Capítulo 2

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    El castaño se encontraba a unos once metros de ellos y John aún no se había dado cuenta de su presencia. En lo que dura un parpadeo, el muchacho de negro redujo la distancia que los separaba y se situó al lado de Harry. Sin decir palabra, agarró a John y lo separó del rizado. El rubio se tambaleó, sorprendido por la interrupción, tratando de mantener el equilibrio. Lo consiguió a duras penas y se irguió de nuevo.

    Harry examinó a su salvador, invadido por la tranquila indiferencia que domina el cerebro cuando aún no ha comprendido la situación que le rodea. El castaño debía de rondar los veinte años, tal vez veintiuno, y se levantaba por encima de su agresor, que trataba en vano de estirarse para superar la altura del ojiazul. A pesar de que la ropa negra no se le pegaba a la piel, sí insinuaba sus músculos que, aún sin ser tan abultados como los de John, se adivinaban bien definidos y duros.

    -¿Qué coño crees que haces imbécil?-gritó el rubio con rabia conforme sentía su sangre hervir.

    -Impedir que sigas molestando  al principito en apuros-respondió el castaño con un deje de diversión en la voz.

    -Es mío, búscate a otro-contestó John, avanzando de nuevo hacia él.

    El castaño no dijo nada pero reafirmó su posición entre el rizado y su acosador. Harry percibió cómo ese halo estremecedor que emanaba de su protector se hacía más intenso y sintió la orden de su instinto de levantarse y huir, la necesidad de alejarse lo más posible de aquel misterioso muchacho.

    Otro escalofrío recorrió la espalda del ojiverde, que notó las extremidades heladas de puro terror. Al parecer, John también pudo sentirlo, o tal vez fuera la estatura del castaño lo que lo detuvo. Por un momento, el rubio mantuvo sus pies fijos en el encharcado suelo, sin atreverse a dar un paso.

    Por un solo momento.

    La expresión de cautela de John se transformó en una sonrisa engreída a la vez que se acercaba a Harry de nuevo. La mano del castaño voló hacia John a la velocidad del pensamiento, demasiado rápida como para que los ojos del rizado pudieran seguirla. Harry sintió el golpe más que verlo y, un momento después, escuchó el cuerpo del rubio aterrizar a cuatro metros de ellos.

    Su salvador no hizo ademán de querer rematar la pelea, ni siquiera se movió del sitio. Se limitó a observar con frialdad y, tal vez también una sombra de curiosidad; cómo John se retorcía en el suelo, gimoteando  y agarrándose el pecho con las manos. La escena se mantuvo inalterable unos minutos más, que a Harry le parecieron eternos, durante los cuales el rubio lloriqueaba herido y el rizado trataba de sobreponerse al terror que dominaba sus extremidades, con la imponente figura oscura del castaño irguiéndose entre los dos.

    Finalmente, John rodó hasta quedar boca abajo y consiguió ponerse de rodillas con dificultad. Tomó aire y, con un último gran esfuerzo, se puso en pie. Dirigió una mirada de odio puro al castaño y escupió sangre a sus pies:

    -Esto no va a quedar así capullo-prometió el rubio con un jadeo.

    El mayor compuso una sonrisa, por primera vez en todo el encuentro, aunque sus ojos no la compartieron.

    -Mejor-respondió impregnando cada sílaba de una cólera helada-. Me he quedado con ganas de hacerte bailar un poco más.

    El acosador olvidó sus heridas durante un momento, impulsado por la provocación del castaño. Dio un paso vacilante hacia el ojiazul con una expresión de ciego odio deformando su rostro. Harry estaba mirando al rubio cuando su cara cambió de súbito, transformándose en una máscara de puro horror. Y creyó ver algo en sus ojos que le hizo estremecerse de terror también.

    John cayó hacia atrás y se arrastró de espaldas por el suelo, sin apartar la vista del castaño mientras se alejaba de él. No tardó en alcanzar el final del callejón, se puso en pie y salió corriendo.

    El muchacho de negro permaneció unos segundos quieto y, finalmente, se volvió hacia el menor y le ofreció una mano para ayudarle a levantarse. Aquella extraña sensación de peligro que desprendía el ojiazul parecía haber remitido hasta volverse casi imperceptible aunque no desapareció del todo. Poniendo toda su voluntad en controlar su temblorosa mano, Harry consiguió agarrar la de su salvador, que lo puso en pie sin esfuerzo.

    El castaño lo examinó con atención, deteniendo su mirada en los pequeños rasguños que decoraban la clara piel del ojiverde. La escasa distancia que los separaba permitió a Harry apreciar el suave olor que desprendía el cuerpo de su protector, como a humo. Resultaba extrañamente agradable, parecido al que producía la madera al arder.

    -¿Estás bien?-le oyó preguntar Harry, con una voz firme que lo sacó de su aturdimiento.

    -Eh…esto creo que sí-respondió el menor, tratando de no tartamudear.

    Levantó la mirada y se encontró con el rostro tranquilo del castaño, surcado por una tenue sonrisa que rompía su, por lo demás, completa máscara de impasibilidad.

    -Deberías buscarte algo mejor que ese cerdo si no quieres acabar otra noche así.

    Harry no respondió, perdido en aquellos magnéticos ojos azules que parecían profundizar en su interior, sorteando carne y hueso hasta llegar a su corazón. La sensación de vulnerabilidad y exposición completa le asustó y cortó el contacto visual, posando su mirada en el suelo de nuevo.

    -¿Te suena la palabra “gracias” principito en apuros?-preguntó irónico el castaño.

    -S…s…sí-tartamudeó al fin el ojiverde-Gracias.

    -Eso está mejor ricitos-dijo el mayor, ampliando su sonrisa-. Será mejor que te lleve con tus amigos, ¿no crees?

    Harry volvió a tomar el control de su cuerpo gracias a la adrenalina, que había suavizado el efecto del alcohol, y se dirigió  hacia el interior del local de nuevo, seguido de cerca por su salvador.

    La discoteca le pareció estruendosa y, las luces, cegadoras; después del silencio y la oscuridad del callejón. No tardó en localizar a sus amigos que, apoyados en una columna, no paraban de besarse, ajenos a la vibrante marea de cuerpos que bailaba a su alrededor.

    -Allí están Liam y Niall-exclamó el rizado-. Por cierto, yo soy Harry.

    El ojiverde se volvió hacia el castaño para preguntarle su nombre pero éste ya había desaparecido. El menor miró a todos lados. Habría jurado sentir su respiración tras él apenas un segundo antes. Dejó de intentar encontrar a su protector al cabo de un minuto, cuando se rindió al hecho de que lo más probable era que ya se hubiese marchado.

    Con un hondo suspiro, se encaminó hacia sus dos amigos. Un fugaz recuerdo lo asaltó entonces. Aquello que había visto en los ojos de John cuando éste trataba de atacar al castaño por segunda vez. Sacudió la cabeza para alejar aquel espejismo de su mente, que habría sido provocado, seguramente, por el alcohol y la tensión del momento.

    Se acercó a  Niall y lo cogió por el brazo. El rubio, sorprendido, separó sus labios de los de su novio y miró a Harry, sin reconocerlo al principio. Cuando lo consiguió al fin, se le iluminó el rostro con una amplia sonrisa y le preguntó cómplice a su amigo:

    -¿Cómo ha ido con el fortachón?

    -Después te cuento pero vámonos ya, por favor-respondió el rizado.

    -¿Estás bien Harry?-preguntó Liam preocupado.

    -Sí, pero ahora os cuento de vuelta a casa.

    -Está bien, vámonos.-dijo el mayor.

    Los tres amigos se dirigieron a la salida, abriéndose paso entre la multitud. Niall y Liam estaban preocupados por Harry pero el ojiverde tan solo pensaba otra vez en la escena del callejón. Habría jurado que, por una fracción de segundo, en el instante en que a John se le borró la sonrisa de la cara; vio en los ojos del rubio el reflejo de los del castaño. Y no eran ya azules.

    Habría jurado que eran de fuego.

Magic (Larry Stylinson) {TERMINADA}Where stories live. Discover now