como él mismo había dicho, uno va aprendiendo de lo que te hace la gente. Pero ojalá eso no hubiera cambiado su esencia, porque yo sabía que el corazón que tenía no le cabía en el pecho.

Sin embargo, probablemente por su culpa yo me dirigía hacia la clase de Diana como quien va al matadero.

Eva me había dicho que ella también estaba llegando, así que probablemente nos encontraríamos en la puerta.

¿Qué quería Diana de nosotras? ¿Sospechaba de nuestra relación? ¿Rodri se lo habría contado todo? Quizá solo era casualidad que hubiera citado a Eva en mi hora de canto, quizá no tenía otro hueco libre para hablar con ella. ¡Pero a quién quería engañar! Esto pintaba muy mal.

Ella, EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora