1.- Yeta

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Me levanté en la mañana por los gritos de mi mamá, si bien me quería mucho no era muy cariñosa para despertarme por las mañanas.

— ¡LEVÁNTATE GABRIELA! — gritó tirando las mantas hacia atrás y del puro frío que hacía me acurruqué más tratando de darme calor. Se fue y me levanté a bañarme, ya estaba en pelota y caga de frío y cuando abrí la llave...

— ¿MAMÁ NO HAY GAS? — grité.

— ¡NO! ¡SE ACABÓ AYER! — gritó de vuelta.

Conchetumare.

Terminé bañándome con agua congelada, de la misma manera me fui al colegio con mi hermano mayor, Camilo. Él iba en cuarto medio y yo en segundo.

— Camina rápido po Pancha — dijo enojado llamándome por el apodo de mi segundo nombre.

Antes de llegar al metro se puso a llover y corrimos hasta subirnos. Estaba mojada y muerta de frío. El Milo tenía una cara de estar enojado asi que no le dije nada. Lo bueno era que no teníamos que hacer ninguna combinación y llegábamos al toque.

Empezó a llover mucho mas fuerte y me tuve que poner la mochila sobre la cabeza para no mojarme mas de lo que ya estaba. Llegamos a penas, ya estaban cerrando las puertas y el inspector nos dejó pasar por pena.

Subimos al segundo piso, que estaba todo mojado y resbaloso. Me separé del Milo cuando entró a su sala y yo seguí derecho hasta el final del pasillo.

La profe me miró feo cuando golpeé la puerta y de mala gana me abrió la puerta.

— En silencio señorita Gómez — fue lo único que dijo.

Me senté en mi puesto al lado de mi mejor amigo el Fabian que se tapaba la boca para no reírse, incluso se puso tan rojo que pensé que iba a morirse.

— Gabi eris tan yeta — dijo por fin el Fabian siendo interrumpido por la profe. Él tenía razón, de alguna forma todas las weas me pasaban a mi.

— Saquen el libro de Matemáticas y hagan los ejercicios de la página 107.

Todos empezaron a moverse y yo saqué mis cosas, que de pura cuea no se mojaron. Eran 20 ejercicios y cuando iba como por el 15 tocaron la puerta. Mijito.

— Joven Díaz  pase rápido y en silencio — le dijo la profe. Entró y por la lluvia estaba mojado, incluso con el pelo todo mojado y aplastado se veía bonito.

—  Gabi deja de mirarlo así pareces weona —  me susurró el Fabian y fue inevitable no ponerme roja.

— Que hablai, mejor hace el ejercicio rápido — repliqué enojada.

[...]

Cuando tocaron para recreo ya había parado de llover y el Fabian me acompañó hasta la enfermería para pedir un secador. Me saqué la corbata, la chaqueta y la camisa quedando en sostén. El Fabian me prestó su chaqueta que me quedaba enorme y me ayudó a secar mis cosas.

A pesar de ser hombre no sentía pudor, eso no quiere decir que me desnude frente a todos los niños pero el Fabian era mi mejor amigo, nos conocemos de chicos y nos contamos todo, somos como hermanos.

Los quince minutos que duraba el recreo nos la pasamos en la enfermería secando las cosas pero no estaban listas así que tuve que buscar una polera en la ropa perdida y ponerme el polerón del Fabian encima.

— SOY SUPER MAN CACHA — gritó el Fabian de repente. Miré para todos lados porque no entendía y de repente estaba de cabeza sobre el hombro del Fabi, menos mal que estaba con pantis.

— ¡BAJAME WEON! — grité asustada mientras reía. El Fabi comenzó a correr y los de media que estaban ahí nos miraba raro.

Llegamos a la sala y el profe todavía no llegaba. El Fabian abrió la puerta pero no me bajó y todos empezaron a molestar.

— ¡FABIAN! — grité y me bajó. Se veía feliz haciéndome enojar el ctm.

— Se ven bonitos juntos ¿Seguro que no se han comido? — nos preguntó la Sofía, una loca entera maraca.

— Fíjate que no querida, no tengo la necesidad de comerme a mis mejores amigos — respondí enojada. Mis compañeros -que son entero de carboneros- empezaron a decir cuestiones.

— Ya Gabi — dijo el Fabian tirándome del brazo obligándome a sentarme.

No alcancé a decirle nada porque el profe de Historia llegó. ¿Que se metía la loca esa? Para empezar ¿A ella que le importa? Además a mi me gusta otro niño, el Ignacio Díaz.

Si bien llevo años enamorada de él no quiere decir que tengamos onda, o sea, es del grupo de amigos del Fabi y hablamos pero nadie sabe que me gusta aparte del Fabi. El Ignacio tampoco es el loco que la lleva pero si lo conocen.

¿Que hago? Siempre he tenido el impulso de querer confesarme y la tontera pero no me sale, me da demasiada vergüenza. ¿Y si me rechaza? No es que me echaría morir ni mucho menos, pero si me dolería.

Para mi es el niño perfecto. Una vez me decidí mirar a otros niños para sacarlo de mi cabeza pero no resultó, en clases siempre estoy -inconscientemente- pendiente de él. Aparte de que siempre participa en clases y tiene notas muy altas pero también es bueno pal webeo. Siempre molestando y haciendo reír a los demás.

— Señorita Gómez ¿Me esta escuchando? — preguntó el profe de repente con tono enojado.

— ¿Ah? — contesté por inercia aún distraída. Me miró como si no tuviera remedio y siguió la clase.

— ¿Estai bien? — me preguntó el Fabian en un susurro.

— Si — contesté aun un poco distraída. No podía sacar al Ignacio de mi cabeza.

¿Que chucha hago? Si soy entera yeta.

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Hola cabras, espero que les guste este intento de novela (?)

Weona yeta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora