Capitulo 11

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Normalmente, todas las mujeres en su niñez planeaban al dedillo como seria su boda de ensueño, con vestidos de princesa, una tiara sobre la cabeza, mucho tul y mucho rosa por el camino. Ese no era su sueño. Nunca planeo tener un millar de invitados, ni llevar un vestido que la hiciera parecer un Cupcake. Ella quería algo sencillo que significase algo para ellos dos. Y aunque no era lo que ellos pensaban de una boda, al menos adelantaría el hecho de convertirlos en una autentica familia.

Mirando por el rabillo del ojo, observo a Alexander mientras su chico preparaba una maleta para esa luna de miel improvisada, que aparte de su noche de bodas, también seria sus días para despedirse. El iba metiendo un sinfín de cosas, alternando unas prendas y otras, llenando una maleta negra de ruedas. A un lado, su macuto para la misión, ya estaba listo. Alex se iría directamente desde donde fuese que se marchaban, así que el coche que llevarían en esta ocasión, sería su BMW. Iba a ser un poco agridulce, pero confiaba plenamente en su chico y sabía que regresaría. Tenía que hacerlo por el simple motivo de que ya no era únicamente ella la que estaría esperando su regreso. Liv también lo haría.

Estaban dándole tiempo a que los dos testigos que habían elegido para la boda en el juzgado, llegaran. Héctor y Anne. Ellos eran los más cercanos y los únicos que no pondrían el grito en el cielo por hacer las cosas deprisa y corriendo. Algo bueno, ya que no tenían tiempo para planear una gigantesca boda, a seis días de que Alexander se marchara. Ese evento lo reservarían para cuando el regresara y ella se hubiese recuperado del parto.

Pero mientras tanto, ellos dos eran perfectos para acompañarlos en ese momento improvisado.

Llenando su propia maleta de ropa y zapatos, cruzo la habitación hacia el baño y recogió su neceser de higiene y el de maquillaje. No sabía si iba a tener tiempo para arreglarse, pero una podía esperar no pasarse toda la luna de miel, teniendo sexo como conejos en la habitación.

Rebuscando en el armarito del baño, se carcajeo al encontrar una inesperada cajita de color morado.

--Bueno, bueno... ¿Y dónde estabas tú hace cinco meses?

Pregunto.

--¿Qué?

Mirando hacia arriba, arqueo sus cejas al mostrarle la caja de preservativos sin ni siquiera empezar, a un curioso Alexander.

--Oh... ¿Había?

Riéndose un poco más fuerte, asintió con la cabeza. Ellos siempre se habían estado cuidando. Y aunque ella dejo la píldora cuando se mudaron a vivir juntos, seguían usando el preservativo como método anticonceptivo. Era un método que iba bien y en realidad era el más popular. Así que... el día que Alex llego, no encontraron las tiras de chubasqueros por ningún bendito lugar, aunque ella no busco en realidad, y como resultado de ello, el horno se puso en funcionamiento. Ahora tenían un tierno bizcochito que estaba a un poco mas de mitad de camino de estar listo.

Su chico se encogió de hombros.

--No me arrepiento de no haberlos buscado.

--Yo tampoco me... ¿No los buscaste?

--Si lo hice. Mire en la mesita de noche, pero no vi ningún paquete en el cajón.

Ella abrió su boca para contestar, queriendo reprochándole un poco aquella acción, cuando el arqueo una de sus cejas.

--Creo recordar que tenías bastante prisa por...

Lanzándole el paquete al pecho, escucho la risa de su chico cuando corto a la mitad la frase. Soltando un pequeño suspiro, se agarro del lavamanos y se puso en pie. Enderezando con cuidado su espalda, miro a Alex.

Mi Soldado; Esperando a...Where stories live. Discover now