Capítulo 53 - Pelear o huir

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Pelear o huir

La batalla no cesaba, los enemigos se multiplicaban y nuestros esfuerzos parecían diminutos. Azazel se mostraba más colérico con cada blandir de su espada, el sudor caía a cantaros y su piel se mostraba enrojecida por el esfuerzo físico, Pereza no mostraba dicho cansancio, pero empezaba a tocarse la cabeza entre cada ataque, un dolor lo empezaba a molestar, Amorth no podía ocultar la gran preocupación de su rostro junto a su impotencia. No importaba cuanto me esforzara por eliminar el mayor número de objetivos, siempre aparecían más y más mientras que la Sombra se adentraba en el bosque.

— ¡Haz algo anciano! — Gritó Pereza desesperado.

— No podré soportar pasar a la ofensiva mientras mantengo la de...

— Si no haces algo ahora moriremos de todas formas.

Amorth dudó por un momento, me regresó la mirada y me ordenó que huyera en cuanto tuviera la oportunidad, me negué inmediatamente haciendo que Amorth entrara en total desesperación.

— ¡Al menos libera la forma de Azazel! — Gritó Pereza antes de lanzar otra oleada de cuchillas.

El exorcista tragó saliva al escuchar la sugerencia del pecado, la mano que sostenía el libro temblaba y por un instante los círculos que nos protegían titilaron.

— ¡Héctor se volverá tu responsabilidad y es una orden! — Gritó Amorth.

Pereza asintió con la cabeza y retrocedió rápidamente hasta posicionarse delante de mí.

— Ante ti poderoso Señor de la Verdad y la Luz Me Presento. Nada poseo salvo mi propio ser y mi humana naturaleza. Señor Guerrero por excelencia, tus armas truncaron los sables de Dios. — Recitaba Amorth en voz alta y con su mirada clavada en Azazel.

— ¿Qué está haciendo? — Le pregunté a Pereza.

— ¡Cállate y defiende a Amorth lo mejor que puedas!

Los disparos de mi arma eran imprecisos y torpes, medir el nuevo radio de las explosiones me era complicado y casi no podía dirigir las ojivas y soltar cortes al aire al mismo tiempo, el retroceso del arma fatigaba mi brazo rápidamente. Pereza concentraba sus ataques a las amenazas más inminentes a nosotros y apenas se daba abasto, los perros saltaban ferozmente a nosotros con sus mandíbulas abiertas para mostrar sus filosos colmillos, las ánimas se abalanzaban por decenas a nosotros. Astillas y huesos volaban por todo el lugar y un hedor a putrefacción hacía la tarea de respirar algo complicado.

— Protector de los hombres, ante ti acudo buscando protección. Luz del Alba, Esperanza de la Humanidad, Señor de la Libertad. Como hombre reclamo el vínculo sagrado que nos une ahora y por siempre. Tu belleza es envidiada por los astros y tu fuerza quiebra la roca. Permite que mi espíritu se funda con el tuyo, ahora y por siempre. Juez Sabio que a nadie temes, hablas la verdad sin vacilar por nadie. Permíteme disfrutar de tu sabiduría y desvélame tus grandes secretos. Lucifer escucha estas palabras como ofrenda de unión y agradecimiento. Complace mis deseos y mis palabras sellaran este pacto de unión eterna. Lucifer por ti renuncio a complacer a Dios. — Continuaba recitando Amorth elevando su voz con cada frase.

¿Lucifer? Se supone que los exorcistas tienen la capacidad de eliminar a los demonios que poseen los cuerpos de los hombres, no que los invocarlos a su favor.

— Renuncio del Cristo. Renuncio de los Sacramentos y Bendiciones. Renuncio de sus Mandamientos. Renuncio de sus Iglesias, Ministros y Pastores. Renuncio de todo aquello que es Santo y Sagrado. Renuncio de todo don o beneficio que no provenga de ti. Renuncio a que mis actos sean tenidos como buenos ante Dios.

El Credo - Iniciación IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora