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Me siento en aquel lugar apartado de todos. Pinto unas pequeñas flores en mi cuaderno suspirando.

Es mi hora libre, bueno, ya había salido, pero no hay nada por el cual quiera ir a mi casa, este lugar me hace pensar.

Una semana y tres días han pasado, le he preguntado a toda la escuela sobre mi cuaderno. Nadie lo ha visto, aunque no sé si creer. No he hablado Alice, ni con Nicholas, sólo con Xander.

Suena el timbre, miro por la ventana y veo que el sol se está metiendo. Levantándome decido irme a casa, sólo faltaba una hora para que las clases terminaran y no quiero llegar tarde a casa, bueno, más tarde.

Camino hacia la puerta, pasando por el amplio pasillo, y, tal vez si no haya sido por la mosca que me molestaba, no hubiera visto a Nicholas sentado en una de las bancas recargadas en las paredes del pasillo. Detengo mi paso y miro sus acciones, está leyendo.

Me acerco con cuidado, notando las letras que diferencia mi cuaderno con cualquier otro color negro. Genial, ¿no pudo ser más cliché esto?

—¡Felicidades! —digo entusiasmada quitándole mi cuaderno de entre sus manos rápidamente—, haz perdido mi confianza. Debes estar muy feliz —ironizo dándome media vuelta y empezando a caminar hacia mi antigua destino.

Salgo de la escuela agarrando con fuerza mi cuaderno. Me paro en la esquina del colegio, bajo un faro de luz. Miro con atención mi cuaderno y veo una pequeña hoja doblada casi al final.

Abro con temor el cuaderno. Veo y la hoja y sonrío. Hay una nota.

Querido Músico:Where stories live. Discover now