20
Reaparición
Las gotas de lluvia golpeaban las tejas de la taberna interpretando la melodía de la nostalgia y melancolía, el viento estrellándose en los cristales otorgaban un toque de soledad y el cálido fuego de la cocina era el complemento perfecto que invitaba a la reflexión.
— Con este clima no creo que tengamos clientes el día de hoy. — Dijo Rizzard.
Mi mirada permanecía perdida en la caja, la curiosidad y la intriga no abandonaban mi mente.
— Mejor sube a descansar Héctor.
Rizzard me dio una palmaba en la espalda y una pequeña sonrisa tranquilizadora. Ese pequeño gesto fue suficiente para apaciguar el momento, tomé su palabra y entré en la habitación.
Coloqué la caja sobre la cama y empecé a examinarla detalladamente. De alguna forma esto me recuerda al maletín que llevó Lúthien el día que me entregó mi nombre. Cada pequeño trozo de metal cuidadosamente colocado en el interior tenía una textura específica en su flujo de energía y cada piedra mostraba un color distinto. Pasé la mano en varias ocasiones pero no había ninguna alteración.
Tomé la carta en mis manos y toda la energía que provenía de la caja se conectaba a esta, como si la estuvieran alimentando. Encajé mis uñas en el sello de cera con la intención de romperlo. Después de algunos intentos el sello seguía intacto. No importa si aplicaba más fuerza o solo intentara romper una pequeña parte, era imposible retirar la plasta de cera sobre la carta.
Busqué en mi habitación y encontré un alfiler que utilicé para abrir la carta, pero el afilado trozo de metal se rompió antes de poder causar un solo rasguño. Tal vez tenga que romper el sello como lo hice con la marca sobre la puerta de mi habitación en el Credo, pero no tengo los libros necesarios para intentar hacer algo.
Mientras figuraba una forma de abrir la carta un sonido rompió mi concentración, un pequeño golpe en la ventana. Me acerqué a la ventana pero la oscuridad del exterior no permitía ver nada. Pensé que se trataba de una rama de un árbol y seguí trabajando con la carta. A los pocos minutos el sonido se repitió pero decidí ignorarlo. Con el paso del tiempo los golpes en la ventana se volvían más frecuentes, pero cada vez que me asomaba no encontraba nada.
Abrí la ventana a pesar de la lluvia para asegurarme que no había nadie fuera, una fría brisa llenó la habitación y cuando estuve por cerrar la ventana algo golpeo mi rostro con la fuerza suficiente para hacerme caer el suelo.
Evité gritar del dolor para que no apareciera Rizzard. Mi nariz empezó a sangrar, miré por toda la habitación si había entrado alguien. Fue cuando dirigí la mirada a la chimenea de la habitación que vi lo que me había golpeado.
Era el perro-libro que buscaba séquese y calentarse al pie de las suaves llamas. Temblaba y se agitaba a la vez que salpicaba todo a su alrededor. Me acerqué lentamente para tomarlo en mis manos, lo acerqué a mi pecho y lo abracé como se abraza a una mascota que no ves en mucho tiempo. Tres segundos después le solté un fuerte golpe en el lomo por el daño que me hizo en la nariz. El libro cayó al suelo y corrió a esconderse bajo la cama.
Tal vez fui un poco cruel con él, me agaché para tomarlo con delicadeza y lo volví a poner contra mi pecho. Me recosté en la cama y le pregunté ¿cómo había llegado hasta aquí? Y ¿cómo me había encontrado? Obviamente no obtuve una respuesta pero me sentí feliz al tenerlo cerca. Intenté leer sus páginas pero el libro corrió a donde se encontraba la caja y tocó el sello de cera que se derritió.
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El Credo - Iniciación III
FantasyLa sombra logró escapar del enfrentamiento entre los miembros del Credo, la Familia y el Clan, dejando un saldo de varios heridos, dos miembros del Credo muertos y el deceso de la Evelyn Jeriko, hija del líder del Clan. A pesar de los esfuerzos de l...