Capítulo 1 - Aislamiento

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Aislamiento

— Despierta Galdor.

Un fuerte mareo me invadió haciendo que la tarea de levantarme fuera casi imposible, intenté usar mis brazos para estabilizarme pero era inútil, de alguna manera u otra no encontraba fuerza suficiente para moverme.

— Levántate Galdor. — La voz provenía de una pequeña bocina.

Intenté una vez más pero el resultado fue el mismo, el mayor logró que conseguí fue rodar mi cuerpo para estar boca arriba. Era una sensación extraña porque no sentía cansancio ni nada parecido.

— Has un último esfuerzo para ponerte de pie. — Insistía la voz por la bocina.

Levanté mi brazo sobre mi cabeza pero cayó directamente al suelo como si sostuviera una pesa de cien kilos, después traté de mover un dedo pero esté tampoco reaccionaba y fue así con cada parte de mi cuerpo hasta quedar en un estado similar a la parálisis del sueño. El miedo me invadió pero mi boca no era capaz de moverse.

— Tranquilo, todo saldrá bien, es parte del proceso.

La voz no me parecía familiar... lo último que recuerdo fue que Huor...

— Perdón por no presentarme, soy la doctora Ireth Anwamanë y seré la encargada de llevarte por este procedimiento, Huor personalmente me encargó tu caso entonces puedes sentirte en buenas manos.

El objeto que me entregó Huor me trajo hasta aquí... solo recuerdo el malestar habitual de mi estómago, después desperté aquí y ya no estoy seguro de cuánto tiempo llevo aquí y... nada más. Supongo que es una especie de castigo que debo cumplir por tomar toda la responsabilidad.

— No se trata de ningún castigo sino todo lo contrario. — Replicó Ireth a través de la bocina. — Vamos a llamar esto una terapia en donde podrá sanar rápidamente y volver a tus deberes lo antes posible.

¿Cómo sabe lo que estoy pensando? Me gustaría decir que es lo mismo que hace Huor pero él lee mi rostro, escucha mi tono de voz y demás cosas o por lo menos eso dice... pero aquí estoy totalmente inmóvil... es imposible.

— Claro que no es imposible puesto que está ocurriendo. He decidido bloquear todas las conexiones que tienes con tu cuerpo para que puedas tener un mayor control sobre tu mente, así podrás encontrar las respuestas que tanto buscas. — Respondió Ireth con voz calmada.

¿Por qué haría esto Huor?

— Ya no tendremos comunicación durante un tiempo, pero estaré observando todos tus signos vitales y en caso de emergencia solo piensa muchas veces mi nombre para venir a auxiliarte. Aprovecha el tiempo Galdor, el único que decide cuanto estarás en aislamiento serás tú y nadie más. — Contestó la doctora y enseguida un pequeño golpe al micrófono indicó que la comunicación se había cortado.

¿Esto se trata de un truco como el sello de Lúthien la primera habitación que tuve? Ya parece un recuerdo un poco lejano, aunque ahora que lo recuerdo no tiene más que un par de meses... el tiempo es extraño desde que estoy aquí. En la universidad los semestres parecían eternos y cada hora pasaba tan lento que me sentía que terminaría siendo un anciano... esa vida ya parece tan distinta y ajena a mí. Por un momento olvidé mi verdadero nombre... o mi anterior nombre, ya se hace muy difícil saber que es lo real y que no.

Erik, ese es mi nombre. Un estudiante un poco más bajo que el promedio que encontró un libro... después todo cambió, se fue poco a poco al carajo aunque en ocasiones me encuentro con cosas maravillosas pero siempre salpicadas con un amargo sabor que no me deja disfrutar de nada. Aunque siempre fue así, si no se trataba de mis padres eran los profesores, las burlas, las críticas, la presión social... al parecer estoy estancado en el mismo lugar sin poder avanzar a ningún lado.

¿Qué haces Galdor? estas cayendo en la trampa de Huor, debes mantener tu mente tranquila y no pensar nada... tal vez eso funcione... a quien quiero engañar, si no puedo moverme lo único que puedo hacer es pensar. Creo que debería enfocarme en lo que pasó con nuestros compañeros del Credo, tal vez de esa manera puedo ser útil... la misma mierda de siempre, intenté sobresalir en la fotografía pero nuca fue suficiente ni para mi padre ni para nadie, al final de cuentas solo soy una persona que no tiene futuro ni propósito.

Tanta razón tenían esas personas que decidí tomar la ruta más sencilla y huir de todo eso... abandoné mi vida porque era incapaz de resolver mis problemas y al final el resultado fue el mismo aquí... no sé qué hago en el Credo, puse en peligro a mis compañeros y a muchos otros que ni siquiera conozco.

¡Detente Galdor! solo estás lastimándote... ¿Erik? Quién es él, la sombra de quien era o tan solo la ilusión de mis fracasos acumulados...

¿Por qué escapó la sombra? Huor lo dejo escapar... si, esa es la respuesta, ese mal nacido dejó que huyera sin oponerse ni un poco... aunque él peleó ferozmente contra él... pero sus palabras de no poder matarlo no me dejan tranquilo.

Tranquilidad es lo que necesito en mi vida en este momento, necesito a Karla, estar en sus brazos una vez más, besarla y sentir que todo esto puede tener algún sentido... la vida, el trabajo, las metas, los sueños... toda esa mierda que nos venden debe tener algún significado real.

Erik, debes parar ahora con esto, no puedes acomodar tus pensamientos ni enfocarte en lo absoluto... pero es todo lo que puedo hacer, imaginar a tener un momento de lucidez. Ese segundo de total iluminación es a lo que quiero aspirar, si tan solo ese segundo fuera eterno... no voy ni dos minutos en esta habitación y siento que perderé mi cordura en cualquier instante, yo no sirvo para esto, no soy capaz de encontrar la respuesta a todo, no tengo todas las respuestas, ¡NO PUEDO HACERLO!

Mientras me volvía loco en esa habitación la doctora Ireth marchaba al despacho de Huor con una caminar calmo.

— ¿Estás seguro de esto jefe? — Preguntó Ireth a Huor quien se encontraba sentado.

— ¿A qué te refieres? — Replicó sin despegar la mirada de los papeles de su escritorio.

— Sobre Galdor, es una buena idea dejarlo ahí durante tanto tiempo.

— Necesitamos que evolucione lo más rápido posible.

— Si pero tú sabes que muchos pierden la cordura al estar cinco minutos en esa habitación y tú quieres dejarlo durante días. — Respondió preocupada la doctora.

— Los guerreros pierden la cordura por todo lo que han vivido, ese niño no se encuentra tan dañado. — Replicó Huor mientras se quitaba las gafas y observaba directamente a la doctora.

— Entiendo su punto... pero ni usted ha logrado permanecer tanto tiempo.

— Digamos que tengo información sobre Galdor que me dan la confianza en él.

— ¿Quisiera compartirla?

— No realmente, solo confía en mí, es justamente lo que necesita. Además se encuentra bajo sus cuidados.

— ... Bien... entonces el plan es el mismo. — Respondió la doctora con duda en su voz.

— Sí, quiero que indagues en lo más profundo de él sin importar el tiempo que tardes.

La doctora Ireth asintió con la cabeza y se retiró de la habitación de vuelta al cuarto donde se encontraba Galdor. Ingreso en un cubículo justo a un lado de la habitación y tomó asiento frente a una computadora con tres pantallas, la primera mostraba todos sus signos vitales, la segunda su actividad cerebral y la tercera su temperatura corporal de manera precisa. Alrededor de ella se encontraban diversos instrumentos de medición y aparatos que monitoreaban cada aspecto por más mínimo que fuera de Galdor. Ireth miró al reloj y empezó a llenar un reporte sobre la situación de Galdor: 5 minutos dentro de la cámara de aislamiento y la actividad cerebral del paciente se volvió errática y con picos apenas sobrepasando el nivel normal, su temperatura se encuentra dentro del rango pero su corazón se acelera en intervalos de un minutos sin salirse de una medición saludable. Al parecer el paciente está atravesando la primera etapa de la locura.

Ireth tomó un sorbo de su café y suspiré: Ojala pueda salir de su locura a tiempo.

El Credo - Iniciación IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora