Parte 23 (Extra de Halloween) (Cortito)

4.7K 395 33
                                    


Al llegar a casa después de un día bastante intenso de entrenamiento con los novatos, lo último que esperaría al abrir la puerta, seria ser recibido por una catrina y un feroz pirata. Sus hijos vestían los disfraces que pensaban llevar esa noche, para realizar el truco o trato por todo el vecindario y llenar sus arcas de deliciosos caramelos, que acabarían en cuestión de unas pocas horas.

Los dos pequeños habían estado muy emocionados por la festividad de la noche de brujas y como tal, dieron la tabarra a su pobre madre, hasta que esta les prometió hacerles un disfraz para cada uno. Liv era una preciosa y vistosa catrina, llena de colores y brillos. Llevaba un tutu negro, leotardos de rayas rosas y moradas y una camiseta rota de color negro, encima de una de rosa chillón. Itzi le había echo dos coletas atadas con dos vistosos lazos, y sus ojos claros, sobresalían sobre todo aquel maquillaje. Kota sin embargo, lucía un sencillo y cómodo traje de pirata. Tenía una cicatriz pintada en su mejilla e Itzi había pintado muy suavemente alrededor de sus ojos, para destacar el color de estos. Una vez más, al mirar al par, se percato de que tenía dos cachorros de Husky en casa. Estos podían hablar y andar a dos patas, pero en realidad, eran traviesos como dos cachorros.

--¡Papi, truco o trato!

Grito Liv, saltando desde el umbral de la puerta hacia sus piernas. Upando a la pequeña de cuatro años, se inclino para hacer lo mismo con Kota y entro en la casa que la base les proporciono cuando se convirtió en instructor.

--¡Wow! Que disfraces más chulos. ¿Los ha hecho mama?

--Sip. Soy una catina.

--Catrina, cielo. Eres una preciosa, catrina.

--Yo un pirata.

Intervino Kota con orgullo, alzando su espada de juguete, arrugo su nariz, intentando hacer un feroz gesto.

--¡Que miedo! Vais a conseguir muchos caramelos ¿Eh?

Los dos pequeños botaron en sus brazos, animados por la noche que les esperaba, pidiendo chucherías de casa en casa, en aquella gigantesca base militar, donde todo lo que alcanzaba la vista, estaba preparado para los pequeños visitantes que iban a pedir su ración de dulce. Mientras dejaba atrás la entrada, hecho un rápido vistazo al salón y frunció el ceño, cuando no encontró a su esposa.

--¿Sabéis donde esta mama?

Pregunto, bajando a los dos al suelo, iniciaron una exhaustiva búsqueda en conjunto. Finalmente, la encontraron en el cuarto de juegos de los pequeños, recolocando todo lo que los dos diablillos, habían desparramado. Aquella habitación era como el cofre de las sorpresas. Había tantos juguetes, que nunca sabias al cien por cien, cual iba a surgir al abrir un cajón de almacenaje.

--¿Día ajetreado?

De rodillas sobre la alfombra, Itzi lo miro por encima del hombro, soltando un largo suspiro, acomodo uno de los tantos peluches que tenían sus hijos, en una de las baldas.

--Te propongo algo.

--Dime.

--Un día, te los llevas a trabajar y dejas que ellos entrenen a los chicos, veras como los agotan.

Soltando una carcajada, apoyo una mano en la cabeza de Liv y paso de largo a los dos revoltosos, para acercarse a su esposa. Acuclillándose a su lado, agarro su barbilla con los dedos y la obligo a mirarlo. Besando aquellos dulces labios, sonrió ante el claro conocimiento, que pese a que ella se quejaba de la energía desmedida de ambos hermanos, ella era inmensamente feliz de ser madre de esos dos diablillos.

Mi Soldado; Esperando a...Where stories live. Discover now