02. Un cambio de rumbo.

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Su teléfono sonaba en la planta de abajo y me asomé por el balcón para ver si respondía pero el sonido cesó luego de unos segundos y ella solo siguió durmiendo.

Bajé para comprobar su estado luego de haber cubierto la ventana con algunas maderas para bloquear el frío.

Su celular marcaba una llamada perdida de los mismos tipos que trabajan con ella en la cadena de noticias, y al parecer la buscaban por las fotos.

Miré su cámara y me tenté a revisar si había algo que pudiera perjudicarme así que la prendí con cuidado ya que ella estaba dormida pero seguía consciente.

Tenía fotos para el noticiero de mi taller en diferentes perspectivas capturadas en buenos ángulos que cerraban en buenas tomas. Después tenía otras fotos personales en las que posaba con un hermoso paisaje por detrás... Era muy buena sacando ese tipo de fotos. Seguí corriendo las imágenes hasta que me detuve en un molde de un cuerpo enyesado lo que llamó poderosamente mi atención. Pasé hasta las siguientes y tenía muchas otras con figuras de yeso humanas y algunas en exhibición. Parecía una artista plástica underground por la falta de iluminación en las capturas, como si tuviera un montón de moldes más escondidos en un sótano.

El móvil volvió a sonar y ella despertó para por fin contestar.

—¿Ho-hola?— alcanzó a pronunciar.

—¿Tienes las fotos?— se oía la voz gruesa y seca de un tipo.

—No... creo que me caí... y no pude hacer nada.

—¿Y cómo crees que cobraré mi sueldo si te la pasas vagueando por ahí?

—¿Cómo? Discúlpeme pero no es mi jefe...

—Buena para nada... Ahora que estás fuera, podrías quedar despedida...

—¿Qué?— dijo con señal de dolor en su rostro, aunque intentaba ocultarlo.

—Ya tienes un reemplazo. 

—No puedo quedar despedida si hice lo que ustedes querían...

—Sólo vuelve a casa o sino, preséntate mañana en la oficina.

No le contesta nada y corta la llamada, mirando hacia el piso aún con el celular en su mano, como si estuviera pensando en algo.

—¿Escuchaste todo eso?— se da cuenta de mi presencia y me mira finalmente.

—Si... Espero que eso no te haya molestado.

—¿Dónde estoy?— dice mirando el lugar.

—Es mi taller. Tu entraste por la ventana por unas fotos...

—¿Tu eres el artista que vive aquí?— dice luego de palpar su herida y me mira en señal de preocupación.

—Exacto, vivo aquí. Mi nombre es Jungkook y te lastimaste con un vidrio de la ventana por donde entraste.

—Lo sé. Eso si lo recuerdo... Me duele mucho la cabeza... 

—¿Me permites revisar la herida?— ella asiente.

La cinta se había pegado un poco a sus cabellos y parecía que había que ponerle una curita.

Me senté a su lado y con cuidado despegué la gasa retirando el adhesivo de la curita para luego aplicarla en la herida.

El lugar estaba calmo. Un profundo silencio nos rodeaba junto a la luz tenue del velador.

Recogí su cabello en un rodete sin hacer contacto visual y lo ajusté con una liga.

Seguí su vista y observé que estaba contemplando perdidamente los maniquíes.

—¿Tu haces todo eso?

Ahí viene la temida pregunta que sigue con una mirada despectiva y con un insulto hiriente que no varía de un: "Enfermo" o "Sexópata"

—Si, eso es lo que...

—Es precioso...

Dijo así sin más dejándome sin palabras.

—Creí que me insultarías o algo así...

—Yo también vivo lo mismo. Ya ves el trato que recibo...— dijo refiriéndose a la llamada anterior.—Y gracias por curarme...Además de ser un gran artista eres un buena persona.
Totalmente opuesto a cómo te describen en los medios...

—Gracias, creo...

—¡Gracias a ti! En serio...— me estrechó en un abrazo y sin decir algo más en un segundo empezó a llorar profundamente.

—Es tan injusto todo... ¿Por qué son así? Ahora ya no tendré empleo... — dijo con el pecho tomado y voz angustiada.

— Yo me encargaré de revertir tus lágrimas y solucionar todo... Ya lo verás...

Me abrazó mucho más fuerte y lloraba de la forma más dulce posible. Posando su pequeño rostro en mi pecho, apretando con sus manos mis caderas.

Sentía que mojaba mi remera con sus lágrimas pero su olor a flores primaverales me invitaba a abrazarla con más fuerza.

—Puedes dejarlo ir... — dije acariciando su cabeza.

—Oh! Perdón por la remera...— dijo a modo chistoso.

—¿Eso es en lo único que piensas?— dije sonriente.

—Lo siento. Yo lavaré la remera...— dijo entre mi pecho.

Me reí.

Creo que ya estaba perdido... los dos... y nos habíamos liberado de todo aquello que venía atormentándonos.

Porque aquí junto a ella sentía que podía volverla mi maniquí y dibujar sobre sí millones de cosas nunca antes vistas...

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editado: 22/06

MANIQUÍ  ➳JungkookDove le storie prendono vita. Scoprilo ora