Prólogo

6.5K 384 8
                                    

Febrero, 2013

Me encuentro en medio de un escenario, no me doy cuenta de que estoy bailando hasta ahora; miro a mi alrededor y parece estar desierto, donde debería estar el público solo hay oscuridad, no sé para quién estoy bailando, pero al menos estoy feliz de hacerlo. Miro hacia mis pies y mis zapatillas de punta son rojas, tal como siempre lo soñé. Me voy hasta el final del escenario y hago tres grand jete perfectos, escucho aplausos pero no tengo idea de donde vienen.

Un momento crucial es cuando mi compañero de baile hace ingreso al escenario pero nunca aparece, me comienzo a preocupar pero no borro mi sonrisa de la cara, si algo he aprendido en mis catorce años de danza es que aunque todo esté saliendo mal, la sonrisa debe permanecer intacta, como si todo estuviera perfecto. Alguien me toma por la cintura y me eleva, sorprendida cuando toco nuevamente el suelo lo miro, un chico rubio, vestido como los boxeadores lo hacen me está sonriendo y solo moviendo los labios me dice que siga bailando. Su cara me parece conocida, muy conocida y no puedo dejar de mirar esos ojos verdes tan hermosos.

Comienza a bailar a mi ritmo con pasos que nunca imaginé alguien como él podría hacer, hasta que llega un momento en que debo correr hacia él para que me levante. Lo hago y cuando estoy a punto de llegar me resbalo pero me alcanza a afirmar como si nada hubiese pasado.

—Nunca te dejaré caer —dice antes de guiñarme un ojo y elevarme—, y tampoco te dejaré sola.

Eso último me confunde ya que no sé que habrá querido decir pero sigo bailando, me alejo un poco pero me sigue y toma mi mano.

—Despierta —dice con tono triste, yo sigo corriendo para alejarme—. ¡Despierta ya!

Con ese último grito me doy cuenta de todo, nada de esto es real. Debo llevar un buen rato soñando, pero no sé cómo despertar. Intento detenerme, pero es como si mis pies bailaran por si solos, imágenes borrosas inundan mi cabeza. Un accidente. Mucha gente alrededor. Ruido de ambulancia. Yo tendida sobre el asfalto. Sangre por todos lados.

No me doy cuenta de que me voy acercando al borde del escenario hasta que caigo. Mis músculos se contraen y se preparan para el momento en que mi cuerpo se estrelle en el suelo pero eso nunca ocurre; pasa alrededor de un minuto y yo sigo sin golpearme.

«¿Qué está pasando? Tengo mucho miedo. ¿Dónde está mi boxeador, ¡Ayuda!»

La caída no es cómo me la imaginaba, aterrizo en un lugar acolchado y despierto, el golpe hace que me siente y tome una gran bocanada de aire, como si llevara días sin respirar. Un chico, idéntico al boxeador de mi sueño se levanta de rápidamente del sillón, estaba medio dormido y ahora sus ojos están llenos de lagrimas pero a la vez sonríe.

Miro hacia mi alrededor, estoy en una clínica conectada a miles de cables, me comienzo a desesperar ante la mirada preocupada del chico, sé que lo conozco pero no puedo recordar de dónde.

—Mar, tranquila —dice lentamente—. Ya estás bien.

—¿Quién eres? ¿Dónde está mi mamá?

No responde nada más y sale a buscar al médico o a alguien, cuando llegan estoy intentando desconectarme todo lo posible. Se ven obligados a sedarme y antes de que hiciera un completo efecto me doy cuenta de un horrible detalle.

—¡No siento las piernas! —grito—. ¡No las siento! ¿Qué pasa?

—Marina, escucha —comienza el médico y por su tono me doy cuenta de que dirá algo que no quiero escuchar—. Tuviste un accidente, necesito que te quedes tranquila antes de que empeores la situación. Fue muy grave, estuviste cinco días en coma, hay que hacer muchos exámenes para asegurarnos que no tienes nada más.

—¿Por qué no puedo mover las piernas? —es lo único que me preocupa hasta el momento, todo lo demás pasa a segundo plano.

—Hay una pequeña lesión en tus vertebras lumbares, las encargadas del movimiento de las piernas, entre otras cosas.

—No puede ser posible, ¿voy a poder volver a bailar?

Ese silencio que sigue a mi pregunta me lo dice todo, todos mis sueños, esos por los que tanto luché, están por irse definitivamente a la mierda.

No me llames princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora