28. ¿Listos?

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Kenneth se sentía muy mal por todo lo ocurrido, gracias a la ayuda de Gin, todo volvió a la normalidad

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Kenneth se sentía muy mal por todo lo ocurrido, gracias a la ayuda de Gin, todo volvió a la normalidad. El muchacho tenía una mezcla de sentimientos, sentía tristeza y a la vez mucho pero mucho enojo, era la segunda vez que le pasaba algo similar, que las personas a las que tocaba se volvieran locas y causaran un alboroto.

Estaba sentado cabizbajo en el piso cerca de la puerta del cuarto en donde se encontraba Kate.

No se lo podía perdonar.

Se retiró y fue hacia la terraza del hospital porque quería estar solo. Desde ahí estuvo mirando el cielo y pensando en lo ocurrido, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó un ruido extraño.

Miró hacia atrás y observó que Nate iba hacia él.

—¡Ahora no por favor! —dijo Kenneth no muy a gusto con la presencia de Nate—.Ahora no tengo ánimo para que vengas a molestar.

El mayor de los hermanos Norris no dijo ninguna palabra solo se limitó a caminar. Hasta que se acercó lo suficiente para quedar frente a frente.

Sin perder más tiempo Nate lanzó un puñetazo que Kenneth no pudo esquivar, Nate fue mucho más rápido, el golpe fue tan fuerte que cayó al suelo sin más.

Se sobó su mejilla izquierda mientras intentaba levantarse pero no lo consiguió debido a que Nate se le abalanzó, al tenerlo a su merced, el joven Norris se posicionó encima de Kenneth para golpearlo con una serie de puñetazos, al principio el ojiazul no se defendió porque pensó que se merecía eso y mucho más.

Sin embargo mientras Nate lo golpeaba, él pensaba en lo sucedido, recordaba los consejos de su maestro Gin, de Lionel y por supuesto del capitán Arthur Benner, con todo eso en menté decidió no lamentarse más y usando su fuerza se separó de su agresor al lanzarle un chorro de agua lo suficientemente fuerte para alejarlo pero no tanto para lastimarlo.

No era una opción viable lastimar a otro integrante de la familia Norris.

Nate quedó inconsciente.

—¡Sutil! —dijo Kenneth al verlo en ese estado. Bajó de la terraza y fue hacia el cuarto de Kate.

Cuando entró lo primero que observó fue a la joven muchacha durmiendo, se notaba más recuperada y en su lado derecha estaba un suero de solución salina que colgaba de un porta sueros metálicos.

Al verla inconsciente se sintió triste y a la vez culpable.

Durante varias horas pasó en el cuarto sentado, algunas veces despierto y muy pensativo mientras que otras veces pasaba durmiendo.

—¡Señor Cooper el señor Barren lo anda buscando! —Ramiro llegó al cuarto. El gato parlanchín se subió por una mesa metálica.

—¿Qué para qué? —preguntó Kenneth un poco extrañado—. ¿Qué ha pasado?

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