Capítulo 23

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    Harry escrutó la oscuridad que ocultaba el extremo más alejado de la calle, demasiado apartado de la solitaria farola bajo la que se encontraba el rizado como para que su luz pudiera expulsar las sombras que reinaban en aquella zona.

    Una silueta negra, aún más oscura que las tinieblas que la rodeaban, se erguía en medio del asfalto, completamente inmóvil. Desde aquella distancia, el ojiverde no pudo apreciar si le estaba observando o, por el contrario, le daba la espalda. De todas formas, había algo en aquella sombra que le ponía la piel de gallina, por lo que el muchacho se volvió y comenzó a caminar en la dirección opuesta, tratando de alejarse lo más posible de la negra figura.

    No había dado más de dos pasos antes de que sintiera algo tratar de impedir que siguiera avanzando. El chico miró hacia abajo, al suelo, que se había transformado en un gran charco de sangre oscura y espesa, con la consistencia del barro, e intentaba retrasarle, pegándose a sus zapatos. Harry levantó un pie, angustiado, pero una garra formada por sangre se aferró a su tobillo, haciéndole tropezar y caer sobre el viscoso líquido.

    El rizado pidió ayuda, pero el grito murió incluso antes de alcanzar sus labios. Un chapoteo a su espalda perturbó el lúgubre silencio que la súplica del muchacho no pudo romper, el primer sonido que se había oído hasta el momento.  El ojiverde se quedó quieto y escuchó con atención. Unos segundos más tarde, el chapoteo se repitió y el chico se giró para ver al causante.

    La oscura figura se había acercado y ya sólo le separaban tres escasos metros del derribado muchacho. La sangre manaba con fuerza desde tres agujeros en el pecho de la sombra, resbalando después por su superficie para acabar uniéndose a la que inundaba la calle.

    Harry volvió la cabeza y se puso en pie, invadido por el pánico. Otra sangrienta zarpa trató de atraparle, pero el rizado se deshizo de su agarre y comenzó a correr. El miedo daba alas a sus pies, que lo impulsaron hacia delante casi sin rozar el encharcado suelo. El rizado giró la cabeza en plena carrera, pero la figura ya no le perseguía. No por detrás, al menos.

    La oscura pesadilla apareció ante él y lo aprisionó entre sus fuertes  brazos. Harry se revolvió, tratando en vano de liberarse. El muchacho bajó la cabeza por puro instinto, como si supiese de antemano que no quería ver las facciones de su captor. Una mano negra le sujetó la barbilla y comenzó a levantarla, venciendo toda resistencia por parte del rizado. Las convulsiones sacudieron entonces el cuerpo del desconocido, que hizo caso omiso y siguió alzando la cabeza del ojiverde.

    El corazón se le encogió cuando clavó la mirada en unos conocidos iris azules, apenas un instante antes de que el torrente de sangre que salió por la boca de Louis lo cubriera por completo.

    Harry se despertó sobresaltado con el corazón latiendo desenfrenado en el pecho.

    -¿Qué ha pasado principito?-preguntó el castaño, que lo miraba preocupado.

    -Había sangre…por todos lados…y el suelo-farfulló el menor-…y tú.

    El ojiazul atrajo al rizado hacia sí y apoyó la cabeza de éste en su pecho.

    -Tranquilo principito-le dijo con voz suave, acariciando con cariño su pelo-. Sólo era una pesadilla.

    Los dos chicos permanecieron un rato más en silencio mientras el más joven se tranquilizaba. Pasados unos minutos, Harry se apoyó sobre los codos y se volvió hacia Louis.

    -¿Te he despertado?

    -Principito, yo no duermo-respondió sonriendo el mayor.

Magic (Larry Stylinson) {TERMINADA}Where stories live. Discover now