Capítulo 3

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    A pesar de la predicción de buen tiempo para el fin de semana, aquella mañana de sábado el cielo estaba repleto de nubes oscuras y pesadas. Bajo éstas, los verdes campos de las afueras de Londres se extendían hasta el infinito, con la alta hierba mecida por la suave y fría brisa matutina. La monotonía esmeralda quedaba rota de vez en cuando por los dispersos rebaños de ovejas que pastaban tranquilamente. Pero la tranquilidad de los pobres animales no duró mucho más y las nubes no tardaron en descargar un fuerte aguacero sobre la tierra.

    Protegido de la lluvia al otro lado de la ventanilla del tren Londres-Brighton, Harry sacó su móvil y desconectó los auriculares. Prefería escuchar las gotas golpear el cristal.  Distraído, paseó la mirada por el vagón. Frente a él, en los asientos opuestos al suyo, se sentaban Liam y Niall. El primero estaba concentrado en algún juego de su portátil mientras que el segundo se limitaba a mirar la pantalla mientras vaciaba una bolsa grande de golosinas que descansaba en su regazo.

    Harry dirigió su atención entonces a los asientos del otro lado del estrecho pasillo. Allí se encontraban Zayn y Arthur, los dos dormidos, cubiertos por la chaqueta del mayor. El menor descansaba su cabeza en el hombro del moreno, que se servía de ésta para apoyar la suya propia.

    El rizado sonrió por la ternura de la escena. Zayn les había presentado a su novio aquella misma mañana, en la estación de tren de Londres, aunque ya les había hablado antes de él. Era español, dos años menor que ellos y se había mudado a Inglaterra hacía tres meses. A mediados del primero, había conocido a Zayn en las clases de guitarra a las que ambos asistían y, dos semanas después, ya eran novios. Harry les echó un vistazo a los dos juntos y ya no pudo imaginarlos separados. Supo que estarían unidos para siempre. Con toda seguridad.

    Aquella pareja le trajo a la mente de nuevo al misterioso chico de negro del viernes anterior. Apoyó la cabeza contra el frío cristal y revivió los pocos recuerdos que guardaba del castaño, cómo había lanzado a John por los aires con el mismo esfuerzo que si se tratara de una almohada.

    Recordó sus ojos azules y el conocido escalofrío volvió a recorrerle la espalda. Había pasado toda la semana pensando en ese chico y aquella sensación comenzaba a resultarle familiar. No había olvidado cómo su instinto le había gritado que huyera del ojiazul, ni el terror que le invadió a su lado; pero también recordaba su voz, su sonrisa mientras le tendía una mano para ayudarle a levantarse.

    Perdido en estos pensamientos y, con el sonido de la lluvia golpeando el cristal,  no tardó en quedarse dormido.

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    Sintió a Niall agitarlo para despertarlo, una hora más tarde, aunque Harry habría jurado que acababa de cerrar los ojos.

    -Vamos dormilón que ya hemos llegado-le oyó decir.

    Harry abrió los ojos despacio, tratando de espabilarse. Despegó la mejilla de la ventanilla contra la que se había dormido y se la masajeó con energía para reactivar la circulación. La notaba dormida y helada por el contacto con el frío cristal.

    -Ya voy-respondió el rizado-, ya voy.

    Se levantó de su asiento, recogió su mochila y se dirigió hacia la salida detrás de Niall. Los recibió el interior de la estación de trenes de Brighton, de metal azul y cristal en su mayor parte.

    -Por suerte ha dejado de llover-observó Zayn, señalando al transparente techo a través del cual se veía un sol radiante rodeado por unas pocas e inofensivas nubes.

    El grupo salió de la estación y se encaminó hacia la playa. Ya se había convertido en tradición para los cuatro amigos coger el tren a Brighton temprano  todos los años para ir a la fiesta que se le celebraba por aquellas fechas en la ciudad costera.  Aquella sería su cuarta vez y la excursión siempre los llenaba de emoción. Aquél año, sin embargo, con sus tres amigos “ocupados”, Harry se sintió solo, aunque tal vez eso tenía más que ver con que extrañaba al muchacho de negro que con el hecho de que los otros tuvieran pareja.

    Suspirando, apretó el paso para ponerse a la altura de Zayn, que le llamaba con la mano.

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    El rizado miró su reloj de nuevo. Las ocho y veinticinco minutos. El sol había dado paso a la noche casi dos horas antes y una fría brisa recorría la playa desde entonces. Sin embargo, las hogueras distribuidas por toda la zona mantenían el frío alejado e iluminaban, si no con la intensidad del día, al menos sí lo suficiente como para que no fuera necesaria ninguna otra fuente de luz.

    Harry hundió la mano en la arena, cogió un puñado y dejó que los granos escaparan lentamente entre sus dedos mientras mantenía los ojos fijos en las danzantes llamas. Su mente se encontraba muy lejos de allí, en aquel callejón sumido en sombras, mientras tarareaba la melodía de alguna de las canciones que quebraban la quietud de la playa.

    El ojiverde miró a través de la hoguera que ardía frente a él y descubrió a Zayn y a Arthur tumbados en la arena, no muy lejos de él. Sonrió. Se veían bien juntos.

    Un escalofrío recorrió el cuerpo del rizado de improviso, inundándole de emoción y miedo a partes iguales. Buscó entre la multitud al causante, a aquel rostro que había formado sus sueños y pesadillas durante toda la semana.

    No tardó en encontrarlo.

Magic (Larry Stylinson) {TERMINADA}Where stories live. Discover now