Capitulo 17

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Nadie le dijo en su momento que estar embarazada conllevaba ver a tu medico muchas más veces a tu propia familia. Ir cada dos semanas para que le hicieran el mismo chequeo, estaba resultando ser un poco bastante agotador. Eran pruebas repetitivas y conversaciones que se sabía hasta la saciedad, pero que por nada del mundo podía saltarse, puesto que era importante para mantener un adecuado control de Liv. Quien a las veintisiete semanas de embarazo, crecía sin descanso y pateaba cada vez más y más fuerte. Su pequeña hija tenia fijación por las artes marciales, así que ya sabía a que apuntarla en cuanto comenzada a andar.

Durante esas cinco semanas desde que Alex se marcho, todo había ido volviendo poco a poco a su habitual cauce, y es que el llevaba una semana completa sin dar señales de vida, pero dado que eso era lo común cuando él se marchaba, estaba tranquila respecto a esa escasez de noticias por su parte. En realidad, ese desapego era lo normal. Alexander se restringía a si mismo durante una semana o dos, para habituarse más fácilmente a la vida en la base, tras un periodo largo en casa. Le gustaba que el volviese a ser el mismo de siempre, pese a que comenzó a disfrutar las llamadas casi diarias que recibía.

Aun así, lo correcto era el distanciamiento, para asegurar una mejor concentración durante la misión vigente. Y de ese modo, ella estaba mucho más tranquila de que él estaba cien por cien bien, donde quiera que estuviese en esos momentos. Para aliviar un poco su necesidad de contacto, y de ese modo mantenerlo informado de cómo iba el crecimiento de Liv, mandaba alguna que otra foto y los resultados del doctor, con las notas justas para que entendiera de que iban todo, aunque después de acompañarla a alguna que otra consulta, estaba segura que tenía una idea de que era.

Todo marchaba bien con el embarazo, y en medio de su séptimo mes de gestación, se veía como una pelota de playa, extra inflada. Aunque por suerte ella ya había pasado de largo la etapa que la pobre Anne estaba sufriendo en propias carnes, en esos momentos. Se compadecía de ella, pero ahora que estaba en la recta final del embarazo, comprendía que solo era una etapa más de los nueve meses y que pasaría pronto. Su cuerpo necesitaba adaptarse a la vida que estaba creando, a veces le costaba menos y otra más. Los efectos de ello, eran las nauseas, mareos y malestar general. Pero estaba claro, que pese a todos esos contras que tenia, Anne estaba emocionada por convertirse en mama.

Casi podía asegurar que quien peor lo pasaba, era Héctor, ya que tenía que estar pendiente de dos embarazadas al mismo tiempo. Una de ellas demasiado cerca de la meta de salida, pasando por un sinfín de malestares, y otra a punto de coger vez en el hospital para dar a luz. Si durante esos cuatro meses a Héctor no le daba algo, sería un absoluto milagro.

Pero aun así, se le veía contento pese al estado de pánico en el cual parecía vivir.

Sobándose un punto en el costado derecho, respiro hondo y rodo los ojos cuando su hija comenzó una nueva fiesta dentro de su vientre. Abriendo la puerta de su casa, arqueo las cejas al oír la voz de Héctor.

--¿Necesitas algo? Dime ¿Qué puedo hacer...?

Guiándose por la voz del hombre, dejo el bolso y las llaves sobre la mesa del comedor, y encontró a la pareja en el baño de invitados.

--¿Va todo bien?

Pregunto al ver la escena que estaba montando Héctor. El hombre ya debería haberse calmado después de esas semanas, pero parecía ir a peor, a medida que los días pasaban.

Anne alzo un brazo, apunto a Héctor y le dio un pulgar abajo, avisándole que si no se ocupaba del hombre, iba a matarlo en cuanto se recuperara un poco.

Apretando los labios para evitar reírse, apretó los dedos alrededor de la gruesa muñeca del hombro y tiro de él hacia afuera pese a la fuerte reticencia, logro sacarlo solo por el hecho de que tuvo compasión por su embarazo y no hizo mucho esfuerzo. Alejándolo de Anne, consiguió darle un momento de paz a la pobre mujer, pese a las nauseas que estaba experimentando, sería un pequeño alivio para ella. Guiándolo hacia el salón, empujo el pecho de su cuñado, obligándole a tomar asiento en el sofá.

Mi Soldado; Esperando a...Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz