Epilogo

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2 Años después.

Aquel vuelo de regreso se estaba haciendo anormalmente largo. Su cuerpo vibraba por el nerviosismo. Sentía las manos sudorosas y era increíble, pues que ni siquiera durante una misión de riesgo, se ponía en ese estado. Pero tenía sus motivos. Sería la última vez que su familia tendría que recibirlo tras un periodo tan largo de ausencia. Las misiones se habían acabado oficialmente para él. A partir de la época de descanso que tenía como miembro de la unidad de fuerzas especiales, pasaría a formar a los novatos como instructor de la base de Washington. Iba a ser una mudanza un tanto dura, pues dejarían muchas cosas atrás, como amigos y familia, pero era lo que su mujer e hijos necesitaban de él y ahora que finalmente se había podido despedir a lo grande de su unidad, lo haría con gusto. Un nuevo trabajo, donde podría disfrutar plenamente de la vida en familia, era algo que necesitaban todos. Un horario fijo, sin peligro, sin viajes... era un empleo que le daría paz a Itziar. Y después de ocho años aguantándolo, ya había llegado la hora de darle esa tranquilidad a su mujer.

Tenía cierta tristeza por dejar la unidad y a sus compañeros, pero ya estaba preparado para ello. No iba a echarse atrás nunca más, ni se arrepentiría de haber tomado esa decisión por el bien de su familia. Una que había aumentado a un miembro más, dos meses atrás. El embarazo de Dakota llego de improviso, del mismo modo que hizo Liv. Pero en el caso de su hijo, el se perdió la mayor parte de su gestación e incluso su nacimiento. A día de hoy, el seguía sin conocer al pequeño, salvo por fotos o Skype. Su hija también había crecido muchísimo, y estaba claro que se perdió muchos momentos de su crecimiento, pero nunca más. Ahora podría ejercer como el padre que era de esas dos criaturitas.

Pasándose las manos por los muslos, respiro hondo para intentar encontrar algo de control, y entorno los ojos cuando Izan se rio a un lado suyo.

--¿Estas nervioso?

Mirándolo de reojo, arqueo una ceja al ver como la pierna del tipo saltaba sin control.

--¿Y eso me lo preguntas tu, conejito energizer?

--Capullo.

Mascullo Izan, intentando controlar el movimiento de su mitad inferior, fracasando cuando al cabo de un par de segundos de quietud el tic nervioso ataco de nuevo su pierna con fuerza. Su compañero desistió, soltando un suspiro, se echo hacia atrás y miro al techo del avión.

--Voy a proponerle a Maci que se case conmigo.

--¡Felicidades! Ya era hora, tío.

Izan sonrió tenuemente, y asintió.

--Ha sido una larga búsqueda, pero he encontrado a mi mujer perfecta.

--Mándame una invitación. Iremos allí con los pequeños.

--Lo hare. Aunque tú no me invitaste.

--Fue una boda exprés, y no la que ella se merecía. Creo que ahora que tengo tiempo para ello, voy a proponerle casarnos de nuevo, o al menos hacer una boda mas oficial.

--Y a por el tercer churumbel.

Soltando una carcajada, adopto la misma posición que su compañero. Tenía una vida plena. Con una mujer que lo apoyaba incondicionalmente, y dos hijos preciosos, su vida era plena. Así que ahora que podía, tenía que disfrutar de ella al máximo, sin perder ni un solo detalle del día a día.

El piloto anuncio el aterrizaje inminente, así que ambos se acomodaron una vez más. Enderezando su espalda, esperaron al choque de las ruedas contra el asfalto de la pista y suspiraron cuando todo fluyo con normalidad. Finalmente estaba a solo unos metros de su esposa e hijos. Así que buscaría rápidamente su petate y saldría al parking de recogida. Aquel lugar se había convertido en un sitio familiar para ellos y eso era un delito. Aunque eso ya se había acabado.

Mi Soldado; Esperando a...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora